LAS PROVINCIAS
Lunes, 2 de enero 2017, 12:30
El monocultivo turístico viene de antiguo. Los grandes eventos, los congresos internacionales, la habilitación de playas, el urbanismo de diseño y los edificios firmados por arquitectos de renombre se han confabulado para alentar un fenómeno que colisiona con los intereses de los residentes habituales. Más de ocho millones de visitantes llegaron a Barcelona el año pasado. Son únicamente los que se alojaron en hoteles. Si se añaden los que se hospedaron en pensiones y pisos turísticos, la cifra ascendería otro millón.
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El desajuste entre oferta y demanda hace no sólo que suban los precios, sino que crezcan exponencialmente los desahucios de personas que viven en estas zonas en régimen de alquiler, y que, según el Ayuntamiento barcelonés, representan ya el 75% de todos los procedimientos de desahucio. El alto nivel de desempleo y la acentuada caída de los salarios han hecho que el alquiler sea la única opción residencial para miles de ciudadanos, especialmente los más jóvenes, lo cual provoca que el volumen de viviendas para arrendar sacadas al mercado sea insuficiente... y ello a pesar de que el precio no deja de aumentar.
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