Los Sos, una familia de tradición arrocera

La historia de esta empresa arrocera está ligada desde sus primeros pasos a la familia Sos, que convirtió su apellido en una marca reconocida. Fue en 1902 cuando José Sos Borrás, el fundador de la saga (1870-1919), levantó un molino arrocero en Algemesí para vender a granel este cereal. «Fueron unos inicios modestos, en locales alquilados. No sólo se vendía arroz, sino también otros productos de la zona», recuerda Eduardo Sos Ahuir, bisnieto del fundador y que también formó parte del consejo de administración de la compañía.

Una década más parte, en 1912, tuvo una idea sencilla pero rompedora para la época: envasar su producto en un saquito de tela (contenían un kilo de arroz) y estampar en él su apellido y la imagen de dos falleras, una de pie y otra inclinada preparando una paella. Fue el primero en hacerlo, una innovación pionera en España que supuso una demostración de confianza del consumidor hacia la empresa y, también, la excusa para adentrarse, unos años más tarde, en el mundo de la publicidad.

«Fue la primera empresa que envasó arroz en paquetes. Se pegaba una etiqueta por delante con el grafismo de dos falleras y, por detrás, una etiqueta con una receta a cargo de Carmen de Burgos, que firmaba con el seudónimo de Colombine. Y en la parte delantera, también, el nombre de Algemesí», detalla Sos Ahuir, que ha recopilado parte del material publicitario asociado a la empresa.

Porque las promociones de Arroz SOS podían encontrarse en la radio (fue de los primeros anunciantes), en carteles en los tranvías de Barcelona, en las paredes de la ciudad o en los campos de fútbol. Incluso Josep Renau dibujó algún cartel para la empresa y en la década de los treinta hasta se lanzó un recetario de cocina. Y el primer anuncio en televisión llegaría en 1957.

Esa visión empresarial, tan adelantada para su época, se observa también en la apuesta por la diversificación de su actividad. Conservas vegetales (con pimientos, tomates, garbanzos, etc.), frutos secos, harina malteada o un cacao en polvo que se comercializó bajo la marca Sosfort son algunos ejemplos de esa diversidad, que se mantuvo hasta los años 60, según explica el representante de la familia, actualmente desvinculada de la compañía. Eso llevó también a que se extremaran las medidas de higiene en las instalaciones, como se observa en alguna de las fotografías de la época: paredes con azulejos relucientes y personal (mayoritariamente femenino) ataviado con gorro y batas blancas.

La historia avanza. En 1940 la marca dio un nuevo giro a su formato y, tras investigaciones para lograr un envase que diera frescura al producto, finalmente se decantaba por el paquete de papel en su versión clásica de los tres colores: blanco, rojo y azul. Se constituye, además, la sociedad Hijos de J. Sos Borrás, S. A., con los tres hijos del fundador, José, Eduardo y Vicente Sos Romeu al frente. «La concordia siempre estuvo presente en todas las ramas de la familia presentes en la empresa», remarca Eduardo Sos.

Entre 1970 y 1974 se construía la nueva fábrica de Arroz SOS, ya en una instalación en las afueras de Algemesí, debido a las molestias que la actividad y el paso de camiones provocaban en el vecindario. Era ya la primera marca arrocera española, con la tercera generación de la familia incorporada.

La década de los noventa trajo fusiones y absorciones en el sector agroalimentario español y la compañía valenciana no fue ajena a esta corriente. Así, a excepción de la rama de Eduaro Sos Romeu, se acepta una oferta de compra del grupo vasco Arana. Era 1992. El año de los Juegos Olímpicos y de la Expo de Sevilla. SOS abría la puerta a los empresarios Jesús y Jaime Salazar, a la banca francesa Paribas y otros socios inversores.

Dos años después, con la fusión completada, nacía Sos Arana Alimentación y se iniciaba la internacionalización, además de la salida a bolsa, momento para el que se preparó una paella en el parqué madrileño, según las crónicas de esos años. Un proceso vertiginoso que derivó en un proceso de compras, donde la más llamativa fue la de la empresa galletera Cuétara en el año 2000 (que a su vez vendieron en 2008 a Nutrexpa).

Nuevo cambio de nombre, aunque el apellido seguía infranqueable. El nuevo grupo, Sos Cuétara S. A., seguía embarcado en compras, como la de aceites Koipe o la de la estadounidense American Rice, entre otras. Casi una década después, y con la barrera centenaria superada, estallaba el escándalo. En 2009 el grupo Sos Corporación Alimentaria destituía a los responsables de la empresa (los Salazar) por un presunto desvío de fondos de la sociedad a empresas de su propiedad.

A esto hay que sumarle un elevado endeudamiento de la empresa derivado de operaciones fraudulentas en esa etapa que situó a Vicente Sos Castell en la presidencia de la compañía tras la petición del consejo de administración y con la misión de tratar de salvar la situación.

Tanto Sos Castell como su sobrino, Eduardo Sos Ahuir (entonces consejero en la compañía), iniciaron la búsqueda de financiación para garantizar el rumbo de la primera compañía alimentaria española. «Hicimos lo que creímos mejor para la empresa, lo importante era salvarla», rememora Eduardo sobre la entrada accionarial de Ebro Foods, actual propietaria de la marca Arroz SOS tras abonar entonces 195 millones de euros.

Hasta ese momento (año 2011) la familia se mantuvo en el consejo de administración. Después, renunció a los cargos y se desvinculó de una compañía que, pese a los avatares, ha mantenido el apellido de su fundador en su producto estrella, el arroz.