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Si la Real Academia Española de la Lengua (RAE) tuviera que poner un ejemplo en la entrada de la palabra 'saga', probablemente escogería el apellido de una familia valenciana que, aunque no procedía de la alta aristocracia ni de la burguesía local, ha sido referente de la historia del empresariado por la gestión de sus compañías, su olfato inversor y su discreción. Son los Serratosa, que esta semana cerraban un capítulo más de su historia empresarial con el punto final de Nervión Financiera, S.A. (Nefinsa), la matriz del holding familiar creado en 1993 con el que Emilio Serratosa retomaba sus inversiones empresariales tras la venta de la Compañía Valenciana de Cementos Portland.
El Boletín Oficial del Registro Mercantil (Borme) certificaba el martes 7 de febrero la disolución de Nefinsa tras varios años en la cuerda floja, como avanzaba 'Valencia Plaza'. Inevitable entonces poner negro sobre blanco nombres de empresas como Air Nostrum, Nefitel, Uralita o Gamesa, ligados a la compañía. Incluso aquella sonada disputa con el banquero Mario Conde por el control de la cementera, que se resolvió a favor de la familia fundadora que finalmente vendió al grupo mexicano Cemex. La fábrica de Buñol hoy está en manos de Cimsa.
Porque la historia de Nefinsa no puede desligarse de Valenciana de Cementos, la empresa que José Serratosa Nadal fundó junto a su suegro Rafael Ridaura Soria en 1917. Era una fábrica de cal en Buñol que pasó a manos de Ridaura como pago de una deuda y que Serratosa, hijo de su socio José Serratosa Mir y pronto su yerno, propuso transformar en fábrica de cemento artificial (o portland). Los tres, junto con otros dos socios, fundaron la que pasó a denominarse en abril de 1917 Compañía Valenciana de Cementos Portland y que se fue adaptando a los distintos avatares económicos hasta producir, en la década de los 50, cerca del 14% de la producción española. De hecho, fueron designada Empresa Ejemplar en 1958.
Unos años antes, Serratosa y Ridaura habían contribuido, junto a la familia Gómez-Trénor al nacimiento de Colebega, la embotelladora de Coca-Cola, en la que tomaron una participación del 20,6%. En los años 60 la familia Serratosa diversificó actividad y se introdujo en sectores como el agroalimentario, inmobiliario y construcción, cerámica, automoción e incluso inversiones artísticas, pues Valenciana de Cementos llegó a tener pinacoteca propia. Con el apoyo de Banesto, la cementera se posicionó como el grupo cementero español más importante.
Para entonces ya estaban en la empresa los hijos de Serratosa Nadal, que llevaban Ridaura como segundo apellido: José, Emilio e Ignacio. Una tercera generación descendiente de aquel comerciante ligado al tráfico marítimo de principios de siglo que situaron a la Valenciana como la principal empresa de esta industria en España en los años 80. Es en ese contexto donde se produce el choque con los nuevos gestores de Banesto, con Mario Conde al frente y con intención de crear una gran corporación industrial para sacarla a bolsa.
Las acciones se convirtieron en objeto de deseo y entró en escena el grupo noruego Aker, con lo que se bloqueó el paquete accionarial de Banesto. El final de este culebrón fue la división del grupo y, debido al contexto económico de los noventa y la crisis de su socio Aker, la venta de la cementera a Cemex, de la familia mexicana Zambrano
Se empieza a escribir un nuevo capítulo en la saga de los Serratosa, con los tres hijos de Serratosa Nadal emprendiendo negocios por su cuenta. Así, Emilio Serratosa y sus cinco hijos (Javier, Pablo, Ana, Begoña y Gonzalo Serratosa Luján) fundan el holding Nefinsa, desvinculándose de la estrategia de su hermano José y sus sobrinos, que apuestan por el sector inmobiliario y las concesionarias de automoción.
Empieza entonces un camino de diversificación empresarial, en concreto, en sectores emergentes como la telefonía móvil (Nefitel), las energías renovables (Gamesa) y el transporte aéreo regional (Air Nostrum, que llegó a un acuerdo de franquicia con Iberia). En paralelo, vendieron sus participaciones en Colebega o el Complejo Medioambiental de Andalucía.
2002 marca el punto de inflexión por la OPA hostil que Nefinsa lanzaba sobre Uralita (grupo de materiales de construcción) para hacerse con un 35% y que fue la primera en España que tuvo éxito. La segunda fase, para alcanzar el 80% de la compañía, coincidió con la crisis financiera e inmobiliaria de 2008, lo que arrastró a Uralita -y a Nefinsa- al precipicio. Fue, además, el momento en que tres de los hijos de Emilio (Pablo, Ana y Begoña) abandonaron el holding familiar y en Nefinsa quedaban Javier, Gonzalo y el propio Emilio.
La historia empresarial de los Serratosa volvía entonces a ramificarse con una parte de la familia en Nefinsa y otra, de nuevo, emprendiendo nuevos negocios, ya que los tres hermanos crearon grupo Zriser (Begoña se desvinculó en 2011). Detrás de ellos están activos fotovoltaicos, edificios y locales comerciales o firmas como NAO Asset Management, Tayg o Tyris.
La sombra de Uralita (luego llamada Coemac, con Gonzalo al frente) no desapareció y Nefinsa tuvo que deshacerse de sus activos, como la venta de Air Nostrum, en cuya puja se impuso la oferta de Carlos Bertomeu, apoyado por los fundadores del IVI José Remohí y Antonio Pellicer. Las pérdidas de Coemac siguieron aumentando y, en enero de 2020, entraba en concurso de acreedores y sus activos fueron vendidos a una empresa madrileña. Entraba en liquidación a principios de 2022 y, un año después, lo ha hecho Nefinsa.
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Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
Patricia Cabezuelo | Valencia
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