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Tan solo mil metros cuadrados para toda España. Tan exigua superficie es la que el Ministerio de Agricultura propone que pueda aumentar el año que viene la superficie de viñedos autorizados para la elaboración de cavas. Una limitación realmente ridícula, que corta de cuajo las peticiones de aumento fuera de Cataluña y que está levantando protestas entre los sectores vitícolas afectados, como en el municipio valenciano de Requena, porque se interpreta que es un claro freno a las aspiraciones de crecimiento en las zonas emergentes del sector para beneficiar los intereses predominantes de los productores catalanes. La medida, puede aprobarse en breve, con las evidentes implicaciones políticas entremezcladas.
La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) advierte que «la guerra del cava vuelve por Navidad», porque es la misma medida que ya se intentó el año pasado desde el Gobierno (entonces del PP, hoy del PSOE), aunque a última hora se corrigió, permitiendo moderados aumentos. De ahí que la organización agraria señale que «los planes del Gobierno central se pliegan nuevamente, de manera descarada e inaceptable, a los intereses de las bodegas catalanas, aunque esa medida suponga impedir a la fuerza el crecimiento que están experimentando las otras áreas españolas que están autorizadas para elaborar cava, como Requena».
La Denominación de Origen del Cava tiene reglas muy singulares. A diferencia de otras denominaciones, no se centra en un área geográfica determinada. Están autorizados a elaborar cava, con las variedades permitidas, los viticultores de 159 municipios repartidos en diversas provincias. La mayoría de ellos son de Cataluña: 63 en Barcelona, 52 en Tarragona, 12 en Lleida y 5 en Girona, y también radica en esta autonomía la mayor parte de las bodegas del sector, las más grandes, las de mayor tradición y más larga historia y, consiguientemente, el grueso de la producción, con mucha diferencia.
Pero aparte de los municipios catalanes hay otros 27: 18 de Rioja, 3 de Álava, 2 de Zaragoza, 2 de Navarra, 1 de Badajoz (Almendralejo) y otro de Valencia (Requena) donde se hace cava, y es en todos ellos, particularmente en los dos últimos, donde radican las mayores expectativas de aumento, que se ven frenadas.
De unos 231 millones de botellas anuales de cava, más del 90% se elaboran en Cataluña. Las ocho bodegas requenenses autorizadas producen unos 9 millones de botellas, pero se trata de una cifra que, partiendo de cero, ha aumentado en los últimos años de forma espectacular, y las perspectivas son muy halagüeñas. El 15% de sus viñas ya son para cava.
Cualquier productor de cava puede elaborarlo con vino propio, con el que compre a otros productores autorizados en su propia zona, o el que adquiera igualmente en otras áreas de la DO. También está permitido adquirir a otros botellas de cava ya terminado en el mercado 'en punta'. Y ahí radica buena parte de las claves de la cuestión. A las bodegas mayoritarias (las de Cataluña) les interesa que el crecimiento de otros descanse en todo caso comprándoles a ellas lo que estén dispuestas a vender, no aumentando de forma generalizada la producción de vino base.
De ahí que desde AVA se reclame «que se creen subzonas y que las decisiones se adopten en función de las necesidades de cada una de ellas, de tal manera que si los productores y bodegas de alguna de estas subzonas detectan que sus mercados se hallan saturados y es conveniente limitar su crecimiento (quizás Cataluña), pues perfecto, que lo hagan, pero lo que no puede ser es que se impida la expansión de los que sí tienen expectativas y capacidad para seguir creciendo».
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