Los lemas, algunos con humor, se sucedieron en la manifestación del sábado. EFE
Opinión

20-0, la generación del hartazgo

Existe una profunda insatisfacción por las dificultades de acceso a la vivienda, cuestión que ningún gobierno ha sabido resolver

A. Rallo

Valencia

Lunes, 21 de octubre 2024, 00:26

Existe una generación -establezcamos 20 años- que está profundamente insatisfecha ante las dificultades para acceder a una vivienda. Primer hecho indiscutible. Ni el PP ni el PSOE, ni desde la Moncloa ni desde el Palau, han sabido solucionar, apenas paliar, el problema. Segundo dato irrebatible. ... Una premisa del éxito de las movilizaciones es que el propósito sea cierto -pocos tan creíbles como este- y suficientemente estanco a manipulaciones ideológicas. El segundo factor es que los perjudicados, mejor víctimas debido a lo angustioso del escenario, reúnan a una comunidad transversal. Y lo anterior desemboca aquí, en una situación insoportable. De ahí el temor a un 20-0, una reedición de aquel 15-M. Una segunda oportunidad donde el culpable no es un partido sino el sistema.

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Un par de datos para el trufar el análisis. En el último año, el precio del metro cuadrado ha subido un 6,7%. La media es de 1.563 euros. Respecto al alquiler, la subida es de un 57% en cinco años. Las cifras pueden servir como hilo conductor del pánico. Pero conviene también recoger experiencias. Hace un par de meses, una pareja se emocionaba al firmar su contrato de alquiler. «Llevamos dos años buscando... y nada», se justificaron. Esa misma semana, de casualidad, otro testimonio confirmaba el drama de numerosos rellanos. «Mire, vivimos cuatro en esa casa. Cada uno en una habitación. Nos cobra 550 euros. Y ahora, además, me lo quiere subir porque estoy con mi hija». La vida no está exenta de miserables.

Volvamos al pasado. La situación ya resultaba complicada en los comienzos del milenio. Pero el que no encontraba casa en su barrio -nueva, la verdad, era casi una utopía- lo hacía en el área metropolitana. También aquellas hipotecas que sufragaban el cien por cien facilitaban el desembolso. Los que hoy forman parte del segmento 40-50 siguieron aquello de compra una casa, no tires el dinero de arrendatario. A medida que el sistema cambió, menos facilidad para los préstamos y considerable aumento de los precios, la gente se desplazó hacia el alquiler. Una modalidad que se defendía desde todos los ámbitos. ¡Pero qué necesidad era esa de comprar. En Europa no lo hacían...! Y, de nuevo, vaya sorpresa. El mismo fenómeno: los precios se dispararon.

Así pues, esta se antoja como la gran emergencia nacional. Porque puede que no haya otra que condicione la vida, el día a día de familia, amigos y vecinos, con semejante intensidad. Sin un hogar no habrá nuevas parejas ni hijos. Ni proyectos ni desarrollo. Aparte de que también resulta complicado ser feliz si no tienes dónde. Y todo esto ya no va solo de la explotación del inmigrante recién llegado y vulnerable. O de familias desestructuradas o de baches económicos familiares o de ciclos económicos. El asunto es universal. Una pareja de universitarios, con sueldos medios, tiene complicado vivir en la ciudad. Repito: pareja. Lo de acudir al mercado en solitario parece una quimera. Otra condena más, invisible, a la hora de iniciar un proyecto o reconstruir el previo. Esto es así. Negarlo sólo puede responder al intento de conseguir el título de necio.

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Las causas son múltiples. Los pisos de alquiler y la falta de oferta son dos factores que, sin duda, han empujado los precios al alza. La entrada de grandes fondos en el inmobiliario residencial es otro apunte a tener en cuenta. En el lado de las personas también hay pros y contras. Propietarios con una visión excesivamente patrimonial e inquilinos transformados en auténticos profesionales del engaño. Y dueños que, por unos motivos u otros, prefieren mantener su vivienda cerrada. De todo hay. Pero al margen de los extremos, una generación vive asfixiada fundamentalmente por la confluencia de la escasez de oferta y alta demanda.

El problema es que las soluciones inmediatas no existen. El PP -ha sacado el domingo un comunicado tras las manifestación- promete una legislatura con 10.000 viviendas pero, claro, estas no aparecen de la noche a la mañana. Y tampoco sabemos si esta iniciativa, por si sola, contribuirá a solucionar el despropósito. La Ley de Vivienda, que incluye topar los precios del alquiler, no se aplicará. No sabemos si la decisión responde a criterios técnicos o es el empecinamiento de hacer política contra el PSPV. Tampoco sabemos, por otra parte, el efecto que tendrá. La oposición, por su parte, no duda en criticar un asunto en el que tampoco nada hicieron en los ocho años del Botánico. Idéntico análisis sirve para los inquilinos de La Moncloa. El asunto urge un consenso de todos. Hay personas sufriendo. Busquen soluciones sin reproches. Al 20-0 se le agota el tiempo.

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