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CARLOS BONELL
Lunes, 4 de abril 2022, 00:12
Los altos precios de la algarroba se han traducido ya en una clara revalorización de los terrenos con algarrobos, hasta el punto de que en ... estos momentos puede decirse que este cultivo es de los pocos en los que descansa alguna perspectiva favorable de futuro, hasta el punto de animar nuevas inversiones en el mismo, cosa totalmente inesperada hace poquísimos años.
Por término medio, la hanegada de algarrobos se paga en estos momentos a 1.500-1.600 euros e incluso se piden 2.000 y más si se trata de plantaciones en mejor estado, con buena tierra, ubicación atractiva y disponibilidad de agua para riego de apoyo.
Son precios que igualan e incluso superan en algún casos a los cítricos de variedades generalistas, que han bajado dada la atonía actual del mercado naranjero. Por supuesto superan en mucho las cotizaciones de otros cultivos tradicionales de secano, como almendros u olivos, donde apenas se aprecia demanda.
En realidad, a los corredores de campos de los pueblos les llegan ahora más ofertas de venta de campos de naranjos que no pueden colocar, porque no resulta tentador producir lo que en estos momentos parece sobrar, y, en cambio, reciben continuas demandas de compra de fincas de algarrobos que les cuesta atender, porque quien dispone de este cultivo, por lo general, y salvo que sea persona mayor o desvinculada de la agricultura, prefiere no soltar la propiedad de algo que piensa que se pueda revalorizar aún más.
El giro ha sido brutal. De 180 grados, como se suele decir para ilustrar claramente evoluciones opuestas a la dinámica anterior. El cultivo del algarrobo ha pasado de ser el último 'de la clase', el que todavía estaba ahí en determinados lugares porque no le había llegado la hora, o el favor circunstancial, para acometer su arranque y plantar otras cosas que fueran más rentables, o construir chalets, a ser ahora el depositario de una rentabilidad cierta que ha desaparecido en la gran mayoría de los demás cultivos que lo sustituyeron a lo largo y ancho de la geografía valenciana.
La producción de algarroba de la última campaña se ha pagado por encima del euro y en muchas ocasiones incluso por arriba del euro y medio. En estos momentos está a entre 2 y 2'40 euros, según la última cotización oficial de la Conselleria de Agricultura, pero los industriales del sector suelen advertir que estos últimos precios se corresponden más que nada con pequeñas cantidades que se pagan a más por estar el producto más seco o ser de partidas que tienen mayor rendimiento de garrofín, la semilla, que es lo que más se cotiza por su utilización como materia prima en la industria agroalimentaria. Juega a favor la contención del gasto de producción en algarrobos, no como en otros cultivos.
Nadie sabe qué ocurrirá en los próximos años, si se mantendrá este ritmo o si bajará con fuerza, como ya pasó hace décadas, cuando, con ocasión de experimentar fuertes subidas el precio del garrofín, la industria buscó productos espesantes y gelificantes sustitutivos que fueran más económicos, como la goma de guar y el alga agar-agar, tras lo cual la garrofa cayó otra vez a niveles de precio residual.
Hay factores que animan a pensar que, aunque los precios no se mantuvieran mucho tiempo en niveles tan altos, tampoco llegarían a hundirse de nuevo como antaño, puesto que en muchos procesos que utilizan la goma de garrofín se prefiere esta materia a otras por su calidad de rendimiento y su condición enteramente natural. Pero además ocurre que, a diferencia de tiempos pasados, al resto de la algarroba, la pulpa, se le están encontrando nuevas aplicaciones dietéticas, cada vez más numerosas y prestigiadas.
Nuevos usos de la pulpa
Esto es muy importante, porque la pulpa representa el 90% del producto, y no es lo mismo que el precio total para el campo descanse sobre la cotización de una parte del fruto que es minoritaria que al resto mayoritario se le saque mayor rendimiento. De su vieja utilización como pienso se ha evolucionado a usos distinguidos en la alimentación moderna para repostería, chocolates sin cafeína, extracción de componentes para enriquecer otros alimentos, etc.
Todo ello representa un potencial que aún está por exprimir en su totalidad y cuya evolución es incierta, porque depende de múltiples factores, pero de momento la realidad es que la algarroba se ha revalorizado, arrastrando a continuación un movimiento que era totalmente inesperado: el cultivo del algarrobo ha dejado de ser algo residual y desprestigiado para cobrar vida nueva y hacerse de valer. La tierra con algarrobos se busca y se paga como antaño, cuando creció la fiebre de extender los naranjos, pero ahora no es para arrancar los algarrobos, sino para mantenerlos. Lo que llevaba años sin labrar, ni podar, ni abonar, se cuida de nuevo con la esperanza de reflotar arboledas semiabandonadas, y se planifican inversiones para nuevas plantaciones con variedades seleccionadas, en marcos de plantación más intensos, potencialmente mecanizables y con riego, que resulta vital para asegurar la productividad en años con escasez de lluvias.
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