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Viernes, 26 de marzo 2021, 01:34
El Covid-19 ha traído consigo nuevos usos y costumbres y la mascarilla es uno de los mejores ejemplos. Reservada casi en exclusiva antes de la aparición del coronavirus a profesionales médicos, los protocolos de seguridad y la normativa vigente la han convertido en un producto de primera necesidad, sobre todo para sectores esenciales que necesitan asegurar la protección de las personas en todo momento. Los primeros meses de pandemia agudizaron el ingenio y un buen número de empresas apostó por la fabricación de mascarillas para asegurar el abastecimiento. Una vez superado ese primer momento, firmas como la valenciana EMO, con más de 50 años de experiencia en el sector médico y de ortopedia, han continuado ofreciendo un producto en el que la calidad y la innovación son señas de identidad.
EMO tiene capacidad para fabricar 400.000 mascarillas cada día, entre quirúrgicas y FFP2, además de otros productos de protección, médicos y ortopédicos. Las mascarillas se desarrollan en una línea de producción que se creó en los primeros momentos de la crisis sanitaria. «En un primer momento, la Administración solicitó nuestro apoyo para abastecerse de mascarillas. Transformamos líneas de fabricación para producirlas y el día 20 de marzo de 2020 sacamos el primer lote de nuestras instalaciones, ya con la licencia de la Agencia Española del Medicamento, gracias a que teníamos la tecnología necesaria para ello. Sin embargo, nos dimos cuenta de que hacían falta muchas más y que no podíamos satisfacer la demanda. En ese punto, hicimos una apuesta importante por maquinaria de última generación buscando la calidad, una de nuestras señas de identidad», rememora Pedro Fernández, CEO de EMO. La empresa valenciana fabrica, además, el resto de material que conforman los equipos de protección individual (EPI) básicos en el ámbito médico, incluyendo batas de pacientes y consulta, gorros, calzas, etcétera. «Todo ese material, necesario para los sanitarios, no se fabricaba en España y, ante la extensión de su uso a toda la población, tuvimos que hacer un esfuerzo por fabricar productos que antes no producíamos», destaca.
La apuesta de EMO ha sido fundamentalmente por la calidad, teniendo como base que la empresa dispone de todos los certificados necesarios como proveedor del sistema público de salud. Cada línea de producción es capaz de fabricar 140 mascarillas por minuto, dos mascarillas y media por segundo. «Para nosotros, la fabricación de mascarillas ha sido una apuesta importante. Hemos introducido un sistema de calidad mediante visión artificial por computadora para leer rápidamente mediante cámaras y que estas pudieran darnos información para validar su calidad», explica Gabriel Gállego, director de Operaciones de EMO.
Esta apuesta innovadora, concreta Gállego, solo la tienen en Europa dos empresas alemanas y EMO, lo que da muestras de hacia dónde va la iniciativa del fabricante valenciano. «Desde el principio, queríamos tener la mejor tecnología para crear un producto de calidad y ser competitivos. De ahí que no invirtiéramos solo en máquinas de origen asiático, sino europeo, ya que de otra forma las productividades que hubiéramos obtenido serían las de allí y queríamos un estándar de calidad mayor. Solo nos valía ser de calidad, competitivos y rápidos. Por ello, el control de calidad se realiza dentro de la línea de producción gracias a la visión artificial y podemos alinearnos con los precios de Asia al ser más eficientes», destaca el responsable de Operaciones de la firma.
EMO es capaz de fabricar con calidad, proximidad y precio competitivo dos millones de mascarillas en una semana. Todo ello, a tres kilómetros de centros médicos de referencia como el Hospital La Fe de Valencia. «Esto nos permite ofrecer menos dependencia de proveedores de fuera ya que, además, usamos materia prima nacional para la fabricación de las mascarillas», añade Gállego.
Los equipos de protección de EMO han cubierto durante todos estos meses las necesidades de la sanidad pública, pero también «hemos trabajado con el resto del canal sanitario que necesitaba protección, como hospitales privados, clínicas, dentistas, etcétera. También, otros canales como la ferretería industrial e incluso hemos fabricado para ámbitos con los que nunca habíamos trabajado», apunta Pedro Fernández. El CEO de EMO se abre, de hecho, a otros sectores que busquen productos de calidad y confianza como el de la alimentación o el industrial, que necesitan de mucha protección.
«Es importante que la ciudadanía en general se proteja de verdad y no se sienta falsamente protegida. Iremos, poco a poco, venciendo a la situación pero se van a ir quedando algunos hábitos en la población. Habrá nuevas exigencias por parte de los organismos reguladores, sobre todo en entornos donde haya mucha gente. Por todo ello, habrá necesidad de protección para algún tiempo más», avanza Fernández.
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