Pandemia, electricidad disparada, combustible por las nubes... Y una guerra para ponerlo todo patas arriba. Mucho ha llovido desde 2019 y lo nota cada bolsillo. Pero el encarecimiento generalizado tiene su letra pequeña, que analizamos (arriba) pasando por la lupa tickets de ... compras en supermercado de idénticos productos hace dos años y hoy.
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La montaña rusa de la cesta se mueve, por lo alto, a niveles como el de las pechugas empanadas, a 2,95 euros hace dos años y hoy a 4,30. Se ha encarecido casi un 46%. El récord en el alza lo marca la garrafa de aceite de cinco litros, a casi 13 euros hace dos años y ahora a 21. Escala un 66%.
Suben casi todos los precios de alimentos, envasados, frescos o congelados, mientras bajan o se mantienen más estables los de limpieza del hogar y aseo personal. ¿Qué motiva las diferencias? ¿Por qué casi todo encarece pero unos pocos se salvan? José Manuel Pastor es catedrático de Fundamentos del Análisis Económico en la UV y miembro del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE). «Con los alimentos se aprecia un exceso de demanda en relación a la oferta. La pandemia ha cambiado hábitos. A más teletrabajo o rechazo a consumir fuera de casa por temor a los contagios, más consumo de alimentos de supermercados». Y eso, añade, «repercute en el ascenso de precios».
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Y en el caso de la alimentación, «la oferta es menos elástica, es decir la producción tarda más en responder a la demanda y el ajuste llega por vía de precios. El ejemplo es el marisco en Navidad. El fresco se dispara y el congelado se mantiene». Y, por supuesto, influyen los costes encarecidos por la terrible coyuntura actual: sube luz, gas, carburantes… «Crecen más los precios de alimentos de otras regiones y, en general, los que requieren más energía: refrigeración en el transporte, maquinaria o tratamientos de calor o luz en la producción. Afects carnes, bollería, conservas, café soluble…».
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Pastor vincula el mayor equilibrio en precios de limpieza del hogar o aseo a que aquí «no ha hay un cambio sustancial en los patrones de consumo que implique una alteración de su demanda». Su oferta, además, «es más elástica en el corto plazo. El fabricante se adapta más rápido a la demanda». En limpieza y aseo, además, «hay más competencia. Si quieres un tomate en concreto hay pocas opciones. Lejías hay de muchas marcas. Te suben un dentrífico y te pasas a otro. El margen de maniobra para subir los precios es menor».
Silivia Huerta es delegada en Valencia de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). «En el encarecimiento de la alimentación influye el alto coste de la energía y la guerra de Ucrania. La mayor parte de nuestro cereal procede de allí y multitud de productores se ven afectados». Además, «la falta de aceite de girasol encarece alimentos procesados, aperitivos, conservas o salsas. La subida del trigo afecta a la panadería bollería. Y con piensos más caros, carnes huevos y lácteos encarecidos». Tampoco ayuda «la compra compulsiva que en algunos casos se está produciendo por parte de los consumidores».
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Fernando Moner, presidente de la Asociación Valenciana de Consumidores (AVACU), ve así la cuestión: «Las motivaciones de por qué unos productos encarecen y otros no son variopintas y circunstancias cambiantes. Las claves son el incremento de la demanda y la ausencia de sustitutivos. Muchos encarecen porque monopolizan su segmento particular». En otros casos, como el de los cereales, «hay especulación por intereses económicos».
Moner cree que la pandemia ha disparado el consumo de productos alimenticios frescos «porque con el Covid nos preocupamos más de la salud». Y por tanto, «a más demanda, productos saludables más caros», entre «otros muchos factores».
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LAS PROVINCIAS analiza hasta el próximo viernes 1 de abril cada día los precios de los principales elementos de la cesta de la compra:
Vicent Almenara, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Católica de Valencia ve así la desmedida subida del aceite de oliva. «Influye una menor cosecha y el aumento de la demanda». La oferta agraria, ahonda, «está afectada por los factores climáticos. El aumento de temperaturas y sequía dan lugar a menores cosechas».
Pero la principal causa, destaca, es «la subida en el precio de todos los aceites vegetales como el de girasol, el de colza… Se suma el conflicto en Ucrania, principal productor mundial de aceite de girasol, que ha conllevado una reducción de la oferta». Otro factor que señala el experto universitario es «el momento de la campaña de producción, ya que al final de esta suelen aumentar los precios en función de la disponibilidad del producto».
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Entre los mayores ascensos de precios destacan el de la pimienta negra molida y el de la canela molida. Ambos productos ascienden un 66%. A la vista de estos datos, Almenar recuerda una noticia publicada en abril de 2020, en la que se hacía referencia a un aumento del 50% en las ventas de especias en Supermercados Mercadona. «Ese cambio se vinculaba a un cambio en los hábitos de consumos desde que comenzara el confinamiento, ahora que se cocina más en casa».
Esto «lo contempla la Microeconomía como un cambio de modas o en los gustos que alteran la demanda y el precio». Por otra parte, «dado que el gasto en estos productos supone una pequeña parte del presupuesto familiar, un incremento de precio no da lugar a una reducción de las compras». También es un hecho, ahonda Almenar, «que el precio medio de las exportaciones de canela (desde países asiáticos) han aumentado un 36% entre 2017 y 2020. Por tanto, conviene enmarcar el auge del precio de los alimentos en un contexto a nivel global».
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El experto de la UCV incide en la cuestión de la actual y problemática coyuntura económica: «No debemos olvidar que la subida de los precios del petróleo y consecuentemente el coste de transporte, afecta a todos los productos en las distintas fases de la cadena de producción y distribución».
La subida del precio de la electricidad «también ha supuesto un aumento de costes del comercio minorista (tiendas, mercados y supermercados), que tratarán de trasladar a los productos de alta rotación (aquellos que se venden con mucha frecuencia, por lo que sus existencias deben ser renovadas constantemente) y aquellos de demanda más inelástica y sin sustitutivos cercanos».
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Finalmente, la evolución de algunos productos concretos podría explicarse por la evolución del número de empresas del sector. Según Almenar, «en los sectores en los que se han producido salidas de empresas como consecuencia de la pandemia por falta de demanda, un menor número de productores habrá supuesto aumentos de precios en el momento de reactivarse la demanda». Por el contrario, «en aquellos donde no se han producido salidas de empresas y sigue habiendo competencia los precios habrán permanecido más estables y este podría ser el caso de los artículos de limpieza del hogar y aseo personal».
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