V. LLADRÓ
Domingo, 29 de enero 2017, 23:49
Las lluvias, tan ansiadas hasta hace poco, no paran de generar problemas en la agricultura, por su persistencia en las últimas semanas.
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A los extensos daños en la citricultura y en multitud de producciones hortícolas que se han estropeado en el campo, se suman ahora nuevas complicaciones en la comarca de L'Horta para uno de los artículos más exclusivos del sector agrario valenciano: las chufas, materia prima de la horchata, que no se pueden recolectar porque el terreno está permanentemente embarrado.
Se estima que puede quedar por recolectar un 70% de la producción, en un año en el que, además, los precios han mejorado por la buena demanda de horchata. Se pagaba a 0,70 el kilo a primeros de campaña, pero desde hace semanas está parada la recolección. Una parada obligada por las lluvias. En muchas parcelas incluso está aún por quemar la paja, que es el paso previo.
Los tractores y las máquinas recolectoras no pueden entrar en los campos, y aunque entraran no podrían actuar. Las chufas son tubérculos que crecen bajo tierra, y su laboriosa recolección consta de un proceso en el que la maquinaria recoge primero la parte del terreno en el que se desarrollan, para depositarlo todo a continuación en grandes bombos estriados que giran para separarlos de la tierra que los rodea. Con este manejo se acaba depositando por un lado la tierra, que vuelve al campo, y por el otro las chufas, que, sobre remolques de tractores, son llevadas a los lavaderos, donde el agua termina de limpiarlas y dejarlas en perfectas condiciones. De ahí, a los secaderos. Pero para que todo esto pueda llevarse a cabo, la tierra ha de estar seca, y ahora mismo es puro barro, como desde hace dos meses.
El retraso en la recogida está generando una preocupación adicional, por si el exceso de humedad pudiera derivar en la aparición de manchas por hongos en algunas partidas. Encima se añaden problemas colaterales. Conforme avanza el tiempo aumentan las prisas de los agricultores, impotentes de hacer nada si no se secan los campos, porque las disponibilidades de máquinas y lavaderos son limitadas, y no es lo mismo llevar a cabo toda la recolección escalonadamente, a lo largo de tres o cuatro meses, que tener que concentrarla en uno o poco más.
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La inquietud se agrava cuando se cae en la cuenta de que se está rebasando la época acostumbrada para poder sembrar (o plantar, cada uno prefiere decirlo de una forma) patatas tempranas, que es la producción que normalmente más le sigue a la de chufas. Lo más habitual es que tal cometido se realice entre final de año y el mes de enero. Incluso es factible la primera semana de febrero, pero los huertanos entienden que es preferible no ir más allá, puesto que entonces se retrasa demasiado el ciclo y las patatas obtenidas ya no cuentan con ese deseado carácter temprano que determina la opción de diferenciarse con mejores precios.
Posiblemente habrá este año muy pocas patatas tempranas en la Huerta de Valencia, porque son pocos los campos que han podido sembrarse a tiempo y la previsión es que, si no llueve en las próximas semanas, aún hay que esperar a que se seque el terreno para sacar las chufas y preparar los campos para poner patatas. Demasiado para los pocos días que quedan. La mayoría de los labradores se resignan a poder recolectar las chufas sin sobresaltos y esperar mejores ocasiones.
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