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La Unió pide una ley que ordene los cultivos

La iniciativa legislativa ante Les Corts propone la instauración de un sistema de permisos de plantación y el depósito de avales para cubrir posibles daños

VICENTE LLADRÓ

Lunes, 23 de mayo 2016, 00:06

La Unió de Llauradors quiere una ley autonómica que permita establecer una ordenación de los cultivos, al objeto de evitar problemas de pérdidas económicas potencialmente inducidas por la supuesta actividad de unos agricultores sobre la de otros, como ahora ocurre con el caso de la conocida 'pinyolà' citrícola, según ha explicado Ramón Mampel, secretario general de dicha formación.

La 'pinyolà' consiste, como es sabido, en que los frutos de mandarinas que habitualmente no tienen semillas, cultivadas de forma aislada, sí que las contienen cuando, durante el periodo de floración, se produce polinización cruzada con variedades híbridas. Habitualmente surge el conflicto si estas últimas son de otros propietarios y se han plantado o injertado posteriormente en los aledaños de los campos de clementinas u otras mandarinas que ya existían con anterioridad.

La aparición de 'pepitas' deteriora el valor comercial de las frutos afectados, lo que ha sido foco de múltiples controversias en los últimos años y también motivo para que cada ejercicio se dictaran desde la Conselleria de Agricultura polémicas normas para obligar a que los apicultores instalaran sus colmenas de abejas alejadas de los cítricos potencialmente problemáticos, a fin de minimizar en lo posible dicho efecto de polinización cruzada entre híbridos y clementinas.

Ampliación de Nadorcott

Mampel ha citado en especial el caso de la mandarina tardía Nadorcott (de las más rentables), de la que se están concediendo nuevas licencias, lo que puede aumentar el problema, según su criterio. Además se registran ventas de derechos de agricultores que tienen esta variedad y que están eliminando árboles 'doblados' al hacerse grandes sus plantaciones. Todo ello lleva a que Mampel se plantee «la necesidad que tenemos de resolver de una vez este tipo de problemas y convivir entre todos sin interferencias que causen perjuicios cuando se pueden resolver».

Por esta situación «y otras que se pudiesen dar en otras circunstancias entre cultivos» -según nota oficial de La Unió-, esta organización ha emprendido gestiones «a través de Les Corts para que se inicien trámites legislativos» que, de llegar a concretarse en normativas, supondrían para los agricultores nuevas obligaciones y cargas burocráticas que, como mínimo, resultarían polémicas y limitantes de su libre actividad.

Dichos «trámites legislativos» (una ley y su desarrollo en órdenes y reglamentos) llevarían a obligar a «los propietarios o arrendatarios de fincas rústicas que realicen plantaciones de cultivos herbáceos, hortícolas o arbóreos susceptibles de provocar en las fincas colindantes depreciación comercial, disminución de la producción o deficiente desarrollo vegetativo de los cultivos implantados en las mismas». Todos ellos deberían solicitar «el correspondiente permiso de plantación a la Conselleria de Agricultura, depositando un aval para cubrir las pérdidas que pudiesen ocasionar».

Limitaciones de cultivos

Ramón Mampel, no concretó, sin embargo, qué otros tipos de posibles afecciones entre cultivos se detectan o se pueden producir para que su formación se vea impulsada a tomar dicha iniciativa. El secretario general de La Unió insistió en el tema de la 'pinyolà' y de la expansión de variedades como la Nadorcott y explicó además que en las últimas semanas ha mantenido diversas reuniones con citricultores afectados por este problema que le plantearon la conveniencia de «hacer algo».

Ese 'algo' bien podría ser, como citó Mampel, «una ordenación de cultivos, porque siempre se ha hablado de la recomendación de no mezclar híbridos con clementinos y de tender a separar unos de otros, pero nunca se ha hecho nada y permanece el foco del conflicto».

No obstante, al pedirle que aclarara si esa ordenación de cultivos se plasmaría en la prohibición de que alguien pudiera plantar en sus campos lo que deseara según su mejor criterio, si ello se veía inconveniente para otros agricultores del contorno, y si se llegaría a obligar a unos y a otros y a establecer limitaciones a la libertad de cultivo, Ramón Mampel no arriesgó a concretar tanto y prefirió insistir en que «tenemos que reflexionar entre todos que debemos hacer algo para convivir».

De igual manera tampoco aclaró Mampel qué tipos de afecciones se dan o se teme que puedan darse entre cultivos hortícolas y herbáceos, como se cita en la propuesta de La Unió, ni qué cargas burocráticas podrían establecerse y de qué forma se gestionarían los avales solicitados. Advirtió, no obstante, que «debemos tomar medidas y precauciones para que cualquiera no nos entre plagas y cosas raras de fuera, como estamos viendo, y las ponga en cualquier parte; esto debemos evitarlo a toda costa».

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