![Los caminos rurales sirven hoy como vías de servicio para grandes áreas metropolitanas](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/04/08/189855675--1200x840.jpg)
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Una extensa red de caminos agrícolas está sirviendo hoy para un uso intensivo de vehículos urbanos, industriales y de gran transporte para el que no están preparados, porque no estaban concebidos para ello y tampoco se actualizan en consonancia.
Son caminos por lo general ... estrechos, a menudo con curvas muy pronunciadas, al lado de acequias y terraplenes, con trazados que deambulan entre construcciones y parcelas de cultivo y casi nunca uniformes en sus límites con propiedades adyacentes. Lógico, porque son caminos puramente rurales, que surgieron simplemente por el ensanchamiento paulatino de viejas sendas de paso por las que iban mulas y gente a pie, después carros, finalmente tractores, más recientemente coches de agricultores y esporádicos camiones para recoger las cosechas.
Sin embargo, la fuerte expansión urbanística e industrial de las últimas décadas lo desborda todo sin que hayan ido parejas inversiones suficientes que den cauce satisfactorio a un caudal creciente de circulación que demanda paso. La consecuencia es la invasión natural de esas otras vías adyacentes, tan precarias, de origen rural y previstas para meros usos agrícolas, que se ven hoy a su vez desbordadas por una afluencia masiva para la que no están preparadas.
Entre los usuarios habituales del 'By-pass', por ejemplo, quien más y quien menos conoce de sobra las alternativas de este tipo para evitar los atascos de horas que se repiten a diario. Son los pequeños 'by-pass' del 'By-pass' principal, el que ahora está en obras de ampliación que apenas avanzan.
Camiones que van y vienen de los polígonos industriales, coches que salen y entran en las docenas de urbanizaciones que proliferan alrededor, como ocurre por igual junto a la pista de Ademuz, la de Silla, la A-3... Todo fluye como puede por las grandes vías, a menudo saturadas, ya no sólo en lo que antes llamábamos 'horas punta', y se derrama por todos lados, hasta inundar los caminos rurales, que acometen así un papel no previsto, convertidos en obligadas vías de servicio de grandes áreas metropolitanas. Las ciudades se ahuecan por el centro pero se ensanchan sin parar, a un ritmo vertiginoso que no es seguido por las inversiones necesarias en comunicaciones.
Entre tanto, ¿cuál es la respuesta de la lenta Administración? Dejar pasar, mirar para otro lado, a ver si escampa, y como máximo gastar algo de dinero en poner más señales de tráfico, muchas veces con el evidente propósito de curarse en salud ante posibles reclamaciones.
Sólo así se entiende que proliferen señales que advierten, por ejemplo, que el firme de un camino se encuentra en mal estado. ¡Hombre, pues arréglenlo! Si lo saben de sobra y lo plasman en carteles, ¿cómo no lo reasfaltan, como mínimo, o apañan los baches, y se limitan al aviso de que está mal? ¿Por qué no cumplen su cometido de calidad, como se exige al ciudadano?
El problema de fondo quizá esté en los repartos de competencias. El camino rural puede que sea de tal ayuntamiento, pero como por allí transitan sobre todo los vecinos de dos urbanizaciones que son de otro municipio y los del polígono industrial de un tercero, al pillarles más cerca de la autovía de turno, pues el ayuntamiento tal prefiere no gastar de su presupuesto para vecinos que no votan en su feudo, que no es fácil que vayan a quejarse al alcalde o el concejal de turno, y así se limita a poner señales de advertencia, por si alguien rompe una rueda y le da por enfadarse: ya estábamos avisándole, pero usted se empeñó en pasar.
No dirán que no resulta fácil el asunto. Se llena el paisaje de rutilantes letreros que indican que estamos en una 'Vía pecuaria', incluso en una 'Vereda de uso exclusivo agrícola', y de paso se limita la velocidad al mínimo, a 20 km/h, menos que la mínima velocidad en el centro urbano. Todo arreglado. ¿Le dirán algo a quien pase por ahí sin ser un usuario exclusivamente agrícola? No. Ni guardias, ni fotos. Todo el mundo sabe de sobra que por esos sitios es preciso que pasen quienes no pueden por otros, salvo dando rodeos inmensos. De manera que se permite el paso, se tolera, se hace la vista gorda. Pero se siembra todo de postes y carteles que adviertan de que aquello es lo que todavía dice que es sobre el papel.
Las vías pecuarias, veredas, cañadas, cordeles, descansaderos, majadas... son lugares de paso para el ganado. Nombres que denominaron los sitios por donde circulaban los rebaños trashumantes en busca de pastos o camino de los mataderos de las ciudades. Hoy son conceptos que resultan anacrónicos. Por ahí hace décadas que no pasa ningún ganado. La Castellana, en Madrid, también lo es, y un día al año se hacen pasar ovejas para rememorar aquel pasado esplendor. Pues por estas veredas ahora sólo pasan miles de vecinos de chalets, camiones de obras e industrias, albañiles, fontaneros y las furgonetas de reparto de Amazon. Ensánchenlos o hagan vías alternativas suficientes, pero no comprometan las actividades agrarias cotidianas.
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