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La EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) ha confirmado que el coronavirus no se transmite a través de los alimentos, por lo que todas las personas pueden estar muy tranquilas al respecto. El agente patógeno que tanta aflicción está causando sólo se propaga de persona a persona a través de las diminutas gotitas que quienes ya estén infectados pueden despedir con sus toses, estornudos o exalaciones.
Aunque el origen del coronavirus que provoca la actual pandemia se localizó en animales de China, la EFSA ha informado también de que no existe ninguna evidencia de que se propague a través de la fauna, ratificando que no hay otra forma de expansión que la descrita hasta ahora: de persona a persona.
De esta manera, la máxima autoridad europea en la materia descarta totalmente que las mascotas domésticas puedan tener algún tipo de papel en este grave problema de salud, en las dos vertientes: tanto como hipotéticos propagadores del microorganismo como eventuales víctimas del mismo.
Esta es una cuestión que se venía planteando desde múltiples foros, como es natural, porque cuando se llega a los niveles actuales de pacientes y víctimas, con tanta inquietud generalizada, con una declaración oficial de alarma y el confinamiento colectivo, es lógico que muchas personas se planteen si la convivencia con animales puede generar problemas o riesgos añadidos. Por otro lado se extienden dudas entre quienes no son precisamente partidarios de tener y cuidar animales en casa, por lo que en momentos como estos llegan a cuestionar la salubridad que pueda derivarse de ello.
Frente a estos temores, la EFSA ha traído total tranquilidad: todos los estudios ratifican que los animales domésticos no desarrollan ningún protagonismo en esta enfermedad causada por el coronavirus 'Covid-19'.
Este es un importante factor de sosiego, porque el número de hogares con mascotas es enorme. Basta con ver estos días cómo se están quedando de vacíos los estantes de los supermercados destinados a comida de animales: con tantos huecos como los de alimentos humanos y los más increíbles del papel higiénico.
Y de igual modo se despejan absolutamente todas las dudas respecto a lo que comemos: los alimentos no propagan este agente patógeno. Aunque aquí habría que hacer alguna matización. Cuando se dice que no los pueden propagar significa que no pueden vivir y reproducirse en ellos, como sí podría ocurrir en otros casos de microorganismos. Sin embargo pueden quedar sobre su superficie momentáneamente si quedan expuestos a posibles exalaciones de personas infectadas. De ahí que también se extremen las precauciones a la hora de exponer y comprar comida.
Habrán visto que en algunos supermercados, al llegar a la zona de frutas y verduras les pregunta algún dependiente si van a comprar género de la sección, en cuyo caso les proporcionan enseguida guantes de film plástico para asegurar que no se toque nada directamente con la piel de la mano. Esos guantes ya existen desde hace mucho tiempo en las tiendas de fruta, pero así se asegura que todos los usen.
Es decir, que si hipotéticamente alguien infectado tocara una fruta y a continuación la cogiera otro, podría haber cierto riesgo de contagio de la misma manera que al tocar cualquier otro tipo de superficie: la manivela de una puerta, un pasamanos de escalera, el propio carro de la compra... Pero no por comerse la pulpa de esa fruta una vez pelada.
Esa puede ser razón añadida, según algunos expertos, para que esté aumentando de forma notable el consumo de naranjas: se aprecia como una fruta cuyo interior queda mucho más protegido por el grosor de su piel. Un factor nada desdeñable que se estaría sumando en el imaginario colectivo a ese otro que es de sobra conocido: la ingestión de vitamina C es muy conveniente para luchar contra todo tipo de gripes y resfriados. Y entre las frutas tradicionalmente más identificadas con la vitamina C, la naranja, que además es de consumo muy versátil (en zumo o para comer), es muy agradable, barata y ¡está muy protegida por su corteza!
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Fermín Apezteguia y Josemi Benítez (ilustraciones)
Iker Cortés | Madrid
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