El futuro de las 'au pair' españolas, en peligro por el Brexit

Jon Ander Sánchez se fue de 'au pair' el año pasado a Reino Unido para mejorar su inglés. Se alojaba en casa de una familia en Londres, cuidaba a sus tres hijos y tres días a la semana iba a una academia. «Compatibilizaba el trabajo de 'au pair' con otro empleo de camarero en un restaurante italiano. En total, ganaba unos 1.430 euros al mes», calcula. Como Jon Ander, cientos de españoles viajan cada año a Reino Unido en busca de trabajo y para perfeccionar su nivel de inglés, un flujo migratorio que el 'brexit' ha dejado en el aire.

El Gobierno de Boris Johnson presentó el miércoles su plan de inmigración por puntos. Se trata de una propuesta de la que sería su relación futura con la Unión Europea una vez acabe el periodo transitorio y el 'brexit' se haga efectivo, en 2021. A partir de esa fecha y acorde al plan del Ejecutivo británico, sólo admitirá en su territorio a inmigrantes cualificados y que lleguen al país con un contrato cuyo sueldo sea superior a los 30.800 euros al año.

«La inmigración fue uno de los temas estrella en la campaña a favor del 'brexit' y este plan es la culminación de su principal argumento para salir de la UE», explica Joserramón Bengoetxea, profesor de Derecho Europeo de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Este control migratorio por puntos pretende poner coto a los trabajadores poco cualificados. «Reino Unido es uno de los destinos preferentes para trabajadores del sector servicios: restauración, hostelería, camareros... A partir de 2021, su entrada dependerá de la demanda interna». Es decir, si los ingleses no quieren llevar a cabo estos trabajos deberán buscar a gente que sí quiera desempeñarlos.

El caso de los 'au pair' es un tanto especial. «No se trata de un empleo porque no hay un contrato como tal. Es más una invitación. A lo mejor se les ofrece la oportunidad de optar a un permiso de residencia temporal», observa Bengoetxea. Una oportunidad de aprender el idioma, que algunos usan también como trampolín a lograr un trabajo estable y asentarse en el país.

Es el caso de Daniel García, un joven salmantino que convivió con una familia inglesa en Londres el año pasado y ahora trabaja en una multinacional que ofrece soluciones de márketing en todo el mundo. «En sólo una semana puedes encontrar trabajo de camarero, de limpiador, cuidando niños... Además cuando vas a un bar, a un restaurante o pasas al lado de una obra, ves que todos son extranjeros. No creo que el plan de inmigración entre en vigor porque la propia estructura laboral del país no lo va a permitir», argumenta.

Los intereses del Gobierno británico chocan con los de las empresas, que se aprovechan de la mano de obra barata que suponen los inmigrantes. Sectores enteros como la construcción y la hostelería se sustentan gracias a los foráneos. La presidenta de la asociación de agricultores y ganaderos británicos ya comunicó que en 2021 serán necesarios 70.000 temporeros en Reino Unido, mientras que el Gobierno quiere dar visados sólo a 10.000. «El plan migratorio podría traducirse en el aumento de los trabajos clandestinos, que dejarían a los empleados desprotegidos», opina Bengoetxea.

En cuanto a los trabajadores cualificados -médicos, enfermeros, investigadores- su entrada está, por el momento, asegurada. Es más, los españoles que trabajan para el Servicio de Salud británico alertan de que el sistema colapsaría sin el personal sanitario llegado de la UE. Según un informe de The Health Foundation, Reino Unido necesitaba cubrir 100.000 vacantes a principios de 2019, desde doctores a auxiliares de enfermería. «Si quieren profesionales cualificados autóctonos, deberán formarlos», dice el experto; y eso difícilmente podrán lograrlo antes de 2021.