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INÉS HERRERO
Domingo, 23 de septiembre 2018, 00:34
La valenciana Singularu se reivindica como «la marca de las chicas», con una filosofía centrada en ser capaces de producir «las joyas que quieren, al precio que quieren y con la calidad que ellas esperan». Y hacerlo, además, en España, según subraya Paco Tormo, que fundó la firma junto a Cristina Aristoy.
Su andadura comenzó hace apenas cuatro años, con el lanzamiento de una marca online de joyería personalizada y una fabricación «a demanda», con la que tardaban quince días en entregar cada pieza.
El negocio fue creciendo en constante evolución para adaptarse «a lo que las chicas esperaban» y la participación en la tercera edición de Lanzadera, la aceleradora de empresas creada por Juan Roig, les resultó de gran ayuda para «enfocar el producto a las chicas, plasmar la idea y aplicar el modelo de calidad total».
En el 'Black Friday' de ese mismo año, noviembre de 2015, recibieron «muchos más pedidos» de los que eran capaces de fabricar y, a comienzos de 2016, empezaron a «trabajar con stocks para poder servir en 24 horas» sus joyas 'made in Spain', encargadas a talleres y fábricas locales.
Según Tormo, director general y responsable de marketing y estrategia de Singularu, ese sello local les permite configurar un catálogo único, que incorpora numerosas joyas nuevas cada mes, hasta renovarse por completo de año en año, y les permite distinguirse de marcas que recurren a grandes proveedores y al final todas «parecen lo mismo».
Para Singularu, 2017 fue el año de implantar ese modelo de 'moda rápida', con «un catálogo muy corto, de unos 150 modelos distintos a la vez», que suelen agotarse y presentan una gran rotación para adaptarse a las últimas tendencias. «Siempre hay cosas nuevas, lanzamos novedades todos los meses», resume.
Ese fue también el año de la apertura de su primera tienda, en Valencia, y en el que alcanzaron su primer millón de euros de facturación. Tras duplicar sus registros año tras año, de los 230.000 euros de 2015 a 550.000 un año después y millón y medio de euros a cierre de 2017, la empresa supera los dos millones de euros de facturación a estas alturas del ejercicio y prevé cerrarlo con tres millones y medio de euros.
Para lograr ese objetivo será clave el resultado del próximo 'Black Friday' que, junto al Día de la Madre, marca su pico de ventas y pone a prueba el sistema de producción y logística, al vender «en un fin de semana lo que no se ha hecho en mes y medio» y lograr que «las cosas lleguen como tienen que llegar».
Con planes de duplicar sus 25 trabajadores, Singularu afronta una «ambiciosa estrategia de expansión nacional para articular una red de tiendas físicas que sirva de complemento a su sólida presencia online», en línea con la tendencia seguida por otras firmas nativas digitales, y que arrancó con su reciente desembarco en la 'milla de oro' madrileña.
Madrid es un mercado clave para la empresa, ya que aglutina el 20% de la facturación online, más que Valencia y Barcelona juntas. En su ciudad de origen tiene dos tiendas, en la calle Conde Salvatierra y el centro comercial Aqua, a las que se suma su flamante establecimiento en la calle Velázquez y un segundo punto de venta en la capital, que abrirá en octubre en la calle Princesa.
Su objetivo es alcanzar los noventa puntos de venta a finales de 2020, entre tiendas propias, franquiciadas y espacios en grandes superficies como El Corte Inglés, con quienes ultiman un primer acuerdo para vender sus productos en diez tiendas.
«Siempre habíamos querido tener una tienda porque aunque hagas mucha promoción y la tasa de conversión sea buena, sigue habiendo un 97% que no te compra si no tienes tienda física», explica Tormo, quien agrega que la generación posterior a los 'millenial' «aprecia muchísimo más el contacto físico porque no le fascina tanto el online».
En Singularu, de hecho, las tiendas siguen un modelo «más experiencial, divertido», una especie de «autoservicio, similar al supermercado, para que las chicas vean algo que les gusta y puedan cogerlo directamente y probárselo todo, aunque muchas veces sea sólo para pasar el rato». En esos comercios, además, ha descubierto que su perfil de cliente, originalmente chicas entre 25 y 35 años -y chicos para regalar a chicas-, abarca también a las de 15 a 18 años y a las mayores de 50.
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