Presentación del coche eléctrico de Ford en el el congreso eMobility Expo World Congress de 2023. EP

El atraso de Ford en la electrificación evidencia las carencias de un modelo que resulta poco atractivo en España

La patronal de la movilidad eléctrica considera que la falta de incentivos frena la matriculación de vehículos que no sean de combustión

Javier Gascó

Valencia

Jueves, 30 de mayo 2024, 01:58

Es evidente que el proceso de electrificación avanza «más lento de lo que se esperaba», como explicaba el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, este martes. La decisión de Ford de adjudicar un vehículo híbrido a su planta de Almussafes a partir de 2027 ... pone de manifiesto que todavía queda un largo trayecto hasta conseguir la descarbonización total en el mundo de la automoción. Además, la compañía norteamericana no ha sido la única que ha dado un paso atrás en la fabricación de modelos eléctricos, ya que otras como Mercedes también han optado por postergar el momento de inicio de la electrificación.

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Un movimiento que en el caso de Ford ha generado un auténtico terremoto, cuya escala todavía se desconoce debido a la inconcreción de la compañía respecto al número de empleados que se verán afectados por el nuevo ERE, tanto en la fábrica de la Ribera Baja como en toda la industria auxiliar que la rodea.

La creación de un plan de choque por parte del Consell para evitar que el sector naufrague durante «este nuevo tiempo de tránsito» es una posible solución, aunque desde la patronal de la movilidad eléctrica consideran que la falta de interés en los modelos eléctricos por parte de los consumidores es la principal causa de una crisis que amenaza con azotar con fuerza a varias empresas de la industria automotriz.

«Lo que influye en la compra de vehículos eléctricos es, principalmente, un sistema eficiente o deficiente de incentivos a la adquisición», asegura el director general de la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso de la Movilidad Eléctrica (Aedive), Arturo Pérez de Lucía. De hecho, los empresarios creen que otros países como Portugal, «que cuenta con menor renta per cápita y donde la intensidad de las ayudas a la compra de eléctricos es menor que en España», cuentan con muchas más matriculaciones anuales «porque su plan de incentivos se percibe en el momento de la compra».

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Además, desde Aedive consideran que el vehículo eléctrico «ofrece muchas ventajas económicas en el uso» junto a «calidades extraordinarias y una eficiencia sensiblemente mayor que los vehículos de combustión», por lo que la tarea pendiente para que el consumidor se anime a dar el cambio sigue siendo la puesta en marcha de «un plan de incentivos ágil y rápido, que dé señales de precio en la compra».

De tal modo, la patronal considera que el paso atrás de las compañías respecto al proceso de electrificación no es un movimiento que se pueda generalizar, ya que depende directamente de «la política empresarial de cada una y de sus capacidades para ello».

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De hecho, Pérez de Lucía cree que la entrada con fuerza de modelos eléctricos procedentes de China no se debe a una cuestión tecnológica, sino más bien a una buena estrategia empresarial por parte de las compañías orientales. «Hay que tener en cuenta que al igual que modelos eléctricos, los fabricantes chinos están comercializando en occidente muchos vehículos de combustión, por lo que no se trata de una cuestión tecnológica, sino estratégica de mercado», comenta el representante de la patronal, que también defiende que la industria occidental tiene capacidad «para centrar su estrategia en la calidad, la tecnología, la innovación y el diseño, unido a un servicio postventa de valor», que es «lo que le ha hecho líder durante décadas».

En ese sentido, la consellera de Industria, Nuria Montes, ha recalcado este miércoles en la primera Asamblea general de la Alianza de Regiones Europeas de Semiconductores (ESRA) la importancia de la industria de los semiconductores para el sector de la automoción en la Comunitat y ha advertido de que la sobrerregulación de la Unión Europea amenaza a la industria de los microchips y semiconductores. «La Unión Europea es tremendamente restrictiva en la utilización de determinados productos que en otros países se seguirán utilizando, sin que Europa pueda hacer nada», ha lamentado la responsable del Consell, tras la firma de un documento que alerta, precisamente, de que el nuevo reglamento de sustancias químicas supondrá una desventaja competitiva respecto a países de fuera de la Unión.

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