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Recolección de clementinas tempranas. :: lp

Biotecnología para combatir el 'greening'

Los investigadores son conscientes de las reticencias contra los transgénicos pero advierten de que hay que hallar soluciones frente a la fatal dolencia

V. LLADRÓ

Lunes, 31 de agosto 2015, 00:30

Investigadores privados y públicos de Florida (EE UU) han empezado a desarrollar ambiciosos proyectos para intentar combatir la temible enfermedad del 'greening' o Huanglongbing (HLB) mediante naranjos genéticamente modificados.

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La web iberoamericana 'portalfruticola' ha informado de las actuaciones en este sentido de la compañía 'Southern Gardens Citrus', una de las principales productoras de cítricos y procesadoras de zumos de Florida, que, naturalmente, está muy preocupada por el avance de esta dolencia, que ya ha diezmado parte del cultivo en este estado norteamericano, al igual que ocurre en Brasil y en otras zonas de América.

La línea seguida por la 'Southern' consiste en introducir en el genoma del naranjo un gen de la espinaca para inducir la resistencia al 'greening'. En concreto se trata de un gen que al parecer ya es bien conocido entre los expertos en ingeniería genética porque induce la producción de defensina, una sustancia que facilita que las células combatan a bacterias y virus.

Otras empresas estadounidenses, así como organismos públicos, están incrementando los trabajos en busca de soluciones contra el 'grening', que supone en estos momentos la mayor amenaza para la citricultura mundial, puesto que no se ha encontrado hasta el momento nada que frene su avance.

La enfermedad es causada por una bacteria que propagan insectos del tipo psila. Los árboles infectados inician un proceso de decadencia y amarilleamiento que determina primero la producción de cosechas menores y de peor calidad y desemboca en la total falta de viabilidad del cultivo.

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Hasta el momento los únicos medios utilizados son los de prevención, basados en erradicar ejemplares enfermos y plantaciones enteras que estén afectadas, así como combatir la presencia de psilas que son potencialmente propagadoras. Pero todo ello se viene demostrando poco eficaz, sólo puede retardar algo la expansión, pero no para el avance.

El único medio que los científicos ven plausible es el de encontrar especies de cítricos que sean resistentes o tolerantes al problema, como ocurrió en su momento con la 'Tristeza', que arrasó la citricultura española y hoy se basa mayoritariamente en nuevos pies que soportan el mal sin verse afectados.

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Buscar resistencias

Sin embargo es muy difícil que aparezcan de forma espontánea variedades que tengan esta característica, de modo que, mientras se buscan con ahínco, las investigaciones caminan hacia atajos que acorten el camino. Uno es el de producir miles de cruces por los procedimientos clásicos de hibridación para ver si suena la flauta de que aparezcan resistencias. Otro, el más rápido, es ir a lo seguro: coger genes que se sepa que ya inducen en otras especies comportamientos similares al deseado e introducirlos en el genoma de especies citrícolas.

En ambos casos hay que experimentar a continuación en campo, para ver cómo responden los ejemplares obtenidos, y esta segunda parte durará necesariamente unos años, porque estamos hablando de árboles, no de plantas hortícolas con ciclos de meses. De todas formas, la 'Southern' floridana espera disponer de parcelas ya plantadas con árboles transgénicos el año próximo, y a partir de ahí empezar a infectarlos adrede con la bacteria y analizar qué sucede en ellos.

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Los investigadores son muy conscientes de las grandes reticencias que existen en la mayor parte del mundo contra los transgénicos, pero advierten que la alternativa de quedarse quietos puede ser peor, puesto que está en grave riesgo la citricultura mundial y es preciso encontrar soluciones al terrible mal.

Sin embargo, como son de esperar futuros problemas por esa oposición a todo lo que suene a manipulación genética, una línea secundaria de trabajo puede consistir en que las resistencias queden inducidas sólo en los pies o patrones, y no necesariamente en las variedades injertadas sobre ellos, que son las que producen la fruta comercial.

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La Agencia de Protección Ambiental de EE UU, que se ocupa de las autorizaciones para este tipo de pruebas, concedió en abril pasado los oportunos permisos a la 'Southern', que también trabaja en estudiar las amplias normativas que tienen que ver con toda clase de utilizaciones de derivados transgénicos en los principales países, puesto que no sólo se se obtiene zumo de las naranjas, sino también esencias y jarabes para la industria alimentaria, así como la pulpa residual se destina a elaborar piensos para animales.

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