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VICENTE LLADRÓ
VALENCIA.
Lunes, 10 de marzo 2025, 00:08
El anuncio oficial de que la India se abre por fin a la naranja española ha sido recibida con gran satisfacción, como es lógico; sin embargo, las grandes expectativas generadas son todavía más teóricas que prácticas, puesto que se mantienen al mismo tiempo muchas dudas e incertidumbres, por lo que no parece que se vaya a producir pronto una avalancha de exportaciones a dicho país; si acaso se iniciarán pruebas para tratar de avanzar poco a poco. Con todo, la noticia es esperanzadora, en la línea permanente de buscar mercados alternativos a los más tradicionales europeos, que acaparan más del 90% de nuestras exportaciones citrícolas, y desde luego es un éxito del Comité de Gestión de Cítricos (CGC), que lleva años batallando con esto, en colaboración con las autoridades españolas e hindúes.
La definitiva decisión hindú de dar luz verde a la naranja española se produce nada menos que 16 años después de que la entonces vicepresidenta del Gobierno español, Mª Teresa Fernández de la Vega, anunciara la apertura de aquel mercado a nuestros cítricos y asegurara (enero de 2009) que los detalles que aún quedaban pendientes se acabarían de concretar en unos pocos meses, conforme avanzaran las reuniones entre los técnicos competentes de ambas partes. Y han pasado también casi cuatro años desde que el CGC (que agrupa a la mayoría de las firmas comercializadoras privadas) realizara una prueba piloto, con un envío de naranjas en contenedor frigorífico para demostrar a las autoridades hindúes que dicho sistema es totalmente efectivo para poder garantizar la total eliminación de hipotéticas moscas 'Ceratitis' presentes entre la fruta.
Realmente, la apertura 'teórica' de la India se produjo en 2012, pero la imposición de que el tratamiento de frío se realizara en tierra, antes del embarque, lo convirtió en inviable.
La mosca 'Ceratitis capitata', considerada plaga de cuarentena, es el eje de toda la cuestión. Como es un insecto endémico de nuestra zona productora (también se le llama 'mosca del Mediterráneo'), los países receptores quieren asegurarse de que no les llegue ningún insecto vivo. Para conseguirlo, es pauta común someter cada cargamento a un tratamiento de frío (muy cerca de los 0 grados, pero sin llegar) durante un periodo de diez a doce días, puesto que está demostrado que después de esto no queda bicho vivo.
Tal procedimiento se concreta en un protocolo de control fitosanitario muy definido que se conoce en el argot frutero como 'cold treatment'. Ahora bien, no es lo mismo realizar de forma obligada dicho proceso en puerto de salida, para después emprender un largo viaje marítimo (unos 25 días hasta la India), que efectuarlo durante el propio trayecto: se ahorra tiempo y se gana frescura para la fruta, con el mismo resultado eficaz.
Esto es lo que finalmente han aceptado los técnicos del Gobierno de la India, tras comprobar concienzudamente que el planteamiento del CGC era cierto: hacer el tratamiento durante el viaje, con los mismos dispositivos y controles que si se hiciera en tierra, pero ahorrando muchos días.
Por cierto, es el mismo 'cold treatment' que Sudáfrica se resiste a aceptar para sus envíos a la UE, intentando confundir con interpretaciones de supuestas prácticas antidumping fuera de lugar.
Sin embargo, sobre la buena noticia de la apertura de la India, se mantienen dudas ante el futuro. Para empezar, Nueva Delhi mantiene un arancel aduanero del 30%, lo que puede suponer un hándicap difícil de superar, porque representa encarecer el producto frente a ofertas más cercanas y baratas. Se destaca que la India es el país más poblado de la Tierra y que sus más de 1.440 millones de habitantes, entre los que también aumenta sin parar el porcentaje de clase media, tienen una enorme capacidad de consumo, hasta el punto de que no les basta su gran producción citrícola y tienen que traer de fuera. Pero ¿llegará la naranja española en posición competitiva frente a la de Egipto, por ejemplo, con fuerte arancel y más largo viaje? Está por ver y es lo que destacan exportadores valencianos que se muestran cautelosos.
Por otro lado hay que tener en cuenta que se mantiene la situación de inseguridad y peligro en el Mar Rojo, donde son frecuentes los ataques de piratería, lo que obliga a desviar las rutas marítimas bordeando África y el cabo de Buena Esperanza: más días de viaje y mucho más caro que por Suez-Mar Rojo.
Un aspecto de interés: los comercializadores hindúes se interesan sobre todo por las naranjas españolas del grupo 'blancas' (Salustiana y Valencia late), porque son más del gusto del consumidor medio local, mucho más que las del grupo Nável.
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