REDACCIÓN
Martes, 15 de septiembre 2020, 00:31
Dentro de todos los flecos abiertos con motivo de esta operación financiera, destaca el relativo a la denominación, que está cada día más claro: el nuevo banco mantendrá la marca CaixaBank, mientras que la de Bankia desaparecerá. La entidad de origen catalán cuenta con una denominación más asentada y conocida entre la sociedad y sus clientes, mientras que Bankia arrastra algunas sombras de sus problemas del pasado, cuya historia no llega a una década.
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El origen de Bankia se remonta a julio de 2010, cuando tuvo lugar la integración de siete cajas de ahorros (Caja Madrid, Bancaja, Caja Canarias, Caja Ávila, Caixa Laietana, Caja Segovia y Caja Rioja) en forma de un Sistema Institucional de Protección (SIP).
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Con la nueva denominación, la entidad resultante protagonizó una polémica salida a bolsa en julio de 2011 que atrajo a unos 360.000 inversores y se vio empañada por la crisis económica y su impacto en los mercados financieros.
Tras la reformulación de las cuentas por parte de Bankia, se puso de manifiesto la situación real de la entidad, lo que acabó llevando a muchos de sus inversores a los tribunales para reclamar sus inversiones. El Estado nacionalizó el 100 % de BFA, convirtiéndose en el principal accionista de Bankia. Ese mismo día, el hasta entonces presidente de Bankia, Rodrigo Rato, presentó su renuncia y abrió el camino al frente de la entidad a José Ignacio Goirigolzarri.
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