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V. LLADRÓ
valencia.
Lunes, 17 de agosto 2020, 00:05
La brutal subida de aranceles decretada por Trump ha sido la puntilla. Los cítricos valencianos han perdido el mercado de Estados Unidos, que tan prometedor fue tiempo atrás, sobre todo para las clementinas, que llegaron a rozar la cifra de 80.000 toneladas exportadas hace veinte años, mientras que el año pasado sólo fueron 9.021 y en el actual se mantiene de momento un cero absoluto, según datos del Comité de Gestión de Cítricos (CGC).
La paulatina caída comenzó a raíz del boicot de final de 2001 motivado por aquella supuesta presencia de larvas de mosca Ceratitis que nunca llegó a demostrarse. Era, sin duda, un primer intento de echar fuera del mercado a unas clementinas que se habían adueñado del mercado de la Costa Este de EE UU, lo que molestaba a los citricultores de California y Florida, cuya producción de mandarinas va en auge.
El remate ha llegado ahora con la tremenda subida de aranceles, frente a la que el ministro español de Agricultura, Luis Planas, se limita a decir que «es injusta» y que el Gobierno trata de corregir la situación -¿cómo?-, mientras pide «paciencia» y «perseverancia».
Se ha cumplido, lamentablemente, lo que ya advirtió que ocurriría Manuel Arrufat, anterior presidente del CGC.
En una carta dirigida a Sabine Weyand, directora general de Comercio de la Comisión Europea, Arrufat le comunicó el 30 de julio de 2019 que «cualquier imposición de derechos adicionales a la clementina española, aunque fuera inferior al 100%, nos excluiría totalmente del mercado americano», como así ha ocurrido.
Por otra parte destacó que el volumen de clementinas precoces «que hasta ahora se exportaba a EE UU sumaría presión a la oferta en el ya saturado y maduro mercado de la UE», que para mayor complicación se encuentra «gravemente amenazado por el alargamiento de la campaña de mandarinas tardías de Sudáfrica, con volúmenes crecientes y totalmente libres de aranceles».
El CGC señaló a Bruselas que la clementina exportada a EE UU «siempre ha actuado como un excelente regulador» del inicio de la campaña española en Europa, incidiendo así en un normal desarrollo posterior de la misma. Recordó que para entrar en el mercado estadounidense, «las clementinas españolas tienen que hacer frente a obstáculos adicionales» que no se exigen a países competidores. Por ejemplo, el pago de un arancel -antes de la tremenda subida actual- de 1,9 céntimos de dólar por kilo, mientras que «Marruecos, Australia, Chile, Israel, Corea del Sur, México y Perú están exentos». Además han de cumplir un férreo sistema de cuarentena con controles exhaustivos y transporte en frío.
Frente a todo ello, silencio en la práctica desde la Administración. Ningún movimiento esperanzador, ningún cambio.
Aparte de las clementinas, que fueron la gran estrella, España recibe pedidos ocasionales de limones desde EE UU, y de naranjas cuando hiela en California. La campaña 2006-07 marcó el récord con 112.006 toneladas en total; en 2019 sólo fueron 16.854 y en lo que va de año únicamente 921 de limones, ni una de clementinas o naranjas. Luego, cuando se agravan las crisis citrícolas, el Gobierno siempre habla de buscar nuevos mercados. Pero ¿dónde?, si para empezar no se hace nada para no perder los actuales.
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