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«Europa va a proteger al sector agroalimentario de la competencia desleal y permaneceremos unidos contra las amenazas y las incertidumbres geopolíticas», ha dicho el ... comisario de Agricultura, Cristophe Hansen, en su reciente visita a España (incluida Valencia), precisamente después de haber presentado en Bruselas la anunciada 'Visión de la Agricultura y la Alimentación', una pretendida 'hoja de ruta' con la que la Comisión Europea intenta aquietar al sector agrario a base de prometer medidas, favores y protección. Casi amor eterno. Una vez más.
¿Qué es eso de la 'Visión'? Pues la definición oficial de Bruselas lo explica más o menos así: la contestación que en su día prometió Úrsula von der Leyen para sus primeros cien días de mandato, abarcando una «acción estratégica» para el sector agroalimentario que se convierta en una «firme respuesta a las reiteradas protestas y peticiones que se extendieron por toda la UE, y que todavía siguen.
Según interpretan avezados analistas, se trataría de todo un guiño al sector agrario. Vale, pero eso ¿cómo se conjuga? ¿En la práctica qué?
El comisiario Hansen ha explicado que «queremos que el sector agrario y alimentario sea atractivo, competitivo y esté preparado para el futuro, que trabaje de la mano con la naturaleza, que sea más sostenible desde el punto de vista medioambiental, pero también en lo económico y social, de modo que los agricultores puedan prosperar e innovar». ¿A que suena bien?
Más: «La Comisión Europea busca presentar muchas iniciativas para hacer la vida de los agricultoreds más fácil, pero también que sean más productivos». A cambio, como no podía eludirse, ya que se alude a producir más, se prometen «medidas» para que los agricultores «no se vean obligados a vedner sistemáticamente sus productos por debajo de los costes de producción, lo que deriva en que nuevos agricultores no quieran entrar en el sector. Al fin se dan cuenta en las grandes alturas. Aunque se quedan en que adoptarán medidas. Pero ¿qué medidas? Enuncian la buena intención y nada más. La Comisión asume que el agricultor también debe tener unos ingresos justos (menos mal), porque si no, lo deja, como cualquier otro, y por eso no hay relevo generacional, sino abandono. De todas forma, no dicen cómo cumplirlo.
Tal vez porque, como señalan las organizaciones agrarias, conformes con la música que suena pero reticentes con la letra, con la falta de texto concreto, todo es cuestión de decisión política y de presupuesto suficiente. Adopten acuerdos de verdad y pongan dinero. Empezando por la PAC y por el cumplimiento de la tan cacareada simplificación burocrática, señalan.
Recordemos que España es pionera en eso de intentar mejorar los precios con la Ley de la Cadena Alimentaria, pero a la hora de la verdad no funciona como sería de esperar y tantas veces se anunció, porque Competencia pone trabas a eso de defender unos precios mínimos en origen, lo prohíbe, y las medidas alrededor se han ido enrollando en tratar de hacer ver lo que no es, o no puede ser, pese a los buenos intentos y varias reformas.
Es por eso de ser pioneros con la Ley de la Cadena que el ministro del ramo, Luis Planas, ha señalado su satisfacción ante la 'Visión' agraria europea, puesto que, al poner mayor énfasis que otras veces en lo de cuidar los precios y los ingresos, vislumbra en todo ello «las ideas de España, nuestras ideas». En particular ha destacado que la Comisión contempla prohibir la venta a pérdidas, como figura en la legislación española, si bien en la práctica eso mismo se vuelve aquí irrelevante, porque se contemplan y aplican excepciones que casi siempre dan salidas para librarse.
Pese a todo, dada la escasez de la que se viene, bien parece que algo se mueve. Por algo se empieza. Y tal como están evolucionando las grandes cuestiones de la globalización y la política internacional, quizá empiece a cambiar algo en serio por aquí.
De momento, el comisario Hansen contempla la idea de prohibir las importaciones tratadas con productos prohibidos en Europa. Ya sería un avance notable. Así como frenar la eliminación de plaguicidas si no se cuenta antes con alternativas eficaces. O reducir las cargas burocráticas y medioambientales. De igual manera ha hablado de «favorecer los incentivos al productor, en vez de las condiciones para producir». A ver si al final cambia algo de verdad.
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