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VICENTE LLADRÓ
VALENCIA.
Lunes, 9 de diciembre 2019, 00:02
Las chufas han subido algo de precio. Se pagan a una media de 80 céntimos el kilo, lo que viene a aportar algo de alegría en este sector, exclusivo de l'Horta Nord. Pero por contra, la productividad por hanegada está cayendo desde hace un tiempo. Según ha explicado el presidente de la Denominación de Origen Chufas de Valencia, Antonio Gimeno, en los últimos diez años se bajado de una media de 1.600 kilos por hanegada a sólo 1.200, un descenso del 25% que no se ve compensado por el aumento de precios en el campo.
La tónica de caída de los rendimientos preocupa a los agricultores, y por consiguiente al consejo regulador de la DO, porque es una dinámica que se aprecia desde hace tiempo y de la que se tiene cierta percepción de que va a más. Encima, el problema se achaca a causas más o menos difusas y no se tienen claras las soluciones, que en todo caso no serían rápidas.
La DO ha tomado la iniciativa de preparar un ambicioso proyecto de mejoras que deberían realizarse a lo largo de todas las actividades del sector, desde el cultivo hasta la elaboración de la horchata y otros productos derivados, con la idea de colocarse en un nivel de distinción 'gormet' y 'delicatessen' que garantice la adecuada rentabilidad a todas las partes que intervienen.
En las fases industriales y de maquinaria pueden quedar las cosas bastante más claras; llegado el momento todo es cuestión de disponer de ganas y dinero para acometer lo que haga falta. Sin embargo, en la fase de campo se ve todo más complicado, queda más difuso.
El problema principal es el de la caída de la productividad, que a su vez es resumen de otros problemas de origen y del cual se deriva la inquietud ante el futuro. ¿Seguirán bajando los rendimientos?, ¿puede llegarse a que haya insuficiente aprovisionamiento de materia prima con DO? Si está limitada la cantidad de chufa disponible, ¿ya no podrá crecer más el sector? ¿Qué será de la única cosecha diferencial y verdaderamente rentable de L'Horta Nord?
La cuestión es por qué los rendimientos medios están en una espiral a la baja. Antonio Gimeno cita lo que todos los productores de chufas conocen: la mancha negra de la chufa, causada por un hongo, y la marchitez de hojas de la planta, que al parecer está provocada por un virus. Sin embargo se sabe muy poco -a estas alturas- de ambos problemas y mucho menos de cómo combatirlos o soslayarlos. Se han hecho trabajos de investigación para caracterizar los patógenos, ha habido ayudas públicas para ello en las últimas décadas, pero a la hora de la verdad no hay avances prácticos. Los rendimientos siguen cayendo.
Dicen que hubo alguna hanegada que, varfios años atrás, alcanzó récords de 2.600 kilos, pero fue muy esporádico y pasó a la historia. Actualmente, los campos más productivos, que son los que están a ambos lados del barranco Carraixet, en Alboraya y Almàssera, si están 'descansados' pueden alcanzar medias de 1.700-1.800 kilos por hanegada, pero la media global de toda la superficie en cultivo está en sólo 1.200, cuando hace diez años era de 1.500.
Investigar sobre el hongo y el virus es primordial, y a la vez, seleccionar subvariedades y entrar en el cultivo 'in vitro'. Pero hay otras fases ligadas al cultivo que son esenciales. Una es la de la calidad del agua de riego y otra la del suelo. Y ambas van algo unidas.
Algunos agricultores hablan de 'tierra cansada'; otros, de cierto envenenamiento. El terreno acumuló muchas sustancias tóxicas que llegaron durante décadas con el agua cuando todos los alcantarillados de las poblaciones iban a las acequias y no se depuraban. Todavía hoy es bien palpable que existen acequias que hacen de alcantarillados urbanos e industriales y no pasan por depuradoras, van a los campos y finalmente a las playas, que algunas veces se clausuran en verano por la presencia de bacterias fecales.
Este es un asunto que la DO quiere vigilar con preferencia, porque está el futuro en juego. Gimeno habla de establecer sistemas de análisis periódicos para detectar problemas de calidad en el agua y, llegado el caso, «exigir a las Administraciones que corrijan todo lo necesario».
Otro punto de probable atención y ligado al suelo es el de la arena. Durante mucho tiempo los campos de chufas se enriquecieron con arena excedentaria de la playa, que además se gastaba antes como cama en cuadras de animales. Pero hace treinta años que todo aquello ya no se hace: ni se aporta arena ni aquel estiércol, solo gallinaza. ¿Podría estar influyendo negativamente?
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