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INÉS HERRERO
Domingo, 4 de diciembre 2016, 20:44
La venta de la histórica firma de porcelana decorativa Lladró, que los tres fundadores y sus herederos votarán la víspera de Reyes, sitúa en la encrucijada a uno de los grandes iconos valencianos, el primero en lograr notoriedad internacional, y rememora los infortunios vividos por otras marcas emblemáticas como Lois, Ferry's, Avidesa, Colortex o Ros Casares. Aunque por diferentes motivos, y cada una con sus particularidades, forman parte del listado de grandes pérdidas que ayer lamentaban algunos de los principales agentes económicos de la Comunitat, pendientes del desenlace del gigante de la porcelana nacido en Almàssera en 1953 y con un deseo común: que Lladró sobreviva al cambio de dueño.
«Lo importante, sea quien sea el comprador, es que no caiga», subrayó ayer a LAS PROVINCIAS un destacado dirigente empresarial, que también incidía en las penosas dificultades que atraviesan las compañías familiares cuando llega el momento de acometer la sucesión.
De hecho, sólo cerca de un 17% de las empresas familiares sobrevive a la generación fundadora y apenas un 5% logra superar con éxito el siguiente relevo en el seno de la compañía, según datos del Instituto Valenciano para el Estudio de la Empresa Familiar (Ivefa).
Su presidente, José Bernardo Noblejas, también lamenta la deriva de Lladró y destaca que la sucesión «es una problemática tan delicada que hay que cuidarla mucho desde el principio, con generosidad, visión de futuro y transparencia hacia el mercado, los proveedores, clientes y también la propia familia, porque si no sabemos hacer los deberes, las consecuencias son las que son».
«Uno de los pecados es incorporar a familiares a la empresa sin pensar, y eso es un poco lo que ha ocurrido en Lladró», señaló ayer a este periódico Noblejas, que hace un año valoró el intento de reconciliación entre las tres ramas de la familia.
Historia de incomprensiones
A su juicio, la de Lladró «es una historia de incomprensiones», que se agravó a raíz del reparto en el que Juan Lladró se quedó con el negocio de la porcelana, con un 70% frente al 15% que conservaron sus hermanos y cofundadores José y Vicente, ya que «no se gestionó de forma adecuada y no se entendió».
«Y es una pena porque no ha habido nada grave, aunque las cosas acaban haciéndose graves», comenta Noblejas, que opina que «ahora lo fundamental es que la familia negocie la continuidad tanto de la empresa como de los trabajadores».
De este último episodio, muy comentado ayer en círculos empresariales, y de los numerosos precedentes, extrae una conclusión clara: «El que no vale para la empresa, aunque esté muy formado, no ha de estar en la empresa». En este sentido, argumenta que «no todo el mundo puede estar en la empresa, ni es sólo cuestión de trabajar muy bien la cuenta de explotación, sino también de tener capacidad de relacionarse y de conocer todos los niveles de la empresa», algo que pasó factura a célebres compañías valencianas.
Noblejas ve clave «preparar muy bien el relevo, ver qué personas tienen que incorporarse, por méritos, aptitudes, actitudes y empatías, sin hablar de cargos», como se haría con un trabajador ajeno a la familia. También considera fundamental que, una vez elegido y preparado el sucesor, cuando se lleve a cabo el relevo, el fundador dé un paso atrás y «sepa salir de la empresa y si mantiene responsabilidades, que sean dependientes del nuevo mandatario; otra cosa es la propiedad».
Los convulsos relevos, en ocasiones por la falta de una adecuada planificación constituyen una de las principales causas de mortalidad de las empresas familiares, que representan en torno al 95% del tejido empresarial valenciano. Aparte de las dificultades de mantener el liderazgo empresarial a través del relevo, entre los factores que más se repiten en muchas quiebras figuran asimismo el personalismo en la gestión y, en un ámbito más estrictamente ligado al negocio, correr riesgos excesivos o no saber adaotarse a los cambios del mercado.
Algunas de estas causas subyacen detrás de la desaparición de auténticos iconos como Lois, la mítica marca de vaqueros nacida en la postguerra que triunfó con la llegada del turismo y los primeros 'hippies', o Ferry's, emblema de la industria textil que superó una suspensión de pagos pero acabó pereciendo, víctima de las tensiones entre los socios y el impacto de la competencia asiática.
Cabe resaltar, no obstante, que existe también un sinfín de casos de éxito tras el relevo generacional, como Boluda, Porcelanosa, Grupo Segura, Dulcesol o Royo.
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