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Dos horas y quince minutos. Fue el tiempo que necesitó la junta general de accionistas de Bankia (la undécima desde su constitución) para dar luz verde al proceso de fusión con CaixaBank, anunciado el pasado septiembre y que se materializó ayer por parte de Bankia, ya que la entidad catalana celebrará su junta de accionistas mañana. Ambas en Valencia, donde radica la sede social, que se mantendrá una vez culminado el proceso mientras que las operativas estarán en Madrid y Barcelona.
La previsión, según reiteró el presidente de Bankia, José Luis Goirigolzarri, es que el proceso (aún quedan las autorizaciones pertinentes) culminé en el primer trimestre de 2021. Será en ese momento cuando comience la integración tecnológica de las dos entidades, que deberá estar concluida antes de que acabe el próximo año. Hasta entonces, operarán por separado.
En su discurso, el ejecutivo destacó que la fusión «es la mejor contribución que podemos hacer a la recuperación socioeconómica de nuestro país». Además, aseguró que esta absorción generará «una mayor rentabilidad» y «la distribución de unos mayores dividendos en efectivo».
De hecho, en su intervención ante un aforo limitado en el Palacio de Congresos de Valencia por las restricciones del Covid, el banquero detalló que el objetivo es que la rentabilidad del nuevo grupo financiero sea del 8,2% en 2022, «un nivel muy superior al que alcanzarían las dos entidades de forma independiente».
Así, en términos de beneficio por acción, la entidad prevé alcanzar dentro de dos años un nivel de 0,33 céntimos por acción, lo que supone un 28% superior al nivel que hubiera obtenido CaixaBank de forma independiente y del 70% al de Bankia.
Sobre la operación con CaixaBank, Goirigolzarri, que será el presidente ejecutivo del nuevo banco, apuntó que la anticipación fue un «factor estratégico clave» pues les permitió contar con «una mayor opcionalidad y poder afrontar la integración desde una mayor fortaleza financiera».
En este sentido, también comentó que la baja rentabilidad de la banca europea o el cambio de hábitos de los clientes ha obligado a cambiar las estrategias de los bancos, aceleradas por la irrupción de la pandemia de coronavirus, del que reconoció que tendrá «graves impacto en nuestra economía». «Va a tener un coste enorme para nuestro PIB», dijo.
Respecto a las cifras de la nueva entidad, el máximo responsable de Bankia recordó las «importantes sinergias» que presenta la fusión, ya que el nuevo grupo aspira a elevar los ingresos en 290 millones anuales antes de impuestos y prevé lograr unos ahorros de costes de alrededor de 770 millones anuales, antes de impuestos.
La nueva entidad, que mantendrá la marca CaixaBank, será el banco de referencia en España, con una cuota en créditos y depósitos del 25% y 24%, respectivamente, y más de 660.000 millones de activos. Contará con más de 20 millones clientes y presencia en 2.200 municipios, en 290 como la única entidad presente.
La ecuación de canje de la operación se acordó en 0,6845 acciones ordinarias nuevas de CaixaBank por cada acción de Bankia, con una prima del 20%. De esta manera, CaixaBank tendrá el 74,2% del capital de la nueva entidad y Bankia, el 25,8%.
Respecto al reparto accionarial, Criteria (el primer accionista de CaixaBank) ostentará el 30% de las acciones; el FROB (que se beneficiará del reparto de dividendos), un 16%; los inversores institucionales, el 37%; y los accionistas minoritarios (más de 750.000), el 17% del capital.
«Vamos a estar acompañados por el mejor compañero de viaje que podíamos tener para iniciar esta nueva etapa», resaltó en un discurso en el que también tuvo palabras de agradecimiento para su equipo y los trabajadores de la entidad.
Goirigolzarri aseguró ayer, en el apartado de contestaciones a los accionistas, que «todavía no está dimensionado el proceso de reestructuración» que se llevará a cabo tras el cierre de la fusión pero tratará, «en la medida de lo posible», que la mayoría de las salidas de trabajadores sea voluntaria y «se basará estrictamente en criterios de meritocracia». Los sindicatos trasladaron la «incertidumbre» que vive la plantilla y algunos, como UOB o CGT expresaron su rechazo a la fusión y votaron en contra.
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