VICENTE LLADRÓ
Lunes, 6 de febrero 2017, 00:00
La Comisión Europea ha lanzado una consulta pública de cara a la futura reforma de la Política Agraria Común (PAC), en la que Bruselas asegura, una vez más, que tiene el objetivo de simplificar y modernizar la normativa agraria europea para adecuarla a nuevos retos económicos, comerciales y medioambientales.
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Hasta ahora, siempre que se han presentado las sucesivas reformas agrarias o ha llegado un nuevo comisario de Agricultura se ha repetido el buen propósito de simplificar las normas y exigencias, aunque el resultado siempre ha sido precisamente el contrario: complicaciones en aumento. De ahí la natural desconfianza de agricultores y ganaderos hacia este tipo de anuncios.
Sin embargo, el momento es crucial y exige la participación activa del propio sector interesado en esta consulta de Bruselas sobre el futuro de la PAC, porque cabe esperar que el Ejecutivo comunitario haga bastante caso de las líneas principales que destaquen en esta macroencuesta, en la que es libre participar. También es fácil suponer que grupos políticos y ciudadanos muy interesados en arrimar el proceso hacia sus postulados aprovechen para tratar de influir al máximo, y los agricultores conocen perfectamente, porque lo vienen sufriendo, que de ello pueden derivarse aspectos negativos para sus intereses: reducción de ayudas, aumento de exigencias de todo tipo y endurecimiento de condiciones y normas de tipo ecológico y medioambiental, hasta niveles que muchas veces son absurdos, difíciles de cumplir y hasta casi ridículos.
Participar para influir
La eurodiputada española Clara Aguilera (PSOE), que fue consejera de la Junta de Andalucía y actualmente ocupa la Vicepresidencia de la Comisión de Agricultura del Parlamento Europeo, ha alertado en Valencia sobre la necesidad de que el sector agrario participe activamente en este proceso de preparación de la próxima reforma de la PAC, pues de ahí saldrán las reglas de juego y el alcance de las ayudas para después de 2020. Que no se resuma todo, como se acostumbra, en quejas a destiempo, cuando no hay remedio -vino a decir-, sino que se debe tomar conciencia ahora y obrar en consecuencia, presionando en los frentes adecuados, conociendo lo que se 'cuece' y tratando de influir para que prevalezcan los criterios profesionales agrarios y se atiendan justamente las necesidades reales, no se vaya por vericuetos ajenos.
En una conferencia en la sede de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja), Clara Aguilera explicó que por todos esos motivos este año de 2017 «es trascendental, porque se va a trazar el modelo de la agricultura que Bruselas querrá para más allá de 2020». No vale entretenerse al pensar que quedan cuatro años por delante, porque las grandes decisiones se adoptaran mucho antes, quizás este mismo año, en cuanto a niveles de gasto tope presupuestario, prioridades generales, líneas maestras de actuación, qué parte del dinero ha de ir a apoyos del mercado, qué otra al desarrollo rural, cuánto para zonas desfavorecidas o cultivos minoritarios...
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La consulta de Bruselas sobre la PAC quedó abierta el pasado jueves y permanecerá hasta el 2 de mayo, y ya señala la propia Comisión Europea que está dirigida «tanto a productores y ganaderos como a ciudadanos en general, organizaciones del sector y cualquier parte interesada». De ahí el riesgo de que una mayor participación ajena al propio campo (el agricultor suele ser 'pasota' en estos aspectos) desequilibre la balanza en su contra. Porque advierte la Comisión que «los resultados de esta consulta se incluirán en los trabajos del Ejecutivo comunitario para establecer las prioridades para el futuro de los sectores agroalimentarios».
Incertidumbre en los precios
El comisario de Agricultura, el irlandés Phil Hogan, ha insistido en su voluntad de reducir burocracia (lo consabido), aunque puede que haya esta vez mayor grado de verosimilitud, puesto que ha reconocido al mismo tiempo que la legislación de la última reforma (ahora en vigor) «dejó a todas las partes insatisfechas» y que es necesario actualizar las normativas a los «rápidos cambios» que ha sufrido el entorno agrícola europeo. Entre los problemas principales ha remarcado la caída de los precios y la incertidumbre del mercado, que son los aspectos que más preocupan en el campo valenciano.
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Aguilera advirtió, no obstante, que su recomendación de participar en la encuesta o consulta de la UE se ve enormemente dificultada en estos días iniciales para los agricultores españoles -como los de otros muchos países europeos- puesto que el texto sólo está disponible por ahora en tres idiomas: francés, inglés y alemán. Todavía no está en español, lo que deja bien claro, para empezar, que es preciso presionar ante Bruselas para influir y corregir.
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