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CLARA ALFONSO
Valencia
Lunes, 31 de octubre 2022, 01:21
En más de una ocasión, hay personas que se plantean solicitar financiación para poder hacer frente al pago de un coche, a una reforma del hogar o a una carrera universitaria. Teniendo en cuenta que los préstamos personales y los créditos son las dos opciones más utilizadas, es importante conocer qué diferencias existen entre ambos para saber cuál es la opción que mejor se adapta a nuestras necesidades.
Los préstamos personales y las líneas de crédito son productos bancarios que aportan capital al solicitante, pero lo hacen de un modo distinto. Mientras que un préstamo facilita la totalidad del importe una vez aprobada la concesión, en una línea de crédito el cliente tiene la posibilidad de ir solicitando la cantidad que necesite en función de sus necesidades, teniendo en cuenta la cantidad aprobada por el banco.
Con respecto a los intereses que hay que pagar por solicitar un préstamo o un crédito, también hay diferencias. En un préstamo se pagan intereses por el total del capital prestado, mientras que en un crédito, tan solo se pagan los intereses del dinero que se ha utilizado. En este sentido, es importante destacar que hay algunas líneas de crédito que tienen asociadas una comisión por saldo no dispuesto, es decir, por el dinero no utilizado.
Otra diferencia importante entre el préstamo y la línea de crédito, es la forma de devolver el importe solicitado, así como los plazos de amortización. En el préstamo, existe una cuota mensual que incluye intereses, cuyo plazo de amortización puede extenderse varios años. Una vez finalizado el pago de todas las cuotas, se da por finalizada la operación. En el caso de querer solicitar más dinero, habría que solicitar un nuevo préstamo.
En cambio, el crédito funciona a la inversa. Por norma general se renueva cada año para permitir al cliente seguir usando esa línea de financiación. Las figuras más habituales para obtener esta financiación son: la tarjeta de crédito y la póliza de crédito.
En este sentido, los créditos suelen usarse para cubrir desfases entre cobros y pagos, para afrontar períodos puntuales de falta de liquidez o para compras concretas. por su parte, los préstamos son más útiles cuando se necesita una cantidad de dinero que se conoce con antelación. Normalmente, son solicitados para financiar la compra de un bien o servicio.
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