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C. BONELL
Lunes, 14 de marzo 2022, 00:10
Los precios de los aceites están subiendo de manera exagerada por pura especulación, no por razones de aumento de costes o escasez de productos. Hay existencias más que de sobra y lo único que falta es información adecuada de los consumidores que se apresuran a ... acaparar botellas y garrafas, lo que promueve un movimiento especulativo del que se benefician unos pocos que controlan el mercado, sin que la Administración ponga coto.
El precio del litro de aceite de girasol ha pasado en pocos días de euro y medio a 3,50 y hasta 3,70 en venta al público, y encima racionando las cantidades y agotándose las existencias a diario en los supermercados.
Como en casi todo, se señala la guerra de Ucrania como causa de tan escandaloso encarecimiento. Ucrania es uno de los principales países productores y se teme con razón que fallen futuros aprovisionamientos. Pero expertos en este mercado, como Agustín Muñoz, distribuidor de aceites y vinos, advierten que tal razonamiento no vale para justificar estas subidas porque el aceite está aquí, no en Ucrania; las pipas importadas ya se elaboraron; las que puedan fallar en todo caso serán las de la próxima cosecha, que todavía no se ha sembrado, pero aún así hay muchos otros países productores y no se puede temer que llegue a faltar.
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Por otro lado hay gran cantidad de aceites alternativos, empezando por las diversas calidades del de oliva (extra, virgen, refinado, orujo...), donde España es líder mundial, y después, una gran oferta de aceites de soja, colza...
Se ha llegado a extender el temor a que fallara incluso el aceite de oliva, que también está subiendo de precio, cuando resulta que en España producimos una media anual de 1.500 millones de litros, de los cuales el mercado nacional absorbe únicamente un tercio, destinándose el resto (66%) a la exportación.
La cosecha de la última campaña, terminada hace un mes, es de casi 1.400 millones de litros y la mayor parte está almacenada, pero en estos momentos, cooperativas y almazaras privadas de todo tipo han cerrado el grifo, venden con cuentagotas, a la espera de que suban más los precios, como ya van anunciando. Y a la vez, ese retraimiento de la oferta fuerza mayor impulso de la demanda, lo que contribuye al encarecimiento general.
Cabe señalar un factor preocupante respecto al girasol en España. Su cultivo ha caído en los últimos años por culpa de los bajos precios pagados por la industria a los agricultores. Un ejemplo más de los efectos que causan políticas agrarias que no tienen en cuenta la necesidad de asegurar un mínimo autoabastecimiento de todo lo que cabe producir.
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