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Prudencia y preocupación. Son las dos palabras que se mezclan en el discurso de las empresas españolas ante la situación de inseguridad que se vive en el mar Rojo, debido al conflicto entre Israel y Palestina, y que ha llevado a navieras como Maersk, ... Hapag-Lloyd, CMA CGM o MSC y multinacionales como BP a suspender el tránsito por este punto del planeta, lo que va a afectar al comercio internacional ya que el 12% del mismo pasa por el mar Rojo.
Estas navieras tienen una importante presencia en el puerto de Valencia aunque la presidenta de la Autoridad Portuaria (APV), Mar Chao, ha considerado que la situación «no debería afectar demasiado» a la infraestructura valenciana. «Seguro que por nuestra posición estamos menos afectados que otros puertos que están más próximos a la zona de conflicto», como el caso del Pireo (Grecia) o del sur de Italia.
En el caso valenciano, según el último Boletín Estadístico Mensual de Valenciaport, correspondiente al mes de noviembre, refleja que las toneladas del área del mar Rojo, tanto en origen como destino, suman 1,11 millones, de las que el grueso (más de 540.000) son de tránsito. La cifra supone un aumento 9,98% en el acumulado entre noviembre de este año y de 2022 y sitúa esta zona en el puesto 13.
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No obstante, Chao ha reconocido que están «muy atentos» a la situación de «inestabilidad geopolítica» y «geometría variable» existente y que están pendientes de ver cómo reconfiguran las navieras las rutas de navegación, ya que la mayoría están optando por transitar por el cabo de Buena Esperanza, en África, lo que implica incrementar los tiempos de viaje unos diez días. MSC, por ejemplo, ya ha señalado que mantendrá las escalas en el puerto de Valencia.
Esto ha hecho que las empresas ya hayan encendido las luces de alarma, como reconoce la Agrupación Española de Empresas Exportadoras (Arvet), cuyo director, Manuel Herrero, pone el foco en dos aspectos: el incremento de los costes de los fletes (el transporte en barco), que ya están subiendo entre un 30 y un 40%, indica; y un posible colapso en la cadena de suministros por la falta de productos, en este caso, semielaborados de importación.
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A ello Herrero suma el retraso de los pedidos en unos 10 días, «lo que puede penalizar a las empresas que tengan firmado un determinado plazo de entrega», y el impacto en las exportaciones con países con quienes había aumentado el comercio, sobre todo de equipamiento de baño y ferretería, como Emiratos Árabes.
Mientras, el profesor de ESIC Business & Marketing School Francisco González señala que será en enero cuando se compruebe el impacto real de esta situación que, en un primer momento, provoca un incremento de los costes operativos, un ajuste de las primas de seguros, afección a las exportaciones y tensiones en la cadena de suministros, además del impacto en los precios energéticos debido a que pasa el 12% del petróleo y el 8% del gas transportado por mar.
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