La franquiciada rebelde de Panaria

Se llama Olga Valencia, y es una franquiciada rebelde. A principios de año, según informan fuentes de la firma de panaderías-cafetería Panaria, fue expulsada de la franquicia por «no cumplir con ciertas cláusulas del contrato», y ahora, ya fuera de la firma, sigue incumpliendo otras tantas. «No debería seguir con la imagen corporativa», confirma la compañía. Pero la gerente del negocio, ubicado en la calle Pintor Vilar, ha considerado suficiente eliminar la última letra del nombre y dejarlo en 'Panari'.

«Ya no somos Panaria. Somos una panadería particular que se llama 'Panari'», argumenta la responsable con naturalidad. «Nos fuimos porque nos ofrecieron cosas que no se cumplieron», explica. Pero, para efectuar el cambio, la tarea se ha limitado a retirar la última grafía de aquellos lugares del establecimiento de los que ha sido posible.

El mejor resultado lo ha obtenido en las cristaleras, donde la letra de vinilo parece haber salido con facilidad. Tampoco se aprecia rastro en los toldos, aunque la sombra de la 'A' se distingue con cierto detenimiento. Pero el nombre de la que fue su empresa matriz sigue en carteles, cartas, en el monitor de la caja y hasta en las tarjetas que entrega la propia gerente, de igual modo que el mobiliario del local es idéntico al del resto de tiendas de Panaria.

Preguntadas sobre si han tomado medidas legales para impedir que 'Panari' siga utilizando su imagen corporativa, las fuentes de Panaria consultadas por LAS PROVINCIAS prefieren restarle hierro al asunto. «Es una cuestión entre la empresa y esta persona que se solucionará entre ambos de forma amistosa», indican al respecto.

El caso de 'Panari' no es el único en el que un exfranquiciado continúa con el comercio tras desvincularse de la marca. En la calle Jesús también desarrolla su actividad 'Panamanía', otro antiguo Panaria. En este caso, no obstante, los responsables han puesto algo más de empeño en diferenciar el logo y el nombre.

Al margen de estas dos anécdotas, Panaria no ha hecho más que crecer desde sus inicios. En 2013 la firma facturó alrededor de 12 millones de euros, de los cuales 4,6 fueron de las tiendas propias, unas cifras notablemente superiores a los casi 3 millones de euros que ingresaron por los locales en propiedad en 2012.

La cadena da trabajo a 140 empleadas (138 son mujeres), y, en apenas cuatro años de existencia, ya cuenta con cerca de 60 locales en todo el país. Además, su propietario, Antonio Pérez, acaba de invertir 225.000 euros en el lanzamiento de una segunda franquicia premium, llamada Bocados Café, con la que pretende repetir el éxito de la primera. El primer local valenciano de este nuevo proyecto abrió este mes en el Mercado de Colón.