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Con doce barcos navegando para asegurar el abastecimiento en los territorios no peninsulares y ni un solo contagio, Baleària pide una compensación pública, como la reciben las aerolíneas, por un servicio que le resulta más costoso que tener su flota parada. Tras facturar 452 millones de euros en 2019 y ganar 29, su presidente prevé «pérdidas millonarias, aunque dependerá mucho de cómo se desarrolle el verano». De momento, aplica un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) al 30% de la plantilla y completa los salarios para que perciban su sueldo íntegro.
–¿Qué opina de la gestión de la crisis del coronavirus, tanto sanitaria como económica?
–Sin antecedentes ni planificación, ha prodigado en exceso la improvisación. Empezamos tarde, en Portugal empezaron antes y ha ido mejor, en la Comunitat Valenciana mejor que en Madrid, y en la Marina Alta, mejor que en Valencia. Es muy difícil pero se han cometido muchos errores y se han tomado decisiones de restricción de movimientos y de libertades que, posiblemente, no hubiesen sido necesarias. No obstante, estamos en el camino, la urgencia sanitaria parece que ha decaído y ahora lo que hay que hacer, sin dilación, es acometer la necesaria recuperación económica porque puede ser mucho más grave que la emergencia sanitaria.
–¿Considera acertado el confinamiento y la posterior hibernación que se dictó para la economía?
–A toro pasado, creo que ha sido excesivo, la ralentización económica ha sido brutal, con una caída del 5,2% del PIB en el primer trimestre, y cada día que pasa resulta más difícil de recuperar. Por exceso de celo o de responsabilidad, se han tomado medidas que podrían haberse evitado. Aplicar medidas generales en función de lo mal que está un determinado territorio es un error, creo que en algunos territorios podríamos haber preservado mejor la actividad económica y haber evitado daños.
–¿Faltó diálogo? ¿El Gobierno ha convertido al empresario en enemigo, como denunciaron desde la junta directiva de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), de la que usted forma parte?
–La precipitación y la urgencia hizo que no se contara con los empresarios lo suficiente en la toma de decisiones. No las tienen que tomar los empresarios porque competen a los responsables públicos, pero si hubieran contado más con nosotros, hubiésemos podido evitar medidas equivocadas y ser más eficientes en la lucha contra la epidemia y la preservación de la economía. No todos los gobernantes son iguales; como en el mundo de la empresa, hay buenos, regulares y malos, y en los malos existe una declarada aversión hacia los empresarios porque no son compatibles con su ideología. No somos enemigos de nadie, aunque en algunos casos entiendan que podemos serlo, sino los protagonistas de la recuperación porque somos los que generamos empleo, riqueza y bienestar, y para eso es fundamental la lealtad y la colaboración institucional.
adolfo utor, presidente de baleària
–¿Qué debería hacer el Gobierno central llegados a este punto, de cara a la desescalada?
–Contar con las empresas. Algunas llevamos tiempo conviviendo y trabajando con el Covid-19, sin ningún contagio, hemos sido capaces de compatibilizar economía con salud y esas experiencias se han de tener en cuenta. Hay que dejar paso a la autogestión de la crisis, responsable, sin tanta ansia intervencionista, porque las empresas somos mayores de edad y capaces de gestionar. En ese sentido, soy partidario, con toda la prudencia del mundo, de acelerar el proceso y poner la economía en marcha cuanto antes porque vamos a una recesión y, si no remontamos pronto y bien, las consecuencias sociales serán bastante más serias que las del Covid-19.
adolfo utor, presidente de baleària
–¿Se refiere a acelerar en todo el país a la vez, sin distinciones por provincias, o a que cada empresa vea adonde puede llegar?
–Cierta tutela tiene que haber y vigilar las ratios porque lo que más preocupa es que un repunte nos conduzca a un colapso sanitario. Lo que digo es que hay que llegar a un grado intermedio donde tenga más peso la autogestión, la gestión responsable, y no tanto el ansia intervencionista. Confiar más en la sociedad civil, sin dejar de vigilar y ser prudentes ante cualquier resurgimiento de la epidemia.
–¿Qué debe hacer el Consell para ayudar a las empresas?
–Los ERTE y la inyección de liquidez son dos medidas que tienen que ver con el Estado pero también con las comunidades autónomas, acertadas y que están funcionando, pero la liquidez no lo resuelve todo, es más deuda ante un futuro de recesión y de contracción de la demanda. Deberíamos entrar en una dinámica de posibles ayudas fiscales –Alemania ha bajado el IVA a la hostelería– y ayudar al sector turístico para que los problemas de solvencia no provoquen cierres y concursos de acreedores, y al de la movilidad, también. La Comunitat Valenciana es la única que cuenta con una compañía marítima, Baleària, y una aérea, Air Nostrum, y el Consell debe centrar su esfuerzo en salvaguardar la solvencia de las empresas turísticas y la supervivencia de las de movilidad. Debe ver de qué manera impulsa el turismo, conseguir que Europa abra sus fronteras y, en la medida de lo posible, le recomendaría también que frene la voracidad normativa y entre en una dinámica de agilización de la burocracia.
–¿Augura una recuperación rápida o costará salir de la crisis?
–Va a ser dura porque, además, es una crisis global y la recuperación requerirá tiempo, es acertado hablar de nueva normalidad porque en ningún caso volveremos a los niveles previos.
–¿Qué o quién será el motor de esa recuperación, como lo fue el turismo en la crisis de 2008?
–El turismo, difícilmente. Tenemos un problema reputacional que remontar, España va a seguir siendo destino pero si hay contracción de la demanda, va a sufrir, esperemos que pase pronto la crisis sanitaria y el turismo vuelva a reinar. También es cierto que toda crisis conlleva cambios y abre oportunidades, nos hemos dado cuenta de nuestras carencias, de la importancia de la investigación, la innovación, el estar preparados y tener una administración eficiente y eficaz. No creo que haya un frenazo a la globalización, aunque se resienta, pero creo que debemos apostar también por una nueva economía, una economía del conocimiento, y por una industrialización basada en la investigación, la innovación y el diseño.
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