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La hélice del Coila, hundido ante Canet en diciembre de 1917.

La Kaiserliche del II Reich que tiñó de negro la ciudad

El bloqueo submarino alemán dejó Valencia sin carbón ni alumbrado en 1917 y arruinó el campo al encarecer los fletes para exportar cajas de naranjas, jaulas de cebollas y bocoyes de vino

Paco Huguet

Sábado, 21 de marzo 2015, 00:26

La globalización del mundo ya se fraguaba. Era imparable. Lo que desencadenó el asesinato del archiduque austriaco Francisco Fernando a manos de un nacionalista serbio, Gavrilo Princip, ocurrió en 1914 en Sarajevo, actual Bosnia. Pero acabó arruinando a los neutrales agricultores de la Ribera del Xúquer o de la huerta de Valencia.

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En la primera Guerra Mundial, los barcos iban a Reino Unido con cajas naranjas, jaulas de cebollas o bocoyes de vino. Y volvían con carbón u otras cargas. La Hochseeflotte iba a sembrar el pánico en las aguas y los campos valencianos. Cada embarcación que enviaban a pique los submarinos del emperador Guillermo II debilitaba a sus enemigos, especialmente a Francia y Reino Unido. Los países neutrales, como España, eran acusados de contrabando y cada vez era más costoso y más arriesgado exportar frutas y hortalizas. La Kaiserliche Marine quería dejar a las naciones de la Triple Entente sin alimentos, hulla, coque o cualquier otra carga que les fuera enviada.

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Los barcos no podían salir. Muchas veces era demasiado arriesgado o costoso. En Asturias, el carbón no salía hacia el Mediterráneo y cada vez eran menos los suministros británicos debido a los bloqueos de los submarinos alemanes en media Europa.

Así, la ciudad de Valencia tuvo que cortar el alumbrado público varias veces en 1917. Sin carbón no había luz. A pesar de que el káiser tiñó de oscuridad la ciudad y de que cada vez resultaba más caro exportar frutas y verduras, vino o pasas, el II Reich también tenía partidarios en Valencia.

El 5 de febrero de 1916 LAS PROVINCIAS informó de un tiroteo nocturno con un muerto en las calles de Valencia tras una discusión entre proalemanes y detractores.

Fue el 11 de abril cuando uno de los llamados 'tiburones del káiser' empezó sus acciones en estas aguas. El submarino U-34 mandó al fondo ante las Islas Columbretes al vapor inglés Angus. Fue la primera de las 26 víctimas que comunicaron su última posición ante la costa valenciana hasta febrero de 1918. Ese mismo 11 de abril de 1916 dañó sin hundirlo, al bergantín ruso Imperator. Comenzaba una campaña de castigo sin piedad de la marina alemana contra todo mercante, pesquero o barco de pasajeros.

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En mayo el capitán Klaus Rücker cazó al vapor italiano Cornigliano. El U-34 tenía mucha movilidad por el Mediterráneo occidental. Iba y venía. Y siempre cobraba piezas. Muchas víctimas navegaban en convoy y cayeron una tras otra en un mismo o en dos días. El 31 de agosto hundió la Santa María y al Nostra Signora Assunta, que iban a Norfolk, y la goleta Quinto, que nunca alcanzó Génova. El 28 y 29 de octubre echó a pique el vapor griego Germaine y la goleta francesa Marie Therese que trataban de llegar al Rosellón y la Provenza. La goleta de madera italiana Giovani Anteri Beretta cayó cerca de Vinaròs, en noviembre de 1916.

El ultimátum no surtió efecto

El U-34 de la Kaiserliche iba a dar unos meses de respiro a los barcos en aguas valencianas. Mientras tanto se produjo uno de los sucesos más importantes para la navegación nacional durante la gran guerra: el hundimiento del vapor valenciano Luis Vives frente al condado de Cornualles (Inglaterra). Todo el sector marítimo español se alzó contra el Gobierno, que se mostró incapaz en aquel momento, sin una marina de guerra en condiciones.

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Fue imposible encontrar protección para los mercantes y hubo que seguir fletando buques, algunos de los cuales fueron atacados. No había otro remedio porque «en aquella época todo se movía por mar», explica Juan José Esteban, miembro agregado de la sección de Historia de la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV).

Los barcos quedaron en manos de los sumergibles. Ya con Johannes Klasing al mando, el U-34 atacó en aguas catalanas en mayo de 1917 a la goleta Carmen que llevaba vino y pasas de Valencia a Sète. Hundió el Lefkosia griego, que había zarpado de Valencia hacia Saint Louis con ácido sulfúrico. El mismo 11 de mayo también frente al delta del Ebro, hundió el paquebote francés Medjerda con 341 víctimas, supuestamente tropas que iban de Orán a Port Vendres.

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Luego vinieron ocho días negros en las aguas valencianas, con 8 barcos hundidos del 12 al 20 de mayo: el Zanoni a 12 millas de Torreblanca; el velero Gravelinoise, con vino y mosto frente a Valencia; cerca del Cabo San Antonio la goleta portuguesa Tejo y el vapor británico Tung Shan, artillado y cargado de carbón; la goleta británica Dorothy Duff, al Este de Cullera; el italiano Alfonso cayó entre Dénia y Gandia; en Tabarca el vapor inglés Mardinian. Y el último fue el Caspian, a 3,5 millas de Torrevieja, Llevaba nitratos de Chile y hubo 25 muertos y tres prisioneros.

En medio de esa espiral de muerte y destrucción, el 16 de mayo el vapor español Patricio logró la hazaña de escapar vivo del depredador Klasing, con un impacto de torpedo por encima de su línea de flotación.

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Las díez víctimas del U-64

El U-34 dio el relevo al U-64, con 10 víctimas y que se estrenó en junio en Tabarca con el petrolero estadounidense Moreni. Le siguió en octubre a 7 millas de Valencia el vapor inglés Ferrona.

Entre el 9 al 11 de diciembre gozó de su mejor racha, que arrancó con el vapor de bandera noruega (país neutral, como España) Adour, que había zarpado de Valencia a Liverpool con fruta. Al día siguiente, hundió otro vapor noruego, el Crathorne, y cobró una pieza mayor, el vapor de Estados Unidos Owasco. El 11 cayeron dos británicos: el D. A. Gordon que caboteba de Marsella a Melilla y el Minorca. Este último demuestra que hubo ataques claramente 'ilegales', de piratería: su última posición, a menos de 3 millas de las playas de San Juan y l'Albufereta, dentro de aguas españolas.

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Como con el Minorca, la siguiente víctima de la marina imperial del II Reich cayó en aguas neutrales, a menos de tres millas de Canet. Allí hundió el U-64 al vapor anglo-escocés SS Coila que intentó en vano llevar carbón de Glasgow a Livorno. Este barco, localizado a 35 metros de profundidad, puede ser visitado por buceadores (como muestra la imagen).

Tras sus buenos resultados, Moraht abandonó la Comunitat unos meses. Pero en febrero de 2018 hundió el Participation italiano cerca de la Vila Joiosa, al igual que el vapor de pasajeros siciliano Caprera. Los informes detallan que fue atacado «dentro de aguas españolas». Pillaje puro y duro, sin la excusa del contrabando de mercancías.

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El 6 de febrero, otro golpe de suerte para la Kaiserliche Marine, que hizo encallar al Duca di Genoa frente a la costa valenciana, cerca de Puçol y Puerto de Sagunto. Resultado: siniestro total. Fue el último barco y el más grande cazado en la Comunitat, de casi 8.000 toneladas.

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