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Exportación. Tareas de selección de naranjas en un almacén de Alzira a principios del siglo XX. El transporte se hacía en carro, no había maquinaria para triar y envasar y las mujeres trabajaban sentadas en el suelo con la fruta amontonada al lado. biblioteca digital valenciana

Nuestra producción naranjera está amenazada de muerte

LA HEMEROTECA ·

Francia cierra su frontera a la fruta valenciana tras proteger España a #la industria catalana y vasca frente a las importaciones

C. BONELL

Lunes, 21 de febrero 2022, 00:57

El titular de LAS PROVINCIAS del 3 de marzo de 1922 bien pudiera ser de hoy mismo, pues la situación es similar, aunque los motivos sean otros, y se ha extendido en el sector citrícola tal sentimiento de derrota que de igual modo que entonces puede repetirse hoy lo que está en la mente de una mayoría: «Nuestra producción naranjera está amenazada de muerte».

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La exportación no fluía como era de esperar, lo que hundió los precios y extendió el nerviosismo ante la amenaza de una ruina generalizada.

Francia había cerrado su frontera a la naranja española en respuesta a la política proteccionista del Gobierno espñol, presidido por el catalán Cambó, que había decidido aplicar cuantiosos aranceles a los productos industriales franceses, para defender a fabricantes de Cataluña y el País Vasco («bilbaínos», decía el periódico).

La edición del día 2 ya anunció: «Una riqueza en peligro». «A fuerza de palos puede que al fin despierten los naranjeros».

Aquel aviso sirvió al menos para que se movilizaran los productores y comercializadores en los principales pueblos naranjeros, como Alzira, Carcaixent, Burriana, Vila-real, y se realizaran reuniones y asambleas a las que acudieron políticos e importadores de París que informaron sobre la situación.

Pero el problema creció inesperadamente: los países nórdicos también dejaron de comprar naranjas españolas, en respuesta a la presión del Gobierno de Madrid para que eliminaran sus aranceles al vino. Colectivos antialcohólicos reclamaron la 'ley seca' y una respuesta a la presión de Madrid, extendiendo su rechazo a la naranja valenciana, que de pronto se quedó sólo con el mercado del Reino Unido.

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