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CARLOS BONELL
Lunes, 19 de julio 2021, 00:22
valenciA. Conforme pasan los días se van conociendo nuevas complicaciones relacionadas con la plaga del 'cotonet' de Sudáfrica y mayores consecuencias económicas de sus efectos ... dañinos. El deterioro inmediato es el que ya se ve en los árboles, en las naranjas y mandarinas de la próxima cosecha, deformadas en porcentajes variables y en aumento, y a partir de ahí comienzan a derivarse salpicaduras en cadena.
Si la semana pasada informamos de que el comercio privado ha paralizado prácticamente las compras, a la espera de conocer exactamente el nivel de daños y ver qué le convendrá hacer, otra consecuencia de este problema que se está registrando es el de las continuas reclamaciones de citricultores ante las empresas de servicios y de suministros, aduciendo la ineficacia de los tratamientos plaguicidas aplicados, lo que en muchos casos se traduce en negativas de abonar dichas operaciones, por no haber solucionado nada.
Se dan situaciones en las que la cooperativa o entidad comercializadora ha comunicado a determinados productores que la clasificación de su cosecha es tan deficiente, por culpa de la grave afección del 'cotonet', que no se las recolectarán por ser comercialmente inservible. Sin embargo, en numerosos casos en los que los perjudicados han seguido puntualmente las directrices y protocolos sobre tratamientos señalados por la misma entidad comercializadora, operando bajo la dirección de los técnicos correspondientes; incluso las aplicaciones las han efectuado equipos de la propia entidad; al verse sorprendidos por la inutilidad de dichos tratamientos, muchos citricultores reaccionan advirtiendo que no piensan pagarlos, o que se los cobren directamente de la cosecha que ya les han anunciado que es inservible.
Y aún es pronto, está por estallar la cuestión en toda su envergadura, porque una mayoría de los citricultores que tienen daños seguros en sus huertos todavía los desconocen, no son conscientes de lo que hay. Sólo se tiene pleno conocimiento de ello donde la intensidad y extensión del problema es más grave y visible, o donde la cooperativa o entidad comercializadora ya ha realizado muestreos y ha tomado decisiones al respecto, comunicando a los dueños que, por la cuantía de su problema, tal o cual finca no será recolectada o no interesa adquirirla este año.
Pero luego hay un infinito rosario de situaciones en las que aparentemente no se aprecian deterioros, porque no saltan todavía a la vista (las naranjas permanecen aún hacia arriba e irán bajando al aumentar de peso). Sin embargo la plaga está ahí, también las protuberancias causadas en los frutos, que irán destacándose más y más al crecer, y entonces, conforme se va viendo la relevancia del desastre, se suman nuevas voces al clamor general.
Se ha entrado en una dinámica tan complicada, que algunas empresas de servicios y establecimientos de venta de plaguicidas, cuando alguien les pregunta qué insecticida le recomiendan, o les encarga que efectúen todo el tratamiento, para evitar posibles problemas y reclamaciones posteriores le piden al citricultor que firme su aceptación total sobre lo que solicita y contrata, a sabiendas de que los resultados pueden ser muy variables y casi nunca efectivos al cien por cien, como se está demostrando de continuo.
De esta manera, el profesional o comerciante del ramo intenta actuar con claridad, advierte de que no hay nada que elimine del todo esta plaga, ni siquiera para unas semanas, y sólo cuando el citricultor reconoce y acepta con su firma que, pese a todo, asume el riesgo, le sirven lo que sea o realizan el tratamiento encargado, sin opción para reclamaciones por supuestas deficiencias.
Muchos ayuntamientos de la Comunitat Valencianas se están sumando a la petición de los citricultores de soluciones contra la plaga y ayudas para los afectados. Es lógico que así sea, las corporaciones municipales están físicamente más cerca de los campos donde se está produciendo el desastre; muchos concejales y alcaldes, además, tienen campos y se sienten directamente perjudicados, o lo saben por familiares y amigos que les reiteran sus queja. Lo más llamativo es que también se elevan voces de concejales y alcaldes de Compromís, reclamando ayudas que, naturalmente, se dirigen en primera instancia a la Generalitat, donde la consellera de Agricultura, Mireia Mollà, que es de Compromís, ya ha dicho que de momento no hay ayudas y que sigue confiando en la estrategia seguida hasta ahora.
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