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E. RODRÍGUEZ
Domingo, 3 de marzo 2019, 00:29
La carga social por las mujeres migrantes fue el motor impulsor de Soluzziona, una empresa valenciana dedicada a la formación en diferentes ámbitos laborales para la posterior incorporación al mercado de trabajo. Con esa definición podría parecer una agencia más de colocación, pero no es así. Su valor diferencial es que es una empresa social, cuyo objetivo es la inserción laboral de personas en situación de vulnerabilidad, sin que ello suponga coste alguno para ellas.
Por ello, la ambición de engordar su cuenta de resultados no está entre las aspiraciones de esta compañía, según cuenta Federico Martínez, quien fundó Soluzziona junto a su mujer, Arancha Aznar. «Hace doce o trece años empezamos a trabajar en una ONG que actúa principalmente en África. Aquello ya nos tocó mucho. Entonces se nos fue generando una carga de empatía hacia las personas que realmente sufren en la vida y que tienen problemas», cuenta Martínez.
Soluzziona emprendió su andadura en abril de 2016 con la idea de que mujeres llegadas de otros países pudieran desarrollarse como trabajadoras en una tierra extranjera, donde el idioma y las costumbres suponen un escollo importante. Sin embargo, también se suman al proyecto mujeres de nacionalidad española que, por unos motivos u otros, se encuentran en exclusión o tienen dificultades para desarrollarse a nivel profesional.
«Nos pareció que era muy importante volcarnos con estas personas y por ello se fundó esta empresa social», explica Martínez, quien insiste en que Soluzziona trata de «reconvertir sus vidas» a través de una oportunidad laboral. «Tratamos de que recuperen su ilusión, ganas de vivir, su autoestima, que se sientan útiles, todo ello a través de su incorporación al mercado de trabajo», cuenta el empresario, quien añade que de las 350 personas que han pasado por Soluzziona, 250 se han incorporado al mundo laboral.
Las vidas tras el programa
Soluzziona recibe mujeres de distinta procedencia y con historias muy diferentes, pero con un mismo objetivo: salir adelante en una tierra extraña. Hay casos como el de Maria Ángela que ponen los pelos de punta. Una joven venezolana que ha venido a España por las presiones que han sufrido ella y su marido, un alto cargo en la oposición. Aunque es periodista, está dispuesta a encontrar trabajo en cualquier otro ámbito, por lo que acudió a Soluzziona.
Por su parte, Celmi tiene 38 años y llegó en 2007 desde Paraguay en busca de un futuro mejor. «Hasta hace muy poco, estaba trabajando en el mantenimiento de una casa, donde he aguantado once años. Pero lo he dejado por algunas dificultades», explica Celmi, quien en su país llegó a ejercer de maestra y a quien le gustaría trabajar con niños.
Yanira, una joven de treinta años, lleva poco más de tres meses en Valencia. Se fue de Nicaragua por la crisis política y económica que azota al país. Ella es arquitecta, pero necesita la homologación de su título en España. Mientras realiza esas gestiones, se forma en Soluzziona con el objetivo de encontrar pronto un empleo. «Esta experiencia es una orientación para mí, porque estaba perdida. Además, me ha ayudado con el choque cultural», asegura.
Otra historia es la de Fátima, de cuarenta años, una marroquí que se instaló tras casarse con un hombre español, de quien se ha separado. Con ilusión, Fátima explica que estudió secundaria en Marruecos y que llegó a trabajar en una guardería. «Me gusta mucho, quiero aprender más. Me encantaría seguir trabajando con niños», afirma.
Las mujeres que contactan con la compañía tienen que realizar una entrevista para analizar su situación y comprobar su nivel de motivación. A través del programa, se forma a las alumnas en labores del hogar y en el cuidado de mayores y niños. Además, se les instruye sobre costumbres, valores culturales y conocimientos sobre Valencia y la Comunitat.
Luego, la firma cruza los datos de cada alumna con las demandas de las empresas interesadas en ciertos perfiles para, de ese modo, facilitar la contratación. Cada compañía se hace cargo de los costes de formación. En concreto, Soluzziona cobra 150 euros a la empresa que finalmente contrate a una trabajadora. Así, la empresa se sustenta económicamente.
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