Junto al cierre de playas al norte de Valencia por un vertido naval de fuel, otras son clausuradas por contaminación biológica, en este caso ... al norte. El primer caso podemos decir que es más esporádico y ocasional: un barco que tiró al mar lo que no debía. Ya está limpia la arena, aunque todavía no se ha descubierto a los causantes. El segundo es habitual de cada verano: aquí y allá se producen cierres playeros porque los análisis del agua detectan bacterias indebidas, casi siempre e-coli, normalmente de origen fecal. Esta vez ha sido en Alboraya, como antes fue en otros sitios, hasta en Xàbia, y en años anteriores en diversas ubicaciones del litoral de la Comunitat Valenciana.
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Al igual que en otras ocasiones, el cierre de playas de Alboraya se relaciona con vertidos procedentes de las acequias. Las acequias de l'Horta son culpables. Pero ¿qué pasa en las acequias de l'Horta protegida por ley, tan emblemática? ¿Por qué contaminan las playas las milenarias acequias del Tribunal de las Aguas?
La mayoría de las veces se procura pasar de puntillas. Como hay que señalar el origen de las cosas se apunta a las acequias y ahí queda. Hay una contaminación, se prohíbe el baño, llegan quejas de usuarios y hosteleros, quebraderos de cabeza para alcaldes y concejales... Y se señala a las acequias. Pero en las acequias no surge el problema por generación espontánea. Lo que ocurre es que parte de esas acequias discurren por debajo de cascos urbanos, donde recogen todavía desagües domésticos y de demás actividades urbanas. Se ha avanzado mucho en colectores y depuradoras, pero aún no está todo resuelto.
El crecimiento de la ciudad de Valencia, como de las poblaciones del área metropolitana, y lo mismo pasa en otras ciudades y localidades costeras, se asentó sobre la trama original de acequias que regaban los campos conforme estos se fueron convirtiendo en solares. No había redes de saneamiento, los cauces agrícolas sirvieron para evacuar; las obras de desvío y desconexión empezaron a desplegarse apenas hace unas décadas. Hoy se supone que todo se hace en orden, y se ha invertido muchísimo en cambiar y mejorar, pero sigue habiendo situaciones en las que perdura el problema original: las acequias recogen lo que no deben a su paso por debajo de calles de Valencia y pueblos de alrededor y lo acaban llevando al mar. Los encargados de velar por la salubridad y las banderas azules analizan de vez en cuando las aguas y descubren que hay microorganismos patógenos, principalmente bacterias e-coli, con lo que dan la voz de alarma y, cumpliendo los protocolos establecidos, se ordena precautoriamente el cierre de las playas afectadas.
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El alcalde de Alboraya, Miguel Chavarría, reconoce la situación, pero advierte que en su población «tenemos muy resuelto este problema desde hace unos años, cuando invertimos mucho en corregir defectos de canalización, se completaron colectores, se hicieron desvíos y hoy van todas las aguas negras a la depuradora; quizás haya algún caso que se nos escape, pero será muy esporádico, el 99% está en regla, y ahora lo que tenemos en proyecto es desviar por fuera del casco urbano las acequias que aún sirven para riego, a fin de que nunca haya posibilidad decontaminación».
Sin embargo Chavarrías señala que «el problema nos viene de arriba, de otras localidades y barrios donde sigue habiendo vertidos urbanos a las acequias, que no van a la correspondiente red de saneamiento y depuración, y como nosotros somos municipio costero, esas acequias nos acaban trayendo los caudales problemáticos hasta las playas».
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Con objeto de resolver definitivamente esta cuestión, Miguel Chavarría considera que «es preciso un esfuerzo de todos, con participación técnica y financiera de la Generalitat y el Gobierno central, para facilitar la toma urgente de decisiones, la planificación y la aportación de recursos económicos suficientes que permitan acometer las obras necesarias de colectores, bombeos y depuradoras por hacer o completar».
Entre los máximos interesados deberían estar también los propios agricultores de l'Horta que siguen regando con aguas contaminadas, porque conviene frenar de una vez las fuentes de toxicidad paulatina que aportan involuntariamente a sus tierras y cultivos y regar ya para siempre con agua absolutamente limpia.
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