Fernando y Juan Roig, en 1999. José Marín
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El deporte de hacer negocios

«Yo no quiero subvenciones, sino soluciones». Esta frase define de Fernando Roig muy bien una tipología de empresario construido a sí mismo, muy a la valenciana

Domingo, 1 de septiembre 2024, 00:30

En el fondo es un proceso la mar de sencillo: vamos a sustituir los suelos de madera y de moqueta que hay en la mitad del mundo, por baldosas de tierra prensada y cocida, con bonitos acabados. En el fondo, si bien se mira, era, ... y sigue siendo, un proceso de renovación, comercial e industrial, que hunde sus raíces en las costumbres más arraigadas en la vida: el suelo que pisamos, las paredes que abrigan la intimidad, el espacio de una cultura vital. Y eso no se cambia, así como así.

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La limpieza, los ácaros, el polvo… El mundo árabe y el lejano Oriente, la América profunda, la Europa fría y lluviosa, albergan culturas de alfombra, de parqué y moqueta que la arquitectura puede transformar con aliados industriales. Y ahí está el ejemplo del Mediterráneo, tan de baldosas y mochos, mundo de cal y lejía, saludable y limpio, de ventanas abiertas, paredes blancas y suelos de barro cocido. Y en un rincón de la vieja España, dos rescoldos industriales, Onda y l'Alcora, donde los viejos hornos de cerámica aún estaban calientes en los años setenta.

Teruel, a dos pasos, era el mayor almacén de arcilla y caolín de España. Solo faltaba sustituir la leña ancestral por combustible moderno. Y así fue como empezó todo, en 1972: cuando cien inversores se conjuraron para hacer una aportación de dos millones cada uno. Claro que, en 1976, cuando el proyecto se enganchó y empezó a dar signos preocupantes, tomó el timón un muchacho de 30 años, Fernando Roig Alfonso, que se puso al frente de la empresa, en Almassora.

«Yo no quiero subvenciones, sino soluciones». Esta frase de Fernando Roig define muy bien una tipología de empresario, construido a sí mismo, muy a la valenciana. No se trata de parar la mano ante el gobierno de turno, sino de exigirle que se ponga las pilas, que facilite maniobras, que trabaje al lado del empresario si, por ejemplo, Rusia invade Ucrania, el precio del gas se dispara hasta la insoportable y tú, además, te quedas sin uno de los principales proveedores de caolín del mundo. De Fernando Roig, claro, se ve y se admira el fichaje de este o aquel futbolista del Valencia, la construcción de su ciudad deportiva, toda la fascinación amarilla del Villarreal que compró en 1997. Pero se le valora menos, en realidad se desconoce, su batalla para conseguir un combustible mejor y más limpio que el gas natural. O la búsqueda en Rumania de un suministrador de caolín que complete el plantel de cinco minas que le trabajan en la provincia de Teruel.

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Cuando el proyecto se enganchó y empezó a dar signos preocupantes, tomó el timón un muchacho de 30 años

Arcilla. Argila. En rumano se dice igual que en valenciano. Arcilla para cocer con un calor que tiene que reunir dos virtudes casi imposibles de congeniar: la bondad con el medio ambiente y un buen encaje en la cuenta de resultados. Y cuando todo parece que se consigue, un nuevo reto, el de los grandes formatos, piezas de cerámica de proporciones nunca vistas, que seguramente recubrirán el nuevo estadio de Font de San Lluis, ese Roig Arena que está creciendo para ser la penúltima conquista.

Claro que los hermanos nacidos en la alquería de Rius, los de las correrías por la huerta de Poble Nou y los cachirulos de Pascua fueron siete y en esa foto, la de la escuela de don Juan Cifuentes aparecen juntos, siempre muy unidos, dos de ellos, Fernando y Juan, que solo se llevan dos años y siempre han sido uña y carne en los líos. Porque se trata de tener ilusiones y retos, y de llamar lío a todo lo que implique proyecto y sueño, ambición y conquista, sea lo que sea: Mercadona, Hoja del Lunes, Pamesa, Compactto, Cottocer, Villarreal, TAU o lo que tú quieras. Porque aquellos años, los primeros, siempre van a ser los más hermosos. Porque eran los de ir conquistando sueños a la vista, aún, de los abuelos, doña Trini y don Paco, que recordaban los tiempos de la carnicería de la Pobla o los del piso de Valencia, en Martínez Cubells. Porque digan lo que digan, aquellos años setenta y ochenta, los de las bodas y los primeros nietos, llenos de luchas y triunfos, fueron los más hermosos. Cuando hacer empresa era una forma diferente de hacer deporte, quizá menos divertida pero no menos seria.

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Primer productor cerámico europeo y cuarto mundial. Accionista minoritario de Mercadona, propietario del grupo Pamesa y del Villarreal CF. Fernando Roig Alfonso se ha movido siempre por un infatigable designio de ir en cabeza, separado del pelotón. Por eso no ha de extrañar que busque soluciones a lo del gas cuando todos se sientan a esperar o que monte su propio evento alternativo al de la Feria. Lo importante, dicen que dice, es garantizar la rentabilidad y conseguir un clima de paz social. Por eso, él es así, la gente de Pamesa es la mejor pagada del sector, aunque algunos se le enfurruñen.

Setenta y siete años, pero dando candela. Dos hijos vinculados a los negocios, preparados como pocos, y una esposa, Elena Negueroles, inolvidable periodista y gran pintora. Del puente a la Alameda, tras ella hay un rastro inequívoco de serenidad y belleza impresa en colores cálidos. Igual eso lo explica todo.

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