Nacido en Gandía en 1966, Santiago Carbó es catedrático de Fundamentos del Análisis Económico de la Universitat de València y una autoridad a nivel internacional ... en su campo; en concreto, en la investigación de los mecanismos de financiación autonómica. En esta entrevista, reconoce que la enorme magnitud de la tragedia del 29 de octubre impide manejar estudios comparativos que ayuden a responder a la pregunta clave, al menos desde la economía: y ahora, qué. ¿Cómo se reconstruye la normalidad después de una catástrofe semejante? «Es que no tiene nada que ver ni con la riada del 57, ni con la pantanada de Tous ni con las inundaciones de hace unos años en Alemania y otros países de Centroeuropa», señala. Tampoco encuentra analogías en el caso el volcán de La Palma: su único punto de referencia se vincula al tsunami de hace 20 años en Asia «pero no hay nada comparable», avisa. «Es difícil encontrar un sitio que haya sufrido una catástrofe que arrasara toda la zona de intendencia de una gran ciudad, que es la tercera de España. Desapareció toda la logística de Valencia en unas horas».
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- Esa comparación evidencia la necesidad de que el proceso de reconstrucción también tenga una magnitud gigantesca. ¿Le parece suficiente la movilización de recursos económicos de las distintas administraciones?
- Desde luego, la catástrofe fue muy grande y ese esfuerzo tiene que ser también muy grande, porque además yo veo aquí algo distinto con respecto a otras catástrofes de hace unas décadas: el factor de envejecimiento de la población. Me preocupa que haya gente, como empresarios o autónomos, que no vayan a volver a abrir sus negocios, porque a su edad ya no les compensa. La zona cero es un territorio tan industrioso que, si no se hace algo, una parte de su capacidad productiva y empresarial, va a desaparecer. Vamos a tener una pérdida actividad económica de personas que tienen más de 50 años.
- ¿Y cómo se sale de ahí? ¿Atisba alguna luz?
- Yo creo que sí, que se sale. Podemos tener algún momento de tensión social en los próximos meses por la lentitud en la reconstrucción o por la magnitud del desafío, pero entiendo que los dos gobiernos, tanto el autonómico como el nacional, tienen una presión mayor que en otras ocasiones para volver a la normalidad. Y creo que lo primero que se va a reponer es las infraestructuras, aunque aquí tenemos un problema: que hay viviendas en zonas inundables.
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- Lo cual complica la reconstrucción.
- Sí, porque no puedes volver a construir tanta vivienda tan fácilmente como hasta ahora. Y es un problema irremediable porque son muchas las viviendas que no puedes reemplazar de la noche a la mañana.
- Hablando de analogías históricas y del papel que juegan las organizaciones gubernamentales que usted cita, recuerdo una coyuntura que tal vez se asemeje: cómo salió España de la Transición, en situación de crisis extrema, con la inflación subiendo a ritmo de dos cifras. De entonces son los Pactos de la Moncloa, un mensaje de unidad política.
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- Bueno, los tiempos han cambiado. Pero desde luego los países que salen más fuertes hacen eso: unirse. Si dejan a un lado sus rencillas y se ponen en serio a trabajar, salen de las crisis, pero uno de los problemas que nos vamos a encontrar es que hay una menor eficacia de las actuaciones, porque no están coordinadas ni hay unidad en la acción. Nuestro país lleva mucho tiempo sin consensos de ningún tipo, ni siquiera en esto tan grave que nos ha pasado, aunque los españoles tenemos por supuesto una visión clara de que esto que nos ha pasado en Valencia ha sido distinto y eso ayuda mucho también. Me pareció muy interesante a este respecto la apelación del Rey en su discurso de Nochebuena.
- ¿A qué se refiere?
- A cuando dijo que había 800.000 personas afectadas por la dana. 800.000, nada menos. Esa cifra me pareció muy interesante para que la gente supiera la magnitud de la tragedia, pero también es verdad que pensar en este momento en un consenso político… Hay un presidente muy debilitado como Carlos Mazón, otro presidente como Pedro Sánchez, con dificultades también, con luchas internas… Para alcanzar ese consenso nos vendría muy bien contar con presupuestos públicos, porque vendrían a aumentar las ayudas hacia Valencia, mucho mejor canalizadas. Pero es que no se llega a esos consensos.
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- ¿Y el dinero que se anuncia desde las administraciones? ¿Es suficiente? ¿A la altura del desafío que hay por delante?
- Yo creo que son cantidades significativas pero tienen que llegar a las familias, a los negocios.. Y si no llegan, evidentemente tenemos un problema. Pero no veo un problema de cantidad en este momento, aunque vamos a ver si dentro de un año se nota que la actividad se ha recuperado.
- ¿Y si no es el caso?
- Pues habría que volver tomar medidas.
- ¿Por ejemplo?
- Un programa como se hizo en la pandemia con el ingreso mínimo vital, para ayudar a la gente. Ponerlo en práctica y a partir de ahí ver seis meses más tarde qué ha pasado, si se está recuperando la actividad, qué nos dicen los diferentes indicadores… No puede haber grupos sociales que necesiten ayudas y se puedan dejar tiradas. Y sin relajarnos. Debemos seguir dando visibilidad al problema a escala nacional.
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- Habla de unificar discursos y estrategias, también de coordinar las ayudas. ¿Una especie de plan Marshall a la valenciana?
- Un plan Marshall a la valenciana se tenía que haber anunciado antes, a principios de noviembre, dándole esa categoría, con una denominación que sirviera para entender la magnitud del reto. Y mencionar siempre lo que decía antes del discurso del Rey: que hay 800.000 afectados. Ahora cualquier solución ya va a venir por fases, nada más, gota a gota. Es tarde para hablar de plan Marshall cuando de alguna manera ya se ha ido haciendo.
- ¿Incluyendo ayuda de Europa? Hay un fondo de solidaridad que se moviliza en estas circunstancias, está sin gastar una gran parte de los fondos Next Generation…´
- Que serían una respuesta adecuada para esta catástrofe, porque está más que justificado destinar ese dinero a la reconstrucción. Uno de los grandes daños que se han producido es económico. Nacieron durante la pandemia para superar aquella pérdida de valor económico y promover la digitalización y la sostenibilidad. Bueno, pues ahora, evidentemente todos los proyectos que se puedan hacer en el ámbito de l'Horta Sud para mejorar la canalización de las aguas o de los barrancos, también pueden entrar esos fondos porque estamos hablando de sostenibilidad. Está clarísimo. Y luego está también el reto de la reconstrucción empresarial, que se pueden aplicar ahí, porque son fondos que estaban pensados más en la actividad económica, para evitar que se genere pérdida en la competitividad. ¿Qué mejor caso que éste para se puedan aplicar esos fondos? Hay que tener voluntad y fuerza política para pedirlo. Y que lo pida el Estado. Estamos hablando de miles de millones que Valencia necesita.
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- ¿Y pueden llegar?
- Vamos a ver, aquí el problema es que el debate político en este país está muy desviado de los problemas de la gente. Muy desviado. No es que nuestros políticos sean malvados, sino que no le dedican tiempo a eso, no se centran en buscar esos recursos que están ahí, disponibles.
- Usted es un experto en el ámbito de la financiación autonómica, que es una especie de comodín que se utiliza para justificar cualquier anomalía en la Comunitat. ¿Es también el caso de la dana? Dicho crudamente: una región mejor financiada, ¿hubiera tenido un problema de esta dimensión?
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- No, esto no lo paraba nadie. Es una desgracia brutal. La mayoría de las comunidades, estén mal o bien financiadas, tienen problemas de canalización, de barrancos, de zonas inundables... No creo que se pueda achacar lo sucedido a la mala financiación. Dicho esto, Valencia estaba infrafinanciada y lo sigue estando. Y lo seguirá si no lo arreglan.
- ¿Y ahora qué? ¿La infrafinanciación puede operar como un retardador de la reconstrucción, como un problema añadido?
- Evidentemente, sí. Sí que puede ser un problema añadido si la Comunitat no tiene fondos adicionales. Aunque sea un problema que va en paralelo, la infrafinanciación no ayuda y por eso Valencia tiene que aprovechar para sacar todo lo que se pueda y, sobre todo, cambiar para el futuro. Aprovechar para sacar adelante una mejor financiación.
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- Se lo pregunto al revés. ¿Cree que el hecho de que haya aportaciones adicionales desde el Estado para ayudar en la reconstrucción puede ser una excusa para eludir el problema de fondo, la infrafinanciación?
- Si eso se hiciera, sería un error político grave. Porque se nos estaría compensando por lo que ha destruido la naturaleza. Y el problema de la infrafinanciación sigue y no tiene nada que ver con las ayudas que nos están dando, que son para atender un problema sobrevenido, cuando el problema de la financiación es la falta de fondos para atender sobre todo la educación y la sanidad
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- ¿Se le puede dar la vuelta a ese argumento? Es decir, 'aprovechar, entre comillas, esta trágica coyuntura para ponernos de pie otra vez con una fortaleza superior. Algo así como lo que fue la riada del 57 para reinventar aquella Valencia.
- Es una oportunidad muy importante, porque las nuevas infraestructuras serán más modernas y todas las empresas que se reconstruyan tendrán la última tecnología. Sí, es una gran oportunidad para unir a los valencianos y salir aún más adelante. Puede ser una oportunidad para que la ciudad salga como eje mediterráneo y jugar un papel crítico en toda la región cuando se pase este dolor inmenso.
Santiago Carbó contesta a LAS PROVINCIAS en medio de una agitada agenda, como experto de referencia a escala internacional para cuestiones de índole económica que, entre otros ámbitos, indaga sobre las particularidades financieras del sistema autonómico español. En su condición de director de estudios de la Fundación Funcas (un prestigioso 'think tank' dedicado a la investigación económica y social y a su divulgación), su opinión está especialmente cualificada para pronunciarse sobre el sombrío escenario que vive Valencia desde el 29 de octubre y, sobre todo, para interpretar qué horizonte se dibuja a más largo plazo. ¿Se atreve a ponerle fecha a la recuperación? Cuando se le interroga directamente sobre sus previsiones, Carbó responde con una elocuente exclamación: «Uff». Y luego de una larga pausa, y de un no menos elocuente silencio que dura algunos segundos, a continuación se explaya. «¿Nos habremos puesto en pie dentro de un año? Yo soy optimista y creo que una buena parte de la zona afectada sí que se habrá puesto en pie». Aunque acto seguido, aporta un matiz muy significativo a sus opiniones: «Me preocupa cómo saldrán de esto las partes más débiles de la población de la zona cero, las más envejecidas». Y además de reiterar su augurio de que habrá ciertas actividades económicas en los municipios afectados «que no se van a recuperar», también lanza un mensaje algo más optimista, luminoso. «En general», asegura, «yo creo que un año es un tiempo suficiente para ver los efectos de muchas acciones que se van a poner en práctica». Y añade: «Dentro de un año tenemos que estar viéndolo de otra manera. Sí o sí».
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