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La escasez de materias primas, sumada al elevado coste de la energía, continúa siendo un problema que se extiende como una mancha de aceite y amenaza con paralizar más sectores y empresas. Estos próximos meses, la construcción valenciana se verá especialmente amenazada por la ... falta de ladrillo, tal y como indican desde la Federación Valenciana de Empresarios de la Construcción (FEVEC).
«Las fábricas de ladrillo no están produciendo todos los meses por falta de demanda. Cuando se acaben sus existencias, si el gas sigue por las nubes, llevará a algunas a dejar de fabricar y entonces puede que falte producto», explican desde la patronal a LAS PROVINCIAS. La organización empresarial advierte de que se acerca un «otoño incierto» para el sector por este motivo.
«Ahora mismo, al haber multiplicado por tres el precio del ladrillo, la demanda se ha frenado y hay suficiente material. Sin embargo, el otoño puede ser problemático, porque la mayoría de fabricantes tratan de reducir sus stocks. Entonces, si la demanda no se reduce, podría haber problemas de suministro», añaden desde la federación valenciana.
Precisamente, la obra nueva lleva dando sínomas de debilitamiento por el encarecimiento de los costes de fabricación –se elevan más de un 30%– y a la incapacidad de los promotores de ajustar los contratos firmados a los precios de mercado actuales.
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Las propias empresas constatan esta situación de primera mano. Amparo Camps, gerente Maora Ceramics, alerta, incluso, de «la desaparición» de la industria del ladrillo en la Comunitat Valenciana y explica que, su caso, la producción es residual. «Ahora hacemos producción a la carta. Yo voy a tener que subir muchísimo el precio del ladrillo y no sé si me lo van a comprar. Fabrico ladrillos porque tengo que rellenar el horno para hacer las baldosas...», explica a este periódico la empresaria, quien cuenta que la fábrica ha visto cómo la factura de la luz ha pasado de 2.500 euros mensuales a 6.000. «Además, las arcillas blancas no las podemos traer de Ucrania, por lo que hemos cambiado la formulación y, aún así, los precios de éstas han subido un 35% como mínimo», agrega.
Según Camps, las nuevas tendencias de construcción, protagonizadas por el uso de grandes piezas porcelánicas blancas, ya estaban reduciendo la demanda de ladrillo. «Además, ya no se utiliza el ladrillo caravista porque el coste de mano de obra es muy caro. Si a esto encima le añades los precios del gas, el resultado es que se están cargando la industria del ladrillo en la Comunitat», sentencia la gerente de Maora Ceramics.
Por su parte, Gabriel Castro, gerente de Cerámicas Jornet, asegura que la situación llega a ser insostenible debido a que los costes han pasado de 30.000 euros al mes a 250.000 euros. En su caso, la empresa se vio en la necesidad de suspender la actividad el 15 de junio y la retomó unas semanas en agosto para luego volver a cerrar sus puertas. «Volvimos a mediados de septiembre. Antes de esta situación, se producía los 365 días del año, quitando las jornadas que había que parar para realizar el mantenimiento», explica Castro, quien añade que este año no llegarán a los seis meses de actividad en total. «No nos compensa estar en marcha. La demanda ha caído un 40%», indica. La realidad es que, según indica Fevec, ya se está «construyendo menos y con precios más altos». En esta misma línea se pronuncia la Asociación de Empresas Áridos Comunitat (Arival), que asegura que «se están quedando licitaciones desiertas por no ajustar los presupuestos a la economía del sector, lo que afecta al suministro de áridos en las obras».
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