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alfonso rovira
Jueves, 23 de febrero 2017, 09:21
«La fama de este mundo es pasajera. Los cristianos católicos más habemos de atender a la gloria de los siglos venideros, que es eterna, que a la vanidad de la fama, que en el presente se alcanza».
Este extracto de El Quijote (parte II, cap. XLI), se lo podríamos aplicar, sin lugar a dudas, a nuestro amigo Alfredo Peretó, que recibió cristiana sepultura este martes en el camposanto de la ciudad donde nació, que tanto quería.
Alfredo, durante toda su vida, fue un militante católico, como decía en la misa exequial Enrique Masiá, párroco de Santa Catalina de Alzira, a lo que añadió que fue una de las personas más festeras de la ciudad. Durante algunos años fue presidente de la falla de la Plaçeta, como conocen popularmente los alcireños a la plaza Mayor.
Alfredo era accionista y consejero del grupo de empresas Martínez Cano. Fue presidente y fundador de la Feria del Medio Ambiente del Mediterráneo Ecofira. También estuvo muy vinculado desde su creación al Instituto Valenciano de la Empresa Familiar (Ivefa), además de ser miembro de la Cámara de Comercio e impulsor de la Asociación Empresarial de Alzira (AEA), en la que desarrolló tareas de relaciones institucionales dado su perfil afable y conciliador, muy partidario del asociacionismo.
Si retrocedemos en el tiempo, en 1959 formó parte de la creación en Alzira, de la Escuela de Propagandistas de Acción Católica, que se constituyó para ayudar a la jerarquía eclesiástica. Alfredo Peretó, en su entusiasmo nato por la realización de obras sociales, hace una década formó un equipo, que él presidió, bajo el título de Asociación Instructiva de Ancianos Santa Teresa Jornet, que sigue existiendo, dirigido por Juan Grau, para ayudar a las a las monjitas y los ancianos de esta casa de caridad.
Begoña, una de sus cinco hijas, hizo uso de la palabra antes del ite misa est, diciendo que iba a hablar en nombre de su padre, lo que le hubiera gustado decir personalmente. «81 años después, puedo afirmar que he tenido una vida plena completa y satisfactoria. No os preocupéis, porque ya tengo pensados nuevos proyectos que desarrollar. Solo puedo dar las gracias por la vida que he tenido; por mis maravillosas hijas, que tantas alegrías me han dado. A vosotros, -los que llenaban las naves de la iglesia- los que quedáis, continuad con el legado que hemos creado juntos, continuad haciendo empresa, fiesta y lo más importante, la familia; porque este ha sido nuestro pilar. Pepa (su esposa) no tengas prisa por venir, todavía te queda trabajo por realizar y nietos por cuidar, y yo aquí, siempre te esperaré».
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