GRETA THUNBERG ES ROSALÍA
Marea baja ·
Secciones
Servicios
Destacamos
Marea baja ·
De tanta superficialidad, un día de estos vamos a acabar flotando... sobre el agua de los polos. Madrid ha clausurado la 25 Cumbre del Clima (COP25) y una manifestación ha recorrido las calles de la capital con Greta Thunberg como gran estrella invitada. La niña (que realmente cumple en enero 17 años) se ha convertido en una referencia internacional después de que, con su apariencia infantil y su síndrome de Asperger, se plantara el año pasado a las puertas del parlamento de Estocolmo los viernes para protestar contra el cambio climático.
Su ceño fruncido se presenta como el banderín de enganche para la causa medioambiental. Olvidando que se cazan más moscas con miel que con vinagre, su mirada rabiosa hacia Donald Trump (convenientemente situada en el tiro de las cámaras de televisión) circuló como la seda por internet. Con la extraordinaria capacidad sueca para el espectáculo que ya demostró ABBA, sus 21 días de travesía en catamarán de lado a lado del Atlántico han sido un buen entretenimiento para las redes sociales. Y, por último, con su condición de antisistema indomable, sólo ha compartido su sonrisa en las fotos junto... al exvicepresidente de EE UU Al Gore, diversos multimillonarios y gente vestida como si se hubiera escapado del catálogo de Decathlon.
Es el signo de los tiempos, los terabytes de información que ocupa la menor de los señores Thunberg no es comparable al de ningún científico o responsable social que plantee alternativas al progreso humano separado de la producción contaminante y que satisfaga a China o India, que se niegan a ponerse palos en la ruedas a su avance, después de que Occidente y Japón hayan hecho de su capa un sayo en estos asuntos desde hace un siglo. Además, a este lado, Trump no entiende por qué los suyos tienen que dar ejemplo y arriesgar su primacía económica, mientras se les reprocha que nunca es suficiente.
El 'selfie' es el mensaje y nada puede hacer un tipo con pelos en las orejas o una señora con los dientes torcidos frente a la caperucita roja escandinava que planta cara a una jauría de lobos entre flases. La experiencia es similar a la de Rosalía, que ofrece una emoción coplera y flamenca con apariencia poligonera, siendo una muchacha de familia catalana de clase media alta, moderna y cool, que nada tiene que ver con el gitano desdentado del Sacromonte y su señora con las costuras del traje de volantes abiertas.
¿Que en los dos primeros tenemos puestas nuestras esperanzas para hacer un mundo más respirable? Sí. ¿Que los otros son carne de flamenco y han conservado las esencias del arte más auténtico? Pues también, pero no levantan ni tres 'likes'. El problema es que llegará el día en el que Greta crezca y deje de ser graciosa, condenada a circular por los márgenes de la popularidad hasta terminar como eurodiputada. Y entonces ya estaremos a otra cosa.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.