Juan Motilla, comercio en las venas

valencia. Hijo, nieto y biznieto de comerciantes, Juan Motilla García (Valencia, 1968) acaba de cumplir un mes al frente de Unió Gremial, tras «cuatro años aprendiendo de Francesc Ferrer, visitando pueblos», primero como vocal y después como vicepresidente, hasta alcanzar las 86 asociaciones locales asociadas y 7.000 puntos de venta.

En plena crisis del coronavirus, el dirigente de la Federació de Comerç de Llíria apela a los ayuntamientos para que los autónomos y pymes puedan sobrevivir y critica la «deslealtad» de los establecimientos que «venden libros, por ejemplo, mientras las librerías siguen cerradas». Admite que «vienen tiempos difíciles para el comercio y también para las patronales», ante los recortes de fondos públicos que, en Unió Gremial, la mayoría (66%) se reparte entre proyectos de asociados, sin sueldos para la junta directiva, que limita sus gastos a una comida de bocadillo en cada reunión mensual.

Técnico especialista de sistemas, Juan Motilla comenzó su trayectoria profesional en la planta de IBM en La Pobla de Vallbona, su pueblo materno. Trabajó en la multinacional estadounidense durante cinco años y, en 1993, fundó su primer comercio, Fredsegur, como aprendió de sus mayores. «Todos en mi familia son comerciantes, mi bisabuelo ya era comerciante de ganado, después mi abuelo, mi padre... en casa, el comercio se ha mamado», recalca, sobre una saga que continuó junto a su mujer, Ange, y que siempre será una opción para sus dos hijos, aunque de momento hayan elegido otros caminos, como él hizo en su día.

Poco después llegó a Llíria, su «pueblo de adopción», con una franquicia de Pollos Planes, a la que le siguieron dos aperturas más en el mercado municipal de Xirivella y en el barrio de Campanar. Años antes había puesto en marcha la empresa que más le apasionaba, Rent System Pc, dedicada al alquiler de equipos informáticos y que le permitió «viajar por toda España, montando equipos», con La Pobla de Vallbona como base de operaciones. También promovió el desarrollo tecnológico en más de 150 colegios de varias comunidades, con implantaciones de control de alumnado, y se asoció a Intro Audiovisual, en el polígono del Oliveral.

En torno a 2007, abrió un par de restaurantes bajo la marca 'Don Juan', que echaron el cierre con la crisis que por aquel entonces el Gobierno negaba. «Fue una ruina pero al final se sale adelante porque el comerciante tiene costumbre de vivir endeudado, con poco», relata Motilla, quien recalca que es una profesión de «ahorradores, que a final de mes tienen que pagar las facturas y a veces, solo a veces, tienen algo más de liquidez».

Y es por eso que, en el contexto actual, urge a ayudar a los negocios más pequeños y advierte de que, en un sector con «menos de un 10% de beneficio, sobre todo en alimentación, no se puede sobrevivir con un 25% menos de facturación», en alusión a la pérdida de al menos un 75% de ingresos que se exige para optar a ayudas públicas.

«No vemos un reinicio de la actividad y el problema de los alquileres está ahí», advierte, al tiempo que subraya «las ganas de salir adelante» que transmiten los profesionales del sector.

Se adentró en el asociacionismo para «trabajar por problemas que entonces no le interesaban a nadie», inicialmente por las necesidades de los comerciantes del mercado de Xirivella, como vicepresidente de su asociación en 1995, y más adelante de Llíria, su «pueblo de adopción», como dirigente de Centro Histórico y la Federació de Comerc, que compagina con sus responsabilidades en Unió Gremial, como miembro del Observatorio de Comercio y del Plan de Impulso de Digitalización del Comercio de la Comunitat.

Es una de sus grandes pasiones, como la bicicleta de montaña, que asegura tener preparada en su casa de La Pobla de Vallbona para volver a escaparse a la Calderona, junto a sus amigos, en cuanto la salud y las circunstancias se lo permitan.