![De la huerta valenciana a las cocinas de toda Europa](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202004/19/media/cortadas/huerta-valenciana-U70822523619nCG--1248x770@Las%20Provincias-LasProvincias.jpg)
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valenciA. En plena posguerra, una familia turolense de orígenes agrarios se asentó en tierras valencianas, en Puçol, y fundó Almacenes Lázaro, que se especializó en la patata y creció al calor de las grandes superficies y supermercados como Mercadona.
Más de 75 años después de su constitución, Grupo LZR (Patatas Lázaro) factura 23 millones de euros anuales y cuenta con una capacidad de producción de 400.000 toneladas al año en sus plantas de Puçol, El Puig y Las Palmas de Gran Canaria.
Con la tercera generación de la familia fundadora a los mandos, la firma duplicó producción y reforzó en un 25% su plantilla ante el Covid-19, extendiendo turnos hasta cubrir casi las 24 horas del día, para garantizar el suministro a su cadena de distribución, integrada por supermercados y mercados al por mayor.
También adoptó medidas de control adicionales, vados sanitarios en accesos y salida de producto, fuertes restricciones de seguridad, garantía de distancias personales, equipamiento completo del personal que manipula productos y labores de limpieza y desinfección permanentes.
Su directora de expansión, Cristina Lázaro, destaca el esfuerzo realizado por toda la sociedad ante la crisis del coronavirus, mientras relata, con orgullo, la evolución del negocio fundado por su abuelo, que dio el salto a la industrialización con su padre, Severino Lázaro, y hoy dirige junto a sus hermanos Carlos y Sara.
«Venimos de una familia muy humilde, que siempre ha tenido mucha relación con el campo», subraya, sobre una vinculación que nace de lo cultivado por su abuelo, primero en Teruel y después en Valencia, y mantienen viva con 300 hectáreas de cosecha propia, «una línea de trabajo con la que queremos obtener cada vez más producto», subraya.
Lázaro apuesta por «ir plantando, cada año, un poquito más», para potenciar el producto nacional y, además, ocuparse de todo el proceso, lo que les permite «elegir las semillas más adecuadas, variedades que encajen bien en los hogares, y hacer un seguimiento exhaustivo de cada paso del cultivo y obtener, de ese modo, una calidad de producto muy buena para el consumidor».
Cristina Lázaro, la hermana mayor, estudió Administración y Dirección de Empresas y se incorporó al negocio familiar en torno a 2007, tras cerca de un año como consultora de SAP. Su primer proyecto fue desarrollar «un centro totalmente automático, lo que actualmente se denomina industria 4.0», un reto ambicioso en el que aplicó lo aprendido sobre procesos, con la necesaria adaptación a sus necesidades.
Su hermano Carlos, formado en comercio, es el director de Compras Campo, con un claro enfoque en el campo y el cultivo, mientras que Sara, ingeniero agrónomo y con formación de posgrado financiera, tiene un perfil técnico y, tras pasar por diferentes áreas como antes hicieron sus hermanos, se ocupa de recursos humanos y de la dirección financiera de la compañía.
Los tres, juntos, afrontan «con muchas ganas y mucha ilusión» el futuro, teniendo muy presente lo aprendido de sus mayores y que, hace algo más de un año, decidieron poner en valor a través de la marca Freshnatur, inicialmente centrada en el canal de hotelería y restauración (Horeca) y que expandieron a los lineales del supermercado tras un intenso trabajo con los consumidores.
Uno de sus retos es precisamente consolidar la implantación de esa nueva gama de productos para hacerla llegar a los hogares nacionales, en paralelo a su labor para «potenciar mucho los productos de proximidad», que llevan de la huerta valenciana a toda Europa. «La patata nueva valenciana gusta mucho, es un producto básico en la cocina mediterránea e intentamos llegar allá donde el producto tiene presencia», subraya.
Otro de los ejes estratégicos para Grupo Lázaro es la responsabilidad social corporativa, con diferentes iniciativas en torno a la alimentación saludable y la sostenibilidad. En ese ámbito se enmarca la búsqueda de envases de papel y el uso de envoltorios 100% reciclables en el contenedor amarillo, «cosas que parecen pequeñas pero, si las hacemos todos, son muy importantes».
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