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Directo Un agraciado gana 192.883,96 euros con el Gordo de la Primitiva de este domingo en un municipio de 3.000 habitantes
Plagas. Un agricultor realiza un tratamiento fitosanitario, con tractor y cuba de pulverizar, en un cultivo de hortalizas. SONIA M. LARIO
Cambio de tendencia en la UE

Cambio de tendencia en la UE

La sorprendente decisión se suma a la prórroga del glifosato y a otros signos que parecen indicar un inesperado acercamiento a los problemas reales del sector agroalimentario

V. LLADRÓ

VALENCIA.

Domingo, 26 de noviembre 2023, 23:42

El Parlamento Europeo ha proporcionado una sonora sorpresa al rechazar una nueva normativa cuya finalidad era restringir todavía más el uso de plaguicidas agrícolas.

Por 299 votos en contra, 207 a favor y 121 abstenciones, los eurodiputados no aprobaron la semana pasada un nuevo Reglamento del Uso Sostenible de Productos Fitosanitarios. La propuesta, presentada por la Comisión de Medio Ambiente, tenía el objetivo de eliminar la mitad de los plaguicidas agrícolas que quedan antes de 2020, endureciendo además el uso de los permitidos.

Con tan inesperado rechazo han quedado patentes las grandes divisiones políticas que existen en altas instituciones europease y de los Estados miembros, como resaltan los analistas.

Al parecer empiezan a tenerse en cuenta avisos sobre consecuencias graves al descender la producción de alimentos

Pero al mismo tiempo se hace notar un singular cambio de tendencia en la UE que abre un sinfín de especulaciones y posibilidades. ¿Se trata sólo de discrepancias políticas en el plano izquierdas-derechas o hay algo más? ¿No será que comienza a haber una mayoría de dirigentes políticos, y por supuesto eurodiputados, que le ven las 'orejas al lobo'?

Un respiro normativo

En el plano agrario, la sorprendente decisión de la Eurocámara no deja de sorprender, cuando lo habitual era una continua espiral de restricciones en cascada. «Den un respiro normativo», claman los carteles de muchas protestas agrícolas en diversos países europeos. «Es que empiezan a temer que llegue cierta escasez y no quieren pasar hambre», se apunta desde mentideros agrarios locales.

Algo de esto se debe de estar registrando, porque no sólo es este punto. El rechazo del polémico reglamento fitosanitario se produce pocos días después de que la Comisión Europea adoptara una decisión arbitral para prorrogar por diez años el polémico herbicida glifosato. ¡Diez años!, cuando muchas voces pedían prohibición total y los países miembros no se pusieron de acuerdo para llegar a un acuerdo. Bueno, no se pusieron de acuerdo según el régimen de mayorías reglamentarias que rigen al respecto, pero tampoco han hecho ni dicho nada tras la decisión salomónica de Bruselas. También cabe que todo sea fruto de complejas estrategias para quedar bien sin desviarse de lo que interesa al final.

Estas decisiones para paralizar el incesante proceso de prohibición de fitosanitarios no llegan solas. De forma larvada hay un proceso de reconducción de limitaciones relacionadas con el 'Pacto Verde' y la estrategia 'De la granja a la mesa'. Y no debe ser casual que el gran mentor de todo ello, el ex vicepresidente de la Comisión Frans Timmermans, haya desaparecido de la escena. Seguramente, de haber seguido, las cosas no habrían salido exactamente así, ni se estaría hablando con solutra de flexibilizar algunos puntos de la PAC. ¿Timermans se fue sólo porque quería apuntalar la candidatura 'Verde' en los Países Bajos -donde ha perdido, por cierto- o porque esto se juntó con otros aspectos que aconsejaron su salida?

Hacer caso a los afectados

Las organizaciones agrarias interpretan que en la no aprobación de los eurodiputados hay también un rechazo claro a la imposición de objetivos sin fundamento, a la ausencia de una evaluación adecuada del impacto económico y social que pueden tener este tipo de recortes e imposiciones, así como la falta de financiación para apoyar los objetivos que se pretenden. Todo un cambio de planteamientos que refleja cierta preocupación creciente por las consecuencias que puedan tener enfoques teóricos propuestos por la Comisión Europea sin atender a los interesadosiones y tener en cuenta las consecuencias posibles. Lo de siempre: la teoría frente a la realidad práctica y que tanto va el cántaro a la fuente que se rompe.

Después de tanta insistencia desde las bases, denunciando que la Comisión hacía demasiado caso a los ecologistas radicales y defendía planteamientos ideológicos sin fijarse en la realidad del campo, puede que se esté imponiendo la línea más pragmática, defendida últimamente por la presidenta Úrsula von der Leyen, en el sentido de que hay que escuchar más, valorar pros y contras e ir a un diálogo más constructivo en estas cuestiones estratégicas sin caer en decisiones arbitrarias.

Hasta después de elecciones

A poco más de seis meses de las próximas elecciones europeas, este tipo de cosas alcanzan gran peso, pues no se quiere soliviantar al electorado más sensible. De hecho ya ha quedado claro que no se va a decidir nada nuevo al respecto hasta después de los comicios, para que sea el nuevo Parlamento Europeo y la nueva Comisión quienes tomen iniciativas. También hay que tener muy presente que el rechazo abarca además que la Comisión de Medio Ambiente no podrá reformular ahora su propuesta. Sólo cabe que cada Estado miembro decida algo nuevo por sí, y no sería de recibo que en algún país se optara por ir más allá de lo que la Eurocámara no ha querido. Es más, a los votos en contra del reglamento propuesto, 299, hay que sumar las 121 abstenciones; una cifra muy significativa que viene a indicar que el abanico de las dudas se abre de par en par también entre quienes aún no se deciden por lo que empiezan a ver, aunque se opone a sus convicciones anteriores.

A todo esto, y retomando esa idea de que 'le están viendo las orejas al lobo', expertos en estos ámbitos señalan que empiezan a considerarse muy en serio informes que vienen advirtiendo que el recorte en el uso de abonos y plaguicidas acarreará graves descensos en la producción alimentaria y que algo de esto ya está ocurriendo y se encuentra detrás del encarecimiento de infinidad de productos, lo que por otro lado quieren combatir para que no se resienta el normal abastecimiento a la población.

En cualquier caso, parece evidente que esta votación en la Eurocámara representa un sensible cambio y el posible inicio de una época en la que se tengan en cuenta parámetros y problemas hasta ahora no reconocidos.

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