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MANUEL GARCÍA
TORREBAJA.
Domingo, 30 de enero 2022, 00:08
«En la oficina trabajaban Vicente y Miguel Ángel». Manuela Morales aún recuerda los nombres de los dos empleados de la entidad bancaria con la que contaba su pueblo, Torrebaja, en el Rincón de Ademuz, y que pasó a la historia hace unos siete años, ... dejando a los vecinos de este municipio sin la opción del trato humano, la ayuda personalizada y abandonados en un mundo digital y desconocido para muchos de ellos.
A sus 81 años de edad, Manuela es una de las muchas personas, la mayoría de edad avanzada, que tiene marcado cada miércoles en su calendario particular. Porque es ese día y sólo ese día cuando tienen la opción de sacar dinero del cajero móvil que estaciona durante unas horas en esta pequeña localidad de alrededor de 400 habitantes. No importa si las temperaturas bajan de cero grados, que es lo más habitual en la zona, o llueve, durante la mañana se forman colas para entrar en una oficina bancaria móvil que ofrece la opción de que una persona saque dinero por sí misma y reciba la ayuda de un empleado: «Ahora viene un chico de Valencia», recuerda Manuela, quien señala que esta persona también efectúa su trabajo con total profesionalidad, aunque el hecho de que venga de fuera provoca que no se creen empleos en el municipio.
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La historia de las entidades bancarias en el municipio, según recuerdan los más mayores, se remonta a la sucursal del Banco Hispano de Teruel, «era muy bonita, preciosa», rememora esta vecina y posteriormente a Cajamar.
Pero ambas cerraron sus puerta y hoy, para conseguir acceder a un cajero automático hay que desplazarse hasta Ademuz, a ocho kilómetros de distancia.
Pero los mayores de este municipio reconocen que incluso la instalación de un cajero automático no sería suficiente para resolver su problema «porque hay mucha gente que necesita ayuda para sacar dinero. No sabe hacerlo por sí misma». Exigen que se pueda reabrir una entidad bancaria con empleados para poder tener una atención adecuada a sus necesidades.
En la actual coyuntura, «la gente mayor está muy condicionada», reconocen desde el municipio del Rincón de Ademuz. Al no tener tarjeta de crédito, o no poder usarla por no aceptarla en algunos establecimientos por falta de cobertura, «tienen que controlar el efectivo, porque si tienen un gasto inesperado y se lo acaban todo... ya tienen que recurrir a alguien o esperar hasta el siguiente miércoles a la llegada de la oficina móvil. Es un auténtico bucle del que es difícil salir», destacan.
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