![Agricultura en la Comunitat | La producción del campo, también en riesgo por la falta global de materias primas](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202110/18/media/cortadas/165048570--1248x814.jpg)
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CARLOS BONELL
Lunes, 18 de octubre 2021, 00:10
El problema global de escasez de materias primas está golpeando con mucha dureza en el campo, donde empiezan a escucharse planteamientos similares a los que son noticia a diario desde sectores industriales que se ven obligados a parar porque les faltan componentes o porque no ... pueden resistir los elevadísimos costes energéticos, o por ambas cosas a la vez.
El pasado sábado se supo que Fertiberia paraliza dos meses su fábrica de Huelva por las subidas del gas y la electricidad. Su repercusión es doble: el empleo directo y la merma de su producción de fertilizantes, que no llegarán a los agricultores.
En agricultura están confluyendo a la vez múltiples elementos que juegan en contra, con esas dos constantes: encarecimiento y escasez; lo que a menudo se viene identificando en otros ámbitos con la imagen etereotipada de 'la tormenta perfecta'.
El fortísimo encarecimiento de la electricidad está en boca de todos y supone ya un factor decisivo a la hora de seguir o no produciendo. El problema es de todas las energías, en general, pero unas u otras se dejan sentir con diferente incidencia según cada tipo de cultivo. Las continuadas subidas del gasóleo ponen en un brete a los agricultores que son grandes consumidores por necesidad, principalmente en cultivos extensivos que precisan la participación intensa de grandes tractores y otras máquinas de potencia elevada, lo que implica altos consumos. En pocos meses, el gasóleo B ha subido del orden de un 50%. De 0,65 el litro ha pasado al euro o incluso algo más, según sitios.
El combustible agrícola está subvencionado, y por tanto es más económico que el gasóleo de automoción, pero aún así, la subida ha puesto a los agricultores y ganaderos contra las cuerdas. Éstos últimos, además, tendrán que apechugar dentro de poco con los sobrecostes de calefacción en sus granjas: mayor consumo de gasóleo, o de gas, que es el gran 'culpable' de todas las escaladas energéticas.
Los precios de la electricidad han aumentado en dos meses un 50%, cuando ya se arrastraban subidas del 100% en un periodo de cinco o seis años.
Eso lo saben muy bien quienes han tenido que sufrir ya la renovación de sus contratos. En los periodos menos caros, el kw/h ha pasado de 6-7 céntimos a 9'5-11, y en los periodos más elevados supera los 20 céntimos.
La electricidad resulta esencial en la agricultura de regadío, puesto que las bombas de extracción y elevación de agua son eléctricas en su mayoría, y las que no, van con gasóleo. Gasóleo o kilovatios, elijan, y ya no se sabe qué conviene más o menos. Ambas cosas están por las nubes y su coste se traduce en los precios del agua para regar, un factor imprescindible en los cultivos que dependen de aportación continuada de riego. Pero con los precios que está alcanzando en muchas situaciones obliga a plantearse cómo seguir adelante o si conviene parar. La posible alternativa consiste en invertir en paneles fotovoltaicos, pero a menudo se topa con las trabas burocráticas que complican en la práctica lo que en teoría debería recibir todos los plácemes y apoyos, según lo que se pregona desde todas partes.
Por si no quedan bastante altos los obstáculos, los fertilizantes protagonizan una escalada de precios continuada y espectacular. La urea, que hace tan solo cinco meses costaba unos 30 céntimos de euros por kilo, ha superado los 60 y los suministradores aseguran que no va a parar de subir, porque no hay producto y no llegan barcos como se espera. Si alguien pide un camión, por ejemplo, si acaso le sirven uno o dos palets para que aguante, y cada envío llega con precio subido.
Mayor es aún el alza del nitrato amónico, que ha pasado en ocho meses de 30 céntimos el kilo a 74, y posiblemente nos estamos quedando cortos para cuando se lean estas líneas. Por lo que respecta a los abonos complejos, también han subido de alrededor de 40 céntimos a más de 60 por kilo.
Pero lo peor de todo está en las adversas perspectivas para un futuro próximo. No sólo se auguran mayores aumentos sin freno, sino que ya se empieza a temer que a partir de finales de año pueda sufrirse una escasez generalizada de fertilizantes; que no haya bastante para cubrir las necesidades de cultivo ni pagando caro. Y eso significa que puedan comenzar a resentirse de verdad las estructuras productivas y que la amenaza se traslade al consumidor, desde luego vía precios, y que no pare ahí, que haya suficientes alimentos disponibles.
Al mismo tiempo se nota también cierta falta (y consiguiente encarecimiento) de algunos plaguicidas, especialmente herbicidas, y no sólo por la reducción obligada de materias activas, sino porque se han cortado líneas de suministro mundial o porque han cerrado fábricas estratégicas.
De igual modo falta mano de obra en el campo y hay escasez de piezas y componentes de reparación hasta de máquinas pequeñas. La tuberías de plásticos que sirven para el riego localizado registran escaladas semanales y con frecuencia cuesta encontrar modelos, calibres y accesorios indispensables para mantener sistemas en marcha.
La situación es muy preocupante, los temores se extienden en todas direcciones y se corre el riesgo de desembocar en una espiral caótica que repercuta en lo más básico: la alimentación.
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