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500 millones de euros de facturación, 4.500 empleados (con mayoría valenciana: 3.170 trabajadores de la Comunitat), 10.000 hectáreas de producción, 500.000 toneladas de mercancía comercializada: son las cifras que distinguen la dimensión alcanzada por Bollo Natural Fruit, líder del sector frutícola de la Comunitat que hace un año se hizo con dos empresas del tamaño e importancia de Bollo y Bruñó y que aspira a seguir creciendo, de manera orgánica y también mediante posibles nuevas adquisiciones. Es un auténtico gigante del sector. Un gigante discreto, a pesar de que las marcas que controla son una querida referencia en la cesta de la compra valenciana: sus frutas encarnan además una garantía de calidad muy interiorizada en la economía doméstica de tantas familias de la Comunitat.
Es el caso de Bollo, una empresa muy popular por su producción de melones y sandías, que celebró hace dos años su centenario como recuerda Antonio Alarcón, CEO de la compañía, quien resalta que el proyecto nace de la fusión entre dos empresas familiares: los Cánovas de la Región de Murcia, productores y comercializadores de limón, y los Castelló, una arraigada saga de productores valencianos radicada en Xeresa, «que trabajaba en cítricos como naranja y mandarina», señala Alarcón. «Aunque ya habían hecho una cooperación a nivel comercial», prosigue, «en 2019 deciden unirse a la vista de cuáles eran las tendencias del sector». ¿Qué tendencias? Apunta en concreto al fenómeno consistente en cómo su principal clientela, los grandes retaileres europeos, reclaman de sus proveedores mayor capacidad de abastecimiento. Es entonces cuando ambas empresas, ante el riesgo de verse excluidos de esos mercados, «deciden unir fuerzas». «Este es el origen de nuestro proyecto», señala Alarcón. Y añade: «Nosotros nos incorporamos luego al proyecto con un socio financiero que es el fondo de inversiones Fremman Capital con la idea de apoyar esta iniciativa de estas dos familias».
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Era junio del año 2021. «Desde entonces», enumera Alarcón, «hemos incorporado otras seis empresas» que a continuación detalla: la valenciana Marzal, ubicada en Bellreguard y especializada en naranja sanguina, a andaluza Naturgren, «que hace agricultura bioinclusiva», pasando por Bruñó («Muy conocida por sus melones pero también por sus cítricos», recalca) y también por Bollo. «Es nuestro primer paso en el mundo del melón y la sandía», explica Alarcón, cuyo recuento de adquisiciones recientes incluye «un par de empresas más»: una en Francia y otra también en la Comunidad Valenciana. «La idea era consolidar el sector con estas ocho empresas y seguir creciendo de forma orgánica y también a través de adquisiciones de otras empresas», dice, un objetivo que se beneficia luego de la incorporación de Bruñó y Bollo de un factor muy enriquecedor: su adquisición «significa aportar valor a la marca, que hasta entonces era una estrategia más bien secundaria». ¿En qué sentido? Alarcón subraya que su compañía apostaba con este crecimiento inorgánico por una nueva estrategia: «Pasamos de un producto que es un commodity a un producto con marca, con características especiales, que tienen un gran valor para nosotros y que pensamos potenciar cada una con sus propias características».
Por ejemplo, en el caso de Bollo la compañía impulsa actualmente «una nueva campaña de revitalización de la marca». «Son más que marcas, son un sello de garantía de calidad, tanto Bollo como Bruñó», prosigue el CEO de la empresa. «Cuando hablamos de ellas, el consumidor las asocia como sinónimo de calidad: si compro un melón Bollo, sé que voy a tener lo que quiero, porque son muchos años cuidando el producto, recolectando en el momento óptimo, estando pendiente de él durante toda la fase de cultivo… El mimo a la producción hace que asegures un producto que llega al consumidor en estado óptimo». Sus palabras condensan una realidad que avala el propósito de fondo que late en su estrategia. «Tenemos una producción propia controlada de algo más de 10.000 hectáreas entre fincas propias en España, Brasil y Senegal más otras con acuerdos con agricultores, lo que hace que toda nuestra producción o bien es propia o bien la hayamos supervisado durante todo el proceso, porque la mayoría trabajan sólo para nosotros, sobre todo en melón y sandía», afirma. Y añade: «Hacemos un seguimiento minucioso de la producción durante toda la campaña. No somos compradores que acuden a los productores y adquieren su fruta sino que incluso estamos cerca del agricultor asesorando, porque tenemos un amplio equipo técnico formado por ingenieros agrícolas que dan soporte a los agricultores durante toda la campaña».
Y de la letra, a las cifras. Un apartado donde Bollo Fruit Company puede presumir de esas 500.000 toneladas de fruta que comercializa «aunque tenemos capacidad para crecer y llegar hasta las 800.000». «Damos empleo a 4.500 trabajadores en las doce plantas de producción que tenemos (de ellas, cinco en la Comunitat) y nuestra producción propia en tres continentes nos permite garantizar la comercialización de fruta durante los doce meses del año», informa. Más datos: «Trabajamos con dos marcas propias, Bollo y Bruñó, y somos líderes en cítricos ecológicos: alrededor del 40% de nuestra producción de cítricos es en fincas ecológicas». En resumen, una facturación en torno a los 500 millones de euros que se nutre de una amplia gama de frutos, más allá de melón y sandía, «que representan hacia el 25% de nuestra facturación». «Nosotros somos más fuertes en cítricos: líderes en España en exportación y número uno en limón», asegura Alarcón. «Exportamos el 65% de la producción hacia Europa por supuesto, a mercados como Francia, Alemania o Suiza, porque en todo el continente estamos presentes en las principales cadenas alimentarias de distribución europeas», agrega, y desde hace unos años exportamos también a la contratemporada». Es decir, «que cuando en África o América del Sur no hay fruta, servimos a países de estos continentes desde España»
Una política de diversificación que incluye también los mercados de América (con especial incidencia en Brasil), Oriente Medio y Asia (Maldivas, Malasia, India) «donde tenemos tasas de crecimiento muy importantes asegurando una gran calidad de la fruta, incluida China: yo diría que el 80% de la fruta exportada desde Europa hasta el mercado chino ha sido nuestra este año bajo la marca Bollo». «Es un mercado muy interesante», reflexiona. En su discurso, Alarcón incluye una perspectiva muy amplia. Habla de retos como su compromiso con el factor sostenibilidad, «que es el lenguaje que manejan los grandes operadores del sector». «A corto plazo, tenemos varias áreas de trabajo», señala. «La número uno es la integración de las ocho empresas, teniendo en cuenta que se han adquirido en un tiempo récord, pero es que cuando hablamos de integración no hablamos tanto de sistemas y procesos, porque en esa fase ya estamos muy avanzados, sino en integrar la cultura de empresa». Un propósito plasmado en esta frase: «Que no sean ocho empresas que trabajen cada una de acuerdo a su propia forma sino que sean una sola unidad. Estamos muy avanzados también, muy contentos. De todos los proyectos que hay en el sector somos los que más claro lo tenemos, los que más esfuerzos han puesto en la unificación, y eso es la prioridad».
¿Nuevos desafíos? «Obviamente apostamos por mantener nuestro crecimiento orgánico», responde Alarcón, «porque crecer a través de compras por sí solas, si no se acompaña de un crecimiento orgánico, no aporta un gran valor». La compañía también aboga por seguir consolidándose «con nuevas oportunidades que vayan surgiendo» y también mediante su expansión «fuera de Europa». Un objetivo que traduce en estos términos: «Ser en Europa el actor importante que somos hoy pero abrir también nuevos mercados fuera del continente».
500 millones de facturación
Bollo Natural Fruit dispone de 12 plantas de producción, cinco de ellas en la Comunitat: Alcalá de Chivert, Alzira, Xeresa, Corbera y Benifairó de la Valldigna.
4.500 trabajadores
Del total de su plantilla, 3.170 son empleados de la Comunitat
500.000 toneladas de fruta
El CEO de Bollo Natural Fruit estima que el grupo puede alcanzar las 800.000 toneladas anuales, con sus 10.000 hectáreas de producción
Alarcón expresa también su voluntad de continuar «apostando por las políticas de sostenibilidad en toda la cadena de valor», que concreta en varias fases: a pie de finca, «donde tenemos tres ejes prioritarios, como la optimización de los recursos hídricos, la reducción del impacto de la huella de carbono, donde somos la única empresa del sector neutra a nivel de emisiones a través de nuestra propia gestión en la producción, y el respeto a la biodiversidad, gracias a una política más responsable con el suelo y con la fauna… Es un área de actuación muy importante en la agricultura», precisa, «pero es que también en nuestros almacenes mantenemos el mismo compromiso con la generación de energía fotovoltaica en todas nuestras instalaciones, la recuperación de calor en las líneas de confección de manera que podamos hacer una mejor utilización de la energía, mejorando la concienciación del desperdicio alimentario de la mano de nuestros clientes y en materia de inclusión» Se refiere en este punto a su intención de que su empresa opere «como reflejo de la sociedad»; esto es, que «si en la sociedad hay personas distintas, de distintos orígenes y creencias, con este volumen de trabajadores que tenemos debemos ser eso mismo, una empresa integrada, gracias a proyectos muy bonitos que estamos haciendo con personas de capacidades distintas de lo que nos enorgullecemos».
Antonio Alarcón tiene un mensaje que dirigir a los dirigentes políticos de las diferentes administraciones. Durante su entrevista a LAS PROVINCIAS, aprovecha para recordar que «últimamente no estamos recibiendo apoyo en general para la promoción de los productos valencianos tanto en España como fuera de nuestras fronteras». Se lamenta de que «en un momento en que la agricultura sufre por las adversidades climatológicas y la competencia de mercados de otras geografías», se necesita un apoyo adicional «tanto del Ministerio como de las autoridades locales«. «Nos ayudaría muchísimo para hacer crecer no sólo para el Bollo sino para el conjunto del sector», afirma. «Somos la despensa de Europa», prosigue. Y en consecuencia, aprovecha esta condición para demandar un marco regulatorio más claro para el consumidor, donde se discrimine e identifique mejor el origen de las mercancías en un mercado en esencia globalizado. «Creo que los productos que vienen de fuera tienen que cumplir las mismas condiciones que los que nosotros producimos y comercializamos en España y no siempre es así», asegura. «Necesitamos un mercado que sea libre pero en donde todos juguemos con las mismas reglas. No creo mucho en el proteccionismo pero al menos todos debemos jugar con las mismas cartas. Cuando eso sucede, es muy difícil que un producto que nace a 400 kilómetros de distancia sea menos competitivo que uno producido a 4.000 kilómetros». Y concluye: «Si nosotros no podemos utilizar ciertos productos en España y otros sí los pueden traer a Europa, la verdad es que me parece una competencia desleal».
No es el único motivo de orgullo para el CEO de Bollo Natural Fruit. Alarcón insiste en que su apuesta por la calidad «tiene que ser incuestionable». «Vemos nuestras marcas como un sello de calidad y no podemos renunciar a él», resume. «Nuestra intención es apalancarnos en estos sellos de calidad para que distingan también a otros productos como la uva, el mango, el aguacate o la fruta de hueso. Llevamos años trabajando en volúmenes todavía pequeños pero queremos ser un referente de calidad de la fruta: que si compras un producto Bollo o Bruñó, sepas que la calidad organoléptica de este producto va a ser excelente».
¿Y el futuro? ¿Qué se divisa en el horizonte? Desde la compañía se anuncia alguna adquisición «en cartera, inminente». «Hemos hecho alguna pequeña compra recientemente y ahora mismo estamos mirando distintas operaciones que no puedo hablar. Pero seguimos con esa idea porque hay muchas oportunidades en el mercado. Hay productos que por su dimensión más pequeña se pueden quedar sin ser competitivos y entonces hay oportunidad de que se unan a un proyecto y aseguren su sostenibilidad en el tiempo. Y nosotros», advierte Alarcón, «seguiremos trabajando con las familias con que iniciamos este proyecto».
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Patricia Cabezuelo | Valencia
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