Abogada de formación y con una vocación de aprendizaje constante, su destino acabó ligado a la educación empresarial tras pisar una tarde la sede de EDEM, entonces presidida por Manuel Palma y con sede en el centro de Valencia. Discreta pero curiosa (quizás ... por su pasión lectora); vehemente a la par que humilde y cercana, Hortensia Roig es de esas personas que cuidan los detalles y no dejan de mirar a los ojos de su interlocutor.
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–Se cumplen dos años de pandemia. En este tiempo, ¿han cambiado los perfiles profesionales demandados por las empresas?
–Sí. Hay dos cosas que antes se demandaban pero ahora son esenciales: necesitamos personas capaces de adaptarse al cambio y abrazar el cambio. Es decir, antes el cambio era excepcional, tú tenías una línea de continuidad, pero ahora sabes cómo empiezas por la mañana pero no cómo acabas por la tarde. Necesitamos gente muy capaz no de adaptarse al cambio, sino de vivir en el cambio y no morir en el intento, de vivir y sonreír con el cambio. Gente muy capaz de adaptarse al cambio y de, si sale mal, resistir, ser resiliente, es decir, que te puedas doblar [lo hace con un bolígrafo] pero no romper. Te doblas y recuperas.
–Aprendes de la situación.
–Y reconoces que te has equivocado o que era una situación compleja, que tomaste una serie de medidas pero acertaste una parte y otra no. Mira [traza una línea en su cuaderno]: tú estás aquí y sueñas dónde quieres llegar y piensas que la vida es lineal, pero la vida no es lineal, tiene curvas. Al final llegas si haces los deberes. Porque duros a cuatro pesetas nadie da. Y ese es otro de los mensajes que tiene que calar en la sociedad actual: duros a cuatro pesetas no hay, hay que trabajar muchísimo. Es necesario igualdad de oportunidades y por eso EDEM es una fundación sin ánimo de lucro y aboga por apoyar el talento que no tiene recursos. Un 20% de nuestros alumnos son becados: becas al talento y a la falta de recursos.
–Se creen lo del ascensor social.
–Y se pone en práctica. Queremos inocular en la sociedad el espíritu empresarial y la cultura del esfuerzo pero también la resiliencia. Tuvimos hace poco el ejemplo de un referente del deporte, Rafael Nadal, que consiguió algo épico. ¿Pero qué es lo que le hace diferente? Ese nivel de exigencia, de recomponerse... La resiliencia. Cree en él cuando nadie lo hace, incluso cuando el dato fallaba.
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–Al hilo de esto, Adela Cortina decía en LAS PROVINCIAS: «Hay una tendencia excesiva a pensar que lo importante para los jóvenes es sólo que estén felices. No invitarles a la cultura del esfuerzo me parece una estafa. La gente que llega es la que se esfuerza». ¿Estamos generando en los jóvenes una cultura de la satisfacción inmediata?
–Completamente de acuerdo. Están confundidos. Hay que aclarar que no hay duros a cuatro pesetas, que a todos nos cuesta hacer las cosas, que el lunes es duro para cualquier persona seas un adjunto, secretaria, jefe o trabajes en un taller. Y no pasa nada, es parte del crecimiento, de la realización personal... 'So what'. Hay que educar en que la vida no es fácil, digámoslo claro.
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–Pero no se les traslada eso.
–Porque ahora la vida va tan rápido que se acostumbran a eso. La felicidad está en disfrutar el camino; no es llegar a la cima, es disfrutar llegando a la cima, que es parecido pero no es lo mismo.
–¿Cómo se transmite todo esto a los jóvenes?
–Concediendo entrevistas, dando clases y haciendo una labor de compartir lo que pensamos las mujeres y los hombres. Estamos en la época el conocimiento y la comunicación. Esto es un reto y hay que comunicarlo, especialmente si tienes un puesto de responsabilidad.
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–Pero a veces faltan esos referentes, sobre todo femeninos.
–Esos referentes también tienen que reconocer que eso no ha sido un camino de rosas... [se queda pensativa].
hortensia roig
–Volvamos a la pandemia. ¿Ha supuesto un cambio en las formas de liderazgo empresarial?
–Somos las mismas personas pero la pandemia ha pasado por nosotros y creo que nos ha hecho mejores. Ha sido tal el esfuerzo al que nos hemos visto abocados, tanto en el ámbito profesional como en el personal, durante los tres meses de confinamiento puro... Porque para mí no fue teletrabajo, fue todotrabajo. Soy madre, tengo tres hijos, era presidir una institución educativa que quería seguir con las clases, es más, ningún alumno que estaba cursando perdió clases. Soy fallera y recuerdo ese 18 marzo, que sería la Ofrenda, estar trabajando delante del ordenador... ¡Nunca en mi vida me lo hubiera imaginado! Nos ha hecho mejores pero hay un cansancio importante en la sociedad.
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–En esos momentos se denostó la figura del empresario. ¿A qué cree que se debe esa persecución? ¿Está mal visto ser empresario en España?
–Eso es un mantra que está ahí. Los empresarios son los que mueven la rueda de la economía, arriesgan su patrimonio y lideran una compañía, son los generadores de empleo... ¿Dónde se genera el empleo? En las empresas. Y las empresas están presididas por empresarios. Entonces, si hay ese espíritu empresarial y emprendedor, hay empresarios; si hay empresarios, hay empresas; si hay empresas bien gestionadas y bien lideradas, habrá empleo y, si hay empleo, se genera riqueza. Si hay riqueza, se genera bienestar, etc. Es el silogismo que tenemos en Marina de Empresas. Al final, ¿por qué denostar cualquier profesión? ¿Alguien alguna vez va a tener compasión de los empresarios? Soy hija de empresario, nieta de empresario, mujer de empresario y presido una institución que es Escuela de Empresarios. Todas las profesiones son dignas. He tenido mucha suerte de nacer en la familia en la que he nacido y que me hayan inoculado ese espíritu empresarial, esa capacidad para resolver problemas, para creer que se puede.
–¿Es fácil ser empresario, es fácil emprender?
–Mucho más difícil de lo que lo gente se cree, mucho más.
–¿Falta cultura empresarial, o de emprendimiento, en la sociedad?
–Sí. De hecho, EDEM se hace hueco en el mercado porque a diferencia de otras escuelas está dentro de un ecosistema emprendedor que es Marina de Empresas, un proyecto que combina la formación con EDEM, la aceleración e incubación de 'startups' con Lanzadera y la inversión y conexión de 'startups' con inversores con Angels. Y realmente lo que queremos es inocular ese espíritu empresarial, ese gusanillo emprendedor, esa creatividad en la gente joven. Afortunadamente he vivido en mi casa ese afán por resolver problemas, por crear, por tratar de buscar soluciones a los clientes... Al final el emprendedor es aquel que sabe ver las necesidades de los clientes y las resuelve de una forma diferente o más eficiente. Las cosas se pueden hacer de dos maneras: o mejor que los demás o más eficiente. Lo puedes hacer igual pero tienes que tener alguna ventaja competitiva o el mercado no te reconoce. Y el mercado actual pasa por la innovación.
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–Y habrá empleos que no sabemos ni que existirán.
–El 70-80% de las nuevas profesiones no las conocemos. Con lo cual hay que formar al ser humano de la forma más completa posible. Tienes que enseñar al alumno a aprender. El conocimiento, y más ahora con la democratización de toda la información, está al alcance de cualquier persona. Ya no hace falta estar en los libros o aprenderse artículos de memoria; el conocimiento está ahí, puedes tener acceso fácil pero la capacidad de relacionar, de interiorizar, de conectar... Los estudios no acaban; ahora la vida y la formación ya es circular.
–Menciona la formación del ser humano. ¿Qué papel juegan los valores en las empresas? ¿Deberían cuidarse más, situarse en el centro de la formación?
–Es esencial. Una empresa es el sumatorio de muchas cosas y hay un hilo conductor, un modelo, y eso lo tienes que inculcar. Y los clientes hoy son sabios y exigen muchísimo y las empresas tenemos que estar a la altura. Una empresa es un ser vivo e igual que al ser humano le exigimos valores tanto en la esfera pública como en la privada, tanto en el sector público como en el privado, a las empresas igual. Tenemos que ser todos éticos. El error es humano, entra dentro del camino del aprendizaje, pero una cosa es equivocarse y otra no ser ético.
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–Esta entrevista coincide con el proyecto 'Somos Futuro' impulsado por el periódico que, además, este mes se centra en la economía. ¿Cuál sería el perfil del empresario del siglo XXI? ¿Qué habilidades debería tener?
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–Una persona inquieta, curiosa, tenaz... Las ideas son importantes pero lo es mucho más la persona que hay detrás. Un gran líder es humilde, con capacidad de rodearse de gente con un talento superior al suyo, con capacidad de escucha y de contratar a gente que piense diferente o complementaria... Resumiendo: gente con muchísima capacidad de escucha, humildad, [golpea la mesa] con fuerza porque ser empresario, ser emprendedor no es fácil y si te equivocas, reaccionar rápido. Es duro ser empresario y eso tampoco se dice. Al empresario hay que tenerle respeto y agradecerle porque el empresario es 24 horas, siete días a la semana. Y te lo dice una que se va a ver supermercados o visitar universidades cuando tiene vacaciones.
–Hay una queja constante en los sectores económicos sobre el abismo existente entre la universidad, la formación, y las necesidades reales de las empresas, aunque una entra en esta sede y parece que se respira empresa. ¿Cómo se puede atajar ese problema?
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–Quita el parece. Es difícil hacer huecos en mercados maduros, y la educación es uno de ellos, pero EDEM se hace un hueco porque ofrece algo diferente: aquí se respira empresa y se enseñan cosas que no están necesariamente en los libros o traslada la teoría. Yo digo a los alumnos que el 'power point' lo aguanta todo, pero la realidad no es eso, luego hay que resolver, lidiar e incluso ayudar a una solución mejor de la que inicialmente has planteado. Aquí te enseñamos a hacer porque uno puede saber pero hay que saber hacer y saber ser. Y EDEM nace desde el empresariado, sabemos lo que queréis/queremos: gente todoterreno y que puedas mirar a los ojos.
–¿Qué planes de futuro tiene para EDEM? ¿Hacia dónde va en la próxima década?
–Tiene cuatro grandes líneas estratégicas: abogar por la calidad y que el contenido de nuestras sesiones sean el que necesitan nuestros alumnos y la sociedad; que haya un gran número de becas y seamos tracción de talento; apostar porque nuestros alumnos sean ciudadanos del mundo y puedan tener una experiencia internacional; y empleabilidad y emprendimiento. ¿Cómo se va a medir EDEM dentro de otros veinte años? Por la empleabilidad. Por ejemplo, tenemos un 100% de empleabilidad en la ingeniería y, en global, del 95%.
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–Con un apellido como el suyo es inevitable mencionar Mercadona. ¿Qué supone formar parte de una empresa que cambió reglas del juego en su sector con conceptos como 'siempre precios bajos' o 'calidad total'?
–Un honor y una gran responsabilidad.
–En la rueda de prensa anual de Mercadona los periodistas siempre le preguntamos a Juan Roig por su sucesor al frente de la compañía y la respuesta siempre viene a ser «Yo sé qué persona me va a sustituir». ¿Se lo preguntan también en las sobremesas familiares?
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–(Sonríe) Es que él habla con nosotros; no es que se lo preguntemos, sino que es un tema que se habla, lo hablamos y se comenta porque es una grandísima responsabilidad. Mercadona es una gran empresa, son 95.000 trabajadores y el señor Roig hará los deberes muy bien como siempre lo ha hecho.
–Volveremos a preguntárselo entonces en la próxima.
–(Ríe) Volvéis a preguntárselo. Lo va a hacer muy bien. Es el fundador de la compañía y lo va a hacer muy bien. ¡Mejor que él...!
–Dijo en una entrevista: «Los sueños hay que visualizarlos para que se conviertan en realidad». ¿Con qué sueña ahora Hortensia Roig?
–Con mi premio (ríe). Creo que estoy en mi sueño. Si en algún momento pensé «Qué quieres ser de mayor», es que me apasionan los libros, la educación... La gente que me conoce sabe que lo que me tiene que regalar es un libro. Entonces estoy en mi elemento.
–¿Y qué tipo de libro tendrían que regalarle?
–Cualquiera. Ahora estoy enganchada a 'Últimos días en Berlín' de Paloma Sánchez-Garnica. Leer es algo que la sociedad está perdiendo y es uno de los motivos de mi impulso al concurso. Lo hago porque tenemos que recuperar ese amor por la lectura. Leer te hace pensar diferente, dominar las palabras, entender palabras nuevas y al final los pensamientos los tienes que trasladar y construir frases y necesitas tener un vocabulario muy amplio. Las series están fenomenal pero hay que saber compaginar una cosa con la otra, hay tiempo para los dos. Enseñemos a los niños a leer, a disfrutar de la lectura, que la lectura también es ocio. Libros, libros, libros, libros...
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La igualdad de oportunidades es una de sus preocupaciones
–Acaba de presentar un concurso de novela infantil. ¿Por qué una iniciativa así?
–El premio nace con un doble objetivo: por una parte, aflorar referentes femeninos en la ciencia, en la tecnología y también en la historia; por otra, promover las vocaciones y las disciplinas STEM en las niñas. Se apoya en unos objetivos ambiciosos pero que refleja lo que yo hago como presidenta de EDEM, que al final es fomentar la educación y en este siglo XXI, eminentemente tecnológico, pasa porque las nuevas profesiones van a tener una base técnica de ciencias, informática y matemáticas y ahí tiene que haber igualdad de oportunidades. Entonces ¿qué hay que hacer? Tratar de aflorar y fomentar esas vocaciones y las niñas necesitan referentes. Qué mejor que hacer un concurso de novela en el que las protagonistas sean mujeres, sean niñas.
–Nos vamos a la base, a los más pequeños.
–Así es. Es novela infantil para niños y niñas de entre 8 y 10 años porque es el momento en el que, ya sabiendo leer, empiezan a disfrutar de la lectura. La niña no se ve como ingeniera porque no tiene referentes, y también por el sesgo cultural e ideológico. Es una brecha de sueño. Tenemos que intentar que las niñas vean como súper retante e interesante las ciencias, un microcospio... Hay que empezar desde la base y se pueden hacer muchas cosas desde el ámbito público, privado, empresas, familias, etc.
–Estudios de la Unesco reflejan que menos de un 30% de los puestos directivos están ocupados por mujeres. Recientemente la vicepresidenta Calviño anunciaba que iba a dejar de acudir a foros en los que fuera la única mujer. ¿Por qué siguen faltando referentes femeninos? ¿Nos cuesta tener confianza para decir 'aquí estamos'?
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–Lo estamos haciendo fenomenal, pero no se puede correr la maratón en diez días. ¿Cuándo empezamos a votar las mujeres? Que el sufragio universal es del siglo pasado... Llevamos retraso pero hay que enfocarlo desde el punto de vista positivo: somos el 51% de la población. Y una mujer tiene una vehemencia, resiliencia, determinación, etc. por las múltiples facetas a las que nos enfrentamos. Deberíamos atrevernos a sentarnos en el centro de la mesa y sonreír. Y si somos las únicas de la foto, no pasa nada, al menos estamos ahí. Yo muchas veces soy la única de la foto y no lo tomo como una amenaza.
–¿Cómo trabajan este aspecto en EDEM con las alumnas?
–Con el ejemplo. Las mujeres tenemos una gran responsabilidad y las que conseguimos llegar a un puesto tenemos que hacer lo posible, y lo imposible, por mantenernos.
–¿La digitalización puede ahondar en la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres por las distintas profesiones que se asumen, por tener empleos menos técnicos?
–Ese es el problema. La pandemia ha acelerado la digitalización y una nueva economía, con lo cual es necesario tener conocimientos de las disciplinas digitales STEM.
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