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«Se llamará Fiesta». Lo decidió Henry Ford II y acertó, porque el coche que fue fabricado durante décadas en Almussafes se convirtió en líder de ventas en España y Europa gracias a que marcó toda una época. En los 70 y los 80 ... era uno de los grandes éxitos de un mercado automovilístico que comenzaba a abrirse. El próximo junio de 2023 dirá adiós de forma definitiva.
Las fábricas de Inglaterra –Dagenham, cerrada en 2002–, Alemania –Colonia, donde se produce en la actualidad– y la valenciana no daban abasto para producir todas las unidades que exigía el mercado del modelo más pequeño en la historia de Ford. Era básico, pero gustaba mucho y estaba hecho en casa.
Su éxito supuso que la planta de Valencia se asentara como una de las fábricas clave en Europa, y, tras el mismo, se comenzó a fabricar el Escort y el Orión… además del Fiesta, que seguía siendo la pieza clave y el principal argumento por el que se levantó la única planta española de la multinacional. En las oficinas de Ford Almussafes aún está expuesto uno de los primeros vehículos que salió de la línea de producción con ese característico color marrón. Es todo un símbolo.
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Entre 1975 y 1989 se produjo la primera carrocería del modelo, al que llegaron los motores deportivos XR2 y hasta un pequeño diésel. En estos años llamó mucho la atención por tener un precio razonable y marcar la diferencia en una España que estaba demasiado acostumbrada al Seat 600. Este modelo se siguió viendo en las calles durante años, ya que luego se convirtió en el clásico vehículo que heredaron de sus padres los jóvenes nacidos en los 80. Se hacían miles de kilómetros en esos coches que, pese a ser pequeños, con ventanillas manuales y sin ventilación, seguían gustando.
Tras, una pequeña reestilización, en 1989 el Fiesta se hizo mayor con una nueva generación, ahora con tres y cinco puertas, versiones turbo, y hasta con techo de lona que volvieron locos a los compradores. De nuevo se convirtió en superventas y los Fiesta salían a cientos cada día de la línea de producción de Almussafes. La fama continuaba.
El modelo se renovó en 1996 y dejó de fabricarse en Valencia, pero no acompañó el nuevo diseño a las ventas, de modo que la nueva carrocería se volvió a ensamblar en la factoría española, junto al recién llegado benjamín de Ford, el Ka, y a otros modelos de la marca que fueron llegando a Almussafes, como el Focus o C-Max.
Para el relanzamiento del Fiesta en 2008 Ford decidió hacer un coche global en colaboración con la japonesa Mazda, con versiones fabricadas en China y ventas en Estados Unidos. Joven y dinámico, ese Fiesta siguió en la Comunitat hasta 2012, cuando su producción se trasladó de nuevo a Colonia.
Renovado de nuevo en 2018, el Fiesta no vende mal, pero tampoco como antes y ya no da los beneficios de antaño, al incorporar las mismas tecnologías de seguridad y emisiones de sus hermanos mayores y tener que venderse a un precio muy ajustado, propio de esta clase de coches pequeños. Hace unos años Ford ya decidió en Estados Unidos dejar de fabricar coches 'pequeños', como el Fiesta, Focus y hasta el Mondeo. Y lo sentenció.
Esa misma decisión ha llegado a Europa. Almussafes ahora sueña con acoger un nuevo modelo eléctrico a partir de 2026 que, ojalá, tenga el mismo éxito que el benjamín valenciano lanzado en 1976 y que se despedirá en pocos meses tras casi medio siglo de historia.
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