Los costes de los apicultores valencianos se disparan un 25% por el decreto de la 'pinyolà'

En un momento en el que el encarecimiento del combustible está golpeando tanto a agentes económicos como consumidores, el decreto de la 'pinyolà' aprobado por la Conselleria de Agricultura esta semana supone una carga aún más pesada de lo habitual para los apicultores valencianos, que ven cómo sus costes se incrementan un 25% respecto al sector del resto de España.

En concreto, esta regulación prohíbe la colocación de colmenas a menos de cuatro kilómetros de cultivos citrícolas para evitar la polinización cruzada, que puede dar como resultado la generación de mandarinas con semillas, un producto de escaso valor comercial. Pese a que la conselleria dio a entender hace aproximadamente un mes que este año la regulación sería más laxa para la actividad de las abejas, la decisión final ha sido reproducir la misma normativa del pasado año, lo que ha causado el rechazo de apicultores y parte del sector agrícola de la Comunitat Valenciana.

Según Javier Perpiñán, miembro de la asociación 'La abeja es vida', cada explotación apícola valenciana pierde más del 40% de la producción anual debido a esta normativa. "La pérdida de la primera floración y, por lo tanto, de la primera recolección de miel de azahar, influye negativamente en el nivel económico de estas empresas", indica Perpiñán a LAS PROVINCIAS. Según sus cálculos, si cada explotación hace una media de tres cortes de miel por año, esto se traduce en que se pierde un tercio de la producción anual.

Esto supone una depreciación del valor de la miel de azahar, ya que numerosos apicultores se ven obligados a optar por otras floraciones ante las limitaciones establecidas por el Consell, que responden al interés de los productores citrícolas y al derecho de la propiedad privada de estos mismos. En cuanto salió aprobada la norma, varias organizaciones manifestaron su rechazo y criticaron a la conselleria por no establecer un mapa varietal, como se reivindica desde hace años, que concrete las zonas con riesgo real de polinización cruzada y huir, de este modo, de una restricción generalista. No obstante, los productores citrícolas sostienen que, más allá de la polinización cruzada, tienen derecho a no permitir que se coloquen cajas en territorios de su propiedad por el motivo que sea.

"Es un 25% más de gasto que los apicultores del resto de España, ya que, normalmente, cada apicultor extrae la primera cosecha de donde reside, siendo esta cosecha la más rentable y permitiendo hacer frente a la trashumancia con una ligera bonanza económica. A los apicultores valencianos nos toca buscar por otros lugares más lejanos nuevas floraciones con las que empezar la campaña, con el consiguiente gasto que esto ocasiona en vehículos, gasoil, dietas, hoteles, empleados, etcétera", apunta Perpiñán.

Perpiñán considera que tras 30 años con estas restricciones (cada primavera se aprueba la norma para evitar la 'pinyolà' y los apicultores confiaban en que este año fuera más laxa), el Consell "no ha puesto ninguna solución al problema" que tienen los citricultores de híbridos. "Hemos pasado de ser la primera comunidad de España en apicultores y producción de miel a cada vez estar más a la cola de la apicultura", concluye el representante del sector.

Sin embargo, pese al mapa varietal al que se hace referencia, continuaría otra cuestión que tendría que resolverse de manera personal entre los dos sectores: que los dueños de los cultivos citrícolas permitan a los apicultores instalar sus colmenas. Y es que, más allá de la polinización cruzada y de la generación de mandarinas con semillas, los propietarios de la tierra pueden esgrimir distintos motivos en contra, desde sufrir alguna alergia hasta la imposibilidad de trabajar en buenas condiciones los campos si abundan estos insectos en su zona.

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