Tal día como hoy… 1,5 millones de trabajadores no irán a trabajar
Lo más probable es que hoy, viernes, usted haya acudido a su puesto de trabajo
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Lo más probable es que hoy, viernes, usted haya acudido a su puesto de trabajo. O si disfruta del derecho a teletrabajo (una modalidad que está en auge, más los viernes) lo esté haciendo desde su casa, con la vista –e ilusión– puesta en los dos días de descanso que tiene por delante. En esta situación están la inmensa mayoría de los ocupados españoles, más de 21,5 millones, pero no todos.
Habrá prácticamente 1,5 millones de personas que este viernes laborable, 13 de junio, no acudirán a desempeñar su actividad u oficio. Es verdad que la mayor parte de ellos tienen una baja laboral que les autoriza legalmente para no trabajar, 1,13 millones, pero más de 320.000, más de una cuarta parte, no tienen un justificante médico que les avale, según un informe de Randstad Research con datos a cierre de 2024. Y así, día tras día, los 365 días del año…
El absentismo se está convirtiendo en un verdadero problema en España, que le lleva a encabezar, junto a Francia y Portugal, la mayor tasa de incapacidad temporal (IT) en Europa, casi duplicando la media comunitaria. Desde hace una década las bajas laborales no han parado de crecer, sobre todo en las regiones del norte peninsular. Es más, en los últimos diez años se ha incluso duplicado el porcentaje de personas que no acuden a su puesto de trabajo por enfermedad y han pasado de representar un 2% sobre el total de ocupados en 2013 a duplicarse y situarse en el 4,1% en 2023, según un completo estudio del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) y la mutua Umivale publicado esta misma semana.
España va bien, señores. Podría decirse, puesto que el absentismo se dispara en los momentos de bonanza –está comprobado–, mientras que cuando vienen mal dadas, se reduce significativamente. Y, efectivamente, los datos macroeconómicos así lo avalan. Nuestra economía va como una moto –como diría Pedro Sánchez– y tira de Europa –como presume siempre que puede el Gobierno, ahora en horas bajas–. Pero, la salud, parece que no tanto. En este escenario de intensa actividad económica –aunque cabe resaltar que ya con síntomas de desaceleración, que se agravarán, según todas las previsiones–, el absentismo se está convirtiendo en un verdadero rompecabezas no solo para las empresas, sino también para la Seguridad Social y, por tanto, para el Estado en su conjunto, puesto que los costes que estas ausencias implican son tremendos.
Si dejamos a un lado el impacto que tiene para las empresas y las mutuas colaboradoras, solo la Seguridad Social desembolsó el año pasado 16.500 millones de euros para pagar las prestaciones por IT, lo que supone triplicar con creces el de hace una década, cuando apenas se destinaban 4.300 millones. Si se añaden las jornadas no trabajadas, lo que se ha dejado de producir, el coste total puede estimarse en más de 81.500 millones de euros, lo que equivale al 5,4% del PIB español, según refleja el mencionado estudio. Vamos, que casi casi se podrían pagar las pensiones de más de 10 millones de españoles durante seis meses. Ahí es nada.
Y es que el año pasado los médicos españoles recetaron más de 9,16 millones de bajas –según cifras oficiales–, casi el doble que en 2020, y se perdieron un total de 368,7 millones de jornadas laborales (en este caso con los últimos datos disponibles, de 2023). ¿Tenemos ahora peor salud que antes? Una de las causas que podría argüirse para este aumento desmesurado de las ausencias al puesto de trabajo por enfermedad es el envejecimiento que se está dando entre la población española: a mayor edad, peor salud. Sin embargo, unos datos proporcionados por el propio Ministerio de la Seguridad Social a los agentes sociales –con los que está negociando una reforma de la incapacidad temporal– echan abajo este argumento. Paradójicamente, son los jóvenes los que más bajas se cogen, hasta el punto de que duplican a las de los mayores de 55 años.
Lo que llama la atención es que estos nueve millones de ausencias por enfermedad se concentran en un número reducido de trabajadores: el 70% las generan poco más del 16% de ocupados y, de hecho, más de la mitad son repetidores; es decir, ya habían tenido al menos otra ese mismo año e incluso los hay que van encadenando… Desde la patronal denuncian también lo que han denominado como 'bajaciones', ese fenómeno que hace que la mayor parte de bajas se acumulen, casualmente, los lunes y los viernes…
Una parte de estas ausencias responde a «la picaresca» –según señalan desde el Ivie–, un arte que nos enseñó el Lazarillo de Tormes, pero hay una gran parte, la mayoría, que se cimentan en un sistema de salud que falla. Hasta el propio Pepe Álvarez, líder de UGT, lo calificó recientemente de «desastroso». Las largas esperas, los meses que tardan en darte una prueba, y no hablemos ya si se trata de una intervención, hacen que estas bajas se eternicen y, con ellas, se penalice la actividad económica y la productividad.
Bajo este escenario, las bajas de más de un año se han puesto bajo lupa tras desbocarse un 300% desde 2019. Es decir, se han triplicado. El Gobierno plantea ahora cambios para dar más poder a las mutuas para reducir estos procesos y extremar también los controles, de forma que los partes incluirán información de las causas que motivan alcanzar los 365 días, la fecha de revisión y si hay pendiente cita médica. Pero sin mejoras en el sistema de salud, sin más inversión y sin más médicos, será difícil de resolver… porque las bajas progresivas no parecen ser la solución.
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