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Lunes, 21 de noviembre 2016, 00:31
Es un fenómeno que los citricultores conocen muy bien pero que, por lógica, sorprende al neófito, y por eso conviene explicar por qué sucede y que es algo de lo más habitual. En otoño, algunos naranjos, incluso campos enteros, nos saludan con inusitadas explosiones de azahar que pueden considerarse a destiempo, lo que extiende explicaciones variopintas que hablan de anormalidad. Pero nada de eso. Los cítricos, cuando pasan sed, porque están semiabandonados o no se riegan, o quedan en rinconadas de campos y huertos a donde no llega bien el agua, al regarse de nuevo, o si llueve, florecen como si estuvieran en primavera. De hecho, las temperaturas de otoño son como las de primavera, y un vegetal no sabe de calendarios. Sucede desde siempre y más a menudo de lo que se pueda imaginar. A veces, si un campo no florece bien en primavera, hay agricultores que les hacen pasar algo de sed para forzar que salga más flor tras regarlos y haya cosecha. Y en limones es práctica habitual para aglutinar la producción en dos floraciones anuales.
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